viernes, 27 de julio de 2012

El mito del sueño americano

Internacional
Se derrumba el sueño de bienestar social para todos
El mito del sueño americano
Por: Carlos Damián 14 de Febrero de 2012
El sueño fue cancelado por políticas neoliberales
México. - Sólo los ricos pueden dormir en América libre, y esto no es simbólico; de hecho es el centro del debate político y social de Estados Unidos. Se percibe que la promesa americana de tener para todos sin importar si son ricos, pobres o miserables; ellos podían optar a la mejor oportunidad que tenían a su alcance, y podían mejorar sus condiciones de vida para que fueran superiores a las de la generación anterior. Aunque el mito simplista de que cualquiera podría llegar a ser presidente, o millonario si se portaba bien, trabajaba mucho, y estudiaba una técnica o profesión universitaria, y el otro mito muy repetido es que la sociedad americana era una sociedad sin clases sociales, ya nadie la cree por la situación económica actual, que ha develado muchas mentiras sociales.

Sin embargo no ha dejado de ser una sociedad con la economía más rica del mundo con una serie de conquistas logradas por movimientos sociales, por lo que muchos creían a pie juntillas que Estados Unidos ofrecía elementos de ese mito, y durante décadas cada generación gozó de mejores condiciones, hasta que se termino el sueño americano, por la crisis económica real que azota a todo el mundo. Este sueño fue eclipsado por las políticas neoliberales que eran aplicadas al “tercer mundo”, y que ahora se implementan al “primer mundo”. Los resultados todos los conocemos: desmantelamiento del estado de bienestar, privatización de funciones públicas, ataque frontal para destruir organizaciones sociales, pero sobre todo sindicatos independientes, intentos por revertir conquistas sociales que llamamos derechos laborales, derechos de los indígenas, de las mujeres, de educación, a la cultura, seguro de desempleo, de la salud y todo aquellos derechos humanos que se deriven del bienestar social.

Se derrumba el bienestar social
También encontramos en América una mayor represión y este país ha enjaulado a más de dos millones de habitantes en sus prisiones, con una concentración extrema de su riqueza como pocas veces en la historia americana había sucedido. Sin embargo el mito ha sustituido a otros mitos, a otros sueños, a otras pesadillas. Entre las cuáles podemos hablar de la pobreza de cada dos estadounidense, y los podemos situar al borde de un precipicio en cuyo fondo se encuentra la miseria. Dos tercios del caudal neto de los latinos (en Estados Unidos todo los habitantes que se encuentran al sur de la frontera hasta la Patagonia son mexicanos), y la mitad de los afro-estadounidenses se esfumó al perder su posesión más valiosa: sus casas, en la crisis hipotecaria; la desigualdad económica ha llegado a extremos sin precedente desde la gran depresión.

El ingreso promedio de los trabajadores se ha estancado durante más de tres décadas; uno de cada siete hogares estadounidenses padece o enfrenta la amenaza del hambre. Se ha detectado recientemente que la educación un rubro muy valioso dentro de la sociedad se ha vuelto tan cara que ahora es un sueño más para el ciudadano. Dentro del sueño americano la educación es considerada factor clave en promover la igualdad de oportunidades en una sociedad, en particular en Estados Unidos. Esto se puede comprobar ya que las investigaciones descubrieron que la brecha educativa entre estudiantes de familias ricas y pobres se ha ampliado de manera significativa.

Casi todo es mito y poca realidad
Diversos estudios han puesto en la mesa de discusión que los estudiantes prósperos y los de bajos ingresos se amplió 40 por ciento desde los años sesenta hasta ahora, y en otra, la distancia entre pobre y ricos que completan sus estudios se amplió 50 por ciento desde finales de los ochenta. Por lo que se concluye que el ingreso familiar es determinante para lograr el “buen éxito” de un joven en el ámbito de la educación. Otra cuestión que llama la atención es que en Estados Unidos se encuentra gente con menos “movilidad social” que en otros países avanzados, en otras palabras, se hereda la posición socioeconómica de sus ciudadanos. Lo que confirma que los mitos se destruyen con la realidad.

Las cosas van de mal en peor; los salarios se han desplomado 23 por ciento desde 1973, y mientras 65 por ciento de ellos en 1980 tenían seguro de salud como prestación social de su empleo, en 2009 sólo 29 por ciento gozaban de este beneficio social. Si antes los varones tenían preparatoria o la vocacional equivalente, lograban obtener vida de clase media con buenos empleos manufactureros. Warren Buffen, en entrevista para la cadena de televisión CBS, dijo que: “los muy ricos de este país no han sacrificado ni una onza” para mejorar las condiciones económicas de todos los habitantes de Estados Unidos.

La marea alta sólo ha elevado a los yates
El financiero George Soros alertó, en entrevista con Newsweek, que “estamos enfrentando un tiempo extremadamente difícil, comparable en muchas maneras a los treintas, la gran depresión”, y debido a ello pueden surgir, “mayores conflictos de clase, disturbios en la calle, y con ellos, mayor represión estatal, mucho en torno a la desigualdad económica”. Esto se puede reflejar en encuestas del Centro de Investigación Pew, el conflicto de clases se agrava. 66 por ciento (dos de cada tres) creen que existen conflictos muy fuertes entre la élite (oligarquía) y los empobrecidos en Estados Unidos.

Otro ciudadano rico, Richard Bronson dueño de Virgin Record, Virgin Airways; estimó que Ocupa es “un movimiento despertador, pacífico. La única cosa que no ha sido pacífica es la manera en que la policía en algunos estados lo ha enfrentado, lo cual creo está mal”. El grito de Ocupa Wall Street ha logrado enmarcar el contexto sustancioso en el cual se realizan las elecciones presidenciales en América. Y el insomnio y la pesadilla es para el 99 por ciento, pero a veces las pesadillas provocan gritos en la cama de la situación económica y despiertan la exigencia de encontrarse en el mundo real. (La Jornada, mundo, p. p. 28 - 29, 13 de Febrero, 2011).

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