sábado, 7 de agosto de 2010

Cronista de la cotidianeidad

Nacional
Siempre inventaba personajes y palabras
Cronista de la cotidianeidad
Por: Carlos Damián 1 de Agosto, 2010
Su obra es un clásico de la modernidad
México (News of Monterrey City). – Gabriel Vargas (GV) el creador de la saga de historietas La Familia Burrón, falleció este martes a las 7:31 de la mañana por causas naturales a los 95 años de edad. Por más de 70 años narró las jocosas desavenencias y reencuentros de una familia de quinto patio que fueron a la vez una crónica intimista y cotidiana de un México popular, que una extraordinaria recopilación lingüística y una crítica social.

El humanista Alfonso Reyes expresó en su momento que Gabriel Vargas era el único historietista mexicano que merecía ocupar un sitio en la Academia de la lengua: “Él ha registrado como nadie los giros del habla popular, y no sólo eso, sino que a partir de allí ha inventado frases que se han vuelto del dominio público”. No obstante el reconocimiento que muchos le rendían, “fue un hombre sencillo; que lo hacía en un día, mañana ya no le gustaba. Muchas veces comentaba: “por qué me hacen homenajes, si yo nada más trabajo, y ya.”

Desde niño se distinguió por su inteligencia y facultades para dibujar. Una muestra de ello, apuntó Guadalupe López Zavala, fue cuando estando en sexto año de primaria participó en el concurso del Día del Tráfico. “Gabriel Vargas realizó un trabajo sobre la Catedral Metropolitana; no lo hizo como lo ordenaban las bases, sino en un pliego completo de papel que medía un metro de alto por 80 centímetros de ancho, por dos y medio de largo, realizado en tinta china. El talento y el dibujo de GV, entonces de 13 años, dejó tan impresionados a sus profesores que lo llevaron a entrevistarse con el titular de Educación Pública, Alfonso Pruneda, quien le ofreció una beca para estudiar en Francia.

Un hombre generoso
Al entusiasmado adolescente “le tramitaron el pasaporte, le compraron ropa adecuada; buscó información sobre París, pero ya próxima la fecha de la partida, abandonó el proyecto para no separarse de su madre, y en cambio, le dijo a Pruneda, que le diera una recomendación para entrar a trabajar al periódico Excélsior como dibujante”. En 1931 ingresó a ese diario como ilustrador, con un sueldo de tres pesos. A los 17 años lo hicieron jefe del departamento de dibujo, “por eficiencia, no por escalafón como se acostumbraba en la cooperativa”.
Aquel sería el comienzo de su creatividad. Su primera historieta sería la vida de Cristo, “aunque duró poco, porque eran tiempos que estaba penado por la ley hacer dibujos o propaganda de índole religiosa”. Seguirían Caballero Rojo, Frank Piernas Muertas, la vida de Pancho Villa, Sherlock Holmes, Virola y Pitola. Gabriel Vargas en 1938, creó Los Superlocos, el personaje central de la historieta era don Jilemón Metralla y Bomba. Un tipo común y corriente de clase media que llegó a ser diputado y que se la viviría asustando a la gente con la cantaleta de su apellido. Esa historieta tuvo tal éxito que se llegaron a imprimir 500 mil ejemplares semanales.

Durante mucho tiempo Don Gabriel Vargas se dedicó a conocer la vida matutina y nocturna de la ciudad de México para vivir sus historias con personajes reales. “Para enterarme de cómo era el movimiento. Necesitaba compenetrarme verdaderamente con el ambiente”. Su viuda Guadalupe Appendini recuerda: “Gabriel retrató nuestra forma de hablar y de ser. Aparte de trabajar mucho, en las noches se iba con un grupo de amigos a carpas, cafés, teatros, cantinas, y cabarets. Le prestaban entonces una patrulla. En una ocasión había una señora que no bailaba, medio triste, y Gabriel le pregunto qué le pasaba; ella le respondió: “se me está muriendo un hijo”. ¿Dónde? En mi casa, y sí era cierto. Gabriel lo llevó al hospital y pagó todo. Era un hombre muy generoso.

La infinidad de vecindades en la ciudad de México, sus habitantes, su trajín diario, su cotidianeidad, dieron a Don Gabriel Vargas el material suficiente para su obra cumbre: La Familia Burrón, que comenzó a publicarse con el título de El Señor Burrón o vida de perro. “A Doña Borola la saqué de una familia que conocí cuando era niño. Tenía como siete años y jugaba con su hijo. En esa casa el señor era un abogado chaparrito, bueno y noble, manejado por su esposa, de fuerte carácter, que era más alta que su marido, era altiva y orgullosa”. Descanse en paz. (La Jornada, cultura, p. 3a, 26 de Mayo, 2010).

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