domingo, 12 de septiembre de 2010

La cosmovisión americana

Nacional
Los pueblos mesoamericanos y el cultivo del maíz
La cosmovisión americana
Por: Carlos Damián 12 de Septiembre, 2010
El monocultivo propicia desalojos de tierras y daños a la salud
México.- El maíz fue domesticado en Mesoamérica alrededor de ocho mil años a. C., pero con frecuencia se olvida que siempre estuvo acompañada de otras plantas, que su cultivo y diversificación se desarrollaron en todo el territorio bajo el sistema de milpa, es decir, que milpa, maíz y cultura nacieron y crecieron juntos en esta parte del mundo. De hecho las primeras especies que presentan cambios debido a manipulación humana son el guaje, la calabaza y seguidos del chile y el aguacate, y una presencia de frijol silvestre.

En Tehuacán los dos primeros eran sembrados en las barrancas que mantenían una mayor humedad, mientras el chile se plantaba en los márgenes del río, junto con el aguacate, que no es nativo de esa región. El maíz hace su aparición en este sitio, al igual que en Tamaulipas y Oaxaca, alrededor de dos mil años después, bajo la forma de una pequeña mazorca con minúsculos granos, comparados con los actuales que, se piensa, deben su tamaño a una mutación súbita resultado de la estructura genética de esta planta, aunque hay polémica al respecto.

La domesticación de plantas era parte de una estrategia que buscaba nivelar las variaciones entre la cantidad de productos obtenida del manejo de la vegetación en la estación de secas y en la de lluvias con el fin de mantener una cierta abundancia a lo largo del año, un rasgo que se observa en todos aquellos lugares donde se originó casi simultáneamente la agricultura en el orbe. Nadie tiene idea pero ocurrió el evento, el cultivo de maíz en milpa, junto con frijol, calabaza, chile y otras plantas fue adoptado por pueblos de distinto origen y lengua que ingresaron a lo que es actualmente territorio mexicano en diferentes épocas y ocuparon las muy diversas regiones semiáridas, templadas, cálidas, etc.

Desarrollo de monocultivos e impacto medioambiental
El desarrollo de monocultivos, como los de palma africana en México o soya en Argentina, ha dejado como saldo violaciones a los derechos humanos de las poblaciones. En diferentes casos los campesinos han sido desalojados de manera forzada de sus tierras, su salud se afecta por el uso intensivo de pesticidas y el agua se contamina. Además los gobiernos han dado prioridad en sus presupuestos al desarrollo de la agricultura industrial en lugar de apoyar a la campesina, señalan análisis de diversos especialistas. El cultivo de monocultivos es una práctica agrícola en la que se siembra sólo un tipo de planta en una gran área y tiene fines industriales.

Actualmente esta actividad está en auge por el impulso a los biocombustibles, para lo cual se plantan grandes extensiones de maíz o caña de azúcar, entre otros productos. En esta costumbre puede implicar la perspectiva de violaciones a los derechos humanos ya que puede servir de contexto para acceder a la defensa de los pueblos y sus tierras en tribunales nacionales e internacionales. Esto ya ocurrió en Ecuador y Costa Rica, donde se presentaron denuncias ante el poder judicial porque esos desarrollos violaron la legislación nacional. En este contexto los monocultivos violan, entre otros derechos de, vivienda, ya que quienes viven en las tierras donde se planea esta actividad son desalojados de diversas formas: reciben presiones de las empresas o de paramilitares, como ha sucedido en Colombia, o se utiliza la fuerza pública. También puede ocurrir, que aún con títulos de propiedad las familias son desalojadas.

En algunos casos son utilizados agro-tóxicos como sucedió en Argentina, que el uso de pesticidas provocó el abandono de las tierras porque provocó enfermedades, y el agua se contamina. Además, existe un debate sobre seguridad alimentaria y derecho a la alimentación adecuada, debido a que ante el impulso de los biocombustibles y a que para su producción se utilizan alimentos como el maíz y la caña de azúcar, la remolacha, se ha dado un aumento en el precio de los alimentos, en detrimento de la población local, la cual cada vez se empobrece más.

Para el establecimiento del monocultivo no se pide manifestación de impacto ambiental, no hay consultas con las poblaciones, ni indemnizaciones en caso de expropiaciones de tierras, aunque las consecuencias son similares a las del impacto de grandes proyectos mineros, construcción de presas, o instalación de fábricas metalúrgicas. Los monocultivos se han incluido en las políticas de desarrollo de los gobiernos; “gozan de subsidios y amplio fomento público, controlan las mejores tierras y tienen acceso a abundante agua e infraestructura vial y energética”. (La Jornada, sociedad y justicia, p. 49, 14 de junio, 2010).

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