viernes, 27 de julio de 2012

Los islamitas al poder: Egipto

Internacional
El primer civil que llega a Jefe de Estado
Los islamitas al poder: Egipto
Por: Carlos Damián 13 de Julio, 2012
Promete cumplir demandas de la primavera árabe
México. - El candidato del partido político religioso Hermandad Musulmana, Mohammed Mursi, será el nuevo presidente de Egipto, anunció hoy la Comisión electoral al dar a conocer los resultados oficiales definitivos de la segunda vuelta de las elecciones realizadas los días 16 y 17 de junio pasado, victoria que fue celebrada por cientos de miles de personas en la plaza Tahrir de El Cairo, las cuales gritaban: “Abajo el poder militar” y “Dios es grande”. Mursi, de 60 años, prometió cumplir las demandas de la llamada primavera árabe y ser presidente de todos los egipcios, en un discurso que fue emitido por la televisora estatal la noche del domingo.

“En este gran día les digo a todos los egipcios. Egipto, nuestra amada patria, necesita unidad. Juntos continuamos la aventura”, manifestó. Además rindió homenaje a los mártires de la revuelta que obligó a Mubarak a dejar el poder en febrero del año pasado, al ejército y a las fuerzas policiales. Ofreció mantener todos los tratados internacionales. Egipto es, junto con Jordania el único país árabe que ha firmado un acuerdo de paz con Israel. Mursi se impuso con 51.73 por ciento de votos a su rival, Ahmed Shafik-último primer ministro de la era de Mubarak- quien obtuvo 47.27.

La caída de la monarquía en 1952
Con una ventaja de poco más de tres puntos sobre Ahmed Shafik, candidato de los militares, Mohammed Mursi, se alzó con la victoria en las elecciones presidenciales, cuyos resultados no se dieron a conocer el pasado domingo (24/6/12). De esta manera se abre un período cohabitación entre la organización religiosa de Mursi que fue proscrita durante casi toda la existencia – fue fundada en 1928- hasta la participación política en 2005, y la cúpula militar que ha detentado el poder desde la caída de Hosni Mubarak, en febrero de 2011, resultado de las masivas revueltas populares en el marco de la llamada primavera árabe.

En efecto, antes de dar libre curso a la realización de elecciones, la camarilla castrense disolvió el recién electo Parlamento, se arrogó las facultades del Legislativo, se reservó las decisiones en materia de defensa y se otorgó derecho de veto sobre cualquier modificación constitucional. En tales circunstancias, Mursi recibirá un poder presidencial acotado y precario. Incluso en esas condiciones, resulta significativo y paradójico que los sectores progresistas laicos que impulsaron las movilizaciones del año pasado y que lograron la caída del vetusto Mubarak hayan quedado por ahora marginados y de un poder que compartirán los militares y los islamitas.

Las reformas estructurales las recuperó el poder legislativo
Tal fenómeno coincide, sin embargo, con lo que ha venido ocurriendo en el mundo árabe tras el derrocamiento de viejas dictaduras laicas establecidas por el partido panarabista Baaz (Irak, Egipto) o de regímenes surgidos de los procesos de liberación nacional de los años 60 y 70 del siglo pasado (Argelia, Libia). Sea por la acción de movimientos locales de descontento, por la intromisión militar de Estados Unidos y de sus aliados, por procesos de transición más o menos pacíficos o por combinaciones de las tres razones, el colapso de los viejos gobiernos ha dado paso a la irrupción en el poder, o cuando menos al fortalecimiento, de organizaciones fundamentalistas que preconizan la construcción de estados islámicos basados en la ley islámica (shaaria).

Una segunda e ineludible paradoja es que Occidente ha presentado a tales organizaciones como encarnación del mal, sinónimo automático de terrorismo y una nueva forma de peligrosa barbarie, y hoy se ve obligada a aceptarlas y a convivir con ellas, a falta de otra opción de poder en las naciones árabes. Hamas es una organización de procedencia palestina, que ha ganado limpiamente las elecciones en la Franja de Gaza que trata de recuperar económicamente, y del hambre a esa parte del mundo, y tal como la Hermandad musulmana sido reconocida en Egipto como vencedora de los comicios presidenciales, y a la libanesa Hezbolá.

El islamita rinde homenaje a mártires de la revuelta civil
Mursi es ingeniero y posee un diploma de una universidad estadounidense. También es el primer civil en llegar a jefe de Estado tras la caída de la monarquía, en 1952, ya que todos sus predecesores provenían de las filas del ejército. El anuncio de los resultados electorales estaba previsto para el jueves pasado, pero fue pospuesto para revisar las más de 400 denuncias sobre irregularidades presentadas por Mursi y Shafik. El Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (CSFA), que dirige el país desde la caída de Mubarak, se comprometió a entregar el poder al nuevo presidente antes de finales de mes.

Pese a tener la legitimidad que le confieren las elecciones, Mursi supondrá de un margen de maniobra muy reducido frente a la junta militar gobernante. Lo anterior debido a que el ejército recuperó el poder legislativo tras disolver a mediados de Junio el Parlamento, controlado por los islamitas, a raíz de una sentencia judicial que declaró ilegal el modo de escrutinio. El ejército se reservó el derecho de control sobre la redacción de la futura Constitución y prerrogativas en materia de seguridad y mantenimiento del orden. Egipto ingresa, en suma en una nueva etapa histórica, incierta y riesgosa, que podría serlo más si Occidente porfía en actitudes y prácticas injerencistas. Cabe esperar que los egipcios sepan encontrar por sí mismos, un camino practicable a la democracia, el desarrollo y la modernidad. (La Jornada, mundo, p.p. 5-35, 25 de junio, 2012).

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