domingo, 12 de septiembre de 2010

FAO: aliada de trasnacionales

Nacional
Las empresas buscan a gobiernos que autoricen transgénicos para aumentar ganancias
FAO: aliada de trasnacionales
Por: Carlos Damián 16 de Septiembre, 2010
Trasnacionales: amenaza a la soberanía alimentaria
México.- Detrás del llamado de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés) a que los países en desarrollo use la biotecnología para acabar con el hambre y la inseguridad alimentaria está el interés de las grandes trasnacionales, cuyo único fin es el de obtener ganancias. Pat Mooney, director ejecutivo del ETC, considera que los preparativos para este encuentro entre gobiernos y científicos están “irremediablemente sesgados y soslayan aspectos socioeconómicos y científicos claves”.

El grupo ETC es una organización civil con sede en Canadá. Pat Mooney al abundar sobre el tema señala: la biotecnología abarca muchas cosas, pero lo que ahora está en debate en todo el mundo, lo real, lo que causa problemas, son los transgénicos. Los textos de la FAO y la actitud de confundirlo todo, de insistir en no diferenciar los transgénicos como un problema y tratar de poner todo en un mismo saco titulado “biotecnología” es una cortina de humo para tapar problemas de fondo. “Sobre esta confusión han superpuesto la imagen de que la única salida para que los países del sur enfrentan el hambre es adoptar la biotecnología. Pero en la realidad, el núcleo de la biotecnología agrícola son los transgénicos, por lo que la conferencia de la FAO es estar promoviendo los intereses de seis multinacionales que controlan dichos cultivos en el mundo”.

Al continuar con su plática Mooney dice, la reunión va dirigida a que los países en desarrollo adopten estas tecnologías, para lo que recurren al argumento del hambre y la escasez de alimentos. Es muy loable su actitud pero, ¿qué hay detrás de esto? La protección de los intereses de la industria biotecnológica para obtener más ganancias. Dicha industria está controlada por trasnacionales, las cuales nunca se han interesado por alimentar a los pobres, porque ellos no pueden pagar su producto. Prueba de ellos es que toda la investigación y desarrollo que registran las empresas, casi las dos terceras partes son crisantemos y rosas, no cultivos alimentarios. No les interesa el hambre ni los pobres.

Este evento cobra relevancia después de que México tuvo en moratoria la siembra de maíz transgénico en el territorio nacional, de esta forma se sienten legitimados aunque están destruyendo la diversidad genética del país y sus bases alimentarias. En el documento parece que hablan los gobiernos donde se presentan pero en realidad habla el interés de las trasnacionales por lo tanto se lava la imagen tan degradada de esta trasnacional en el mundo. Significativamente, la mayoría de las patentes se encuentran en manos de un puñado de compañías, y tres de ellas: Monsanto, Syngenta y DuPont-Pioneer, controlan más del 90 por ciento de mercado de esos alimentos.

Ante tal grado de concentración corporativa, la aceptación de la política alimentaria promovida por la FAO implicaría colocar a países pobres y dependientes como el nuestro en manos de unas cuantas trasnacionales y renunciar, en consecuencia, a la soberanía en el campo de la alimentación. A los riesgos que encierra el uso de transgénicos en materia de seguridad económica y alimentaria se suman las afectaciones provocadas por éstos a la salud y biodiversidad. Es relevante que haya tres variedades de maíz genéticamente modificado por Monsanto que puede ocasionar daño a los riñones y el hígado (International Journal of Biological Sciences). Una variedad de maíz de las tres –NK603- fue autorizada por la Secretaria de Agricultura, Ganadería, Desarrollo rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa) para cultivarse experimentalmente en Chihuahua, Tamaulipas y Sinaloa.

En México como país del tercer mundo no ven ningún riesgo para la salud y el medio ambiente por los transgénicos. Aquí se debe defender al maíz criollo pero tienen “una visión tibia del asunto”. Una de las medidas para evitar que se cultive el maíz modificado genéticamente es molerlo para que ya no se pueda sembrar. En dado caso que se contaminen con el maíz importado es que van a caer en la dependencia de las grandes empresas, si así fuera tendrán que comprar la semilla. Un caso relevante: en 2005 Monsanto solicitó una patente sobre la cría y mejoramiento de las razas de cerdo “quería tener derechos sobre ellos sin la modificación transgenética, sólo describieron los genes y con ellos bastaría para tener derechos y conseguir una patente. Nosotros presentamos un amparo, porque nos pareció un abuso”, relató Christoph Zimmer, de la Unión de Productores de Carne de Calidad, Alemania, Hohenlohe.

En cuanto a la alimentación, hay medio centenar de casos documentados de contaminación transgénica detectados en la última década en México. En el caso particular de México tenemos maíz contaminado en: Chihuahua, Morelos, Durango, estado de México, Puebla, Oaxaca, San Luis Potosí, Tlaxcala, y Veracruz. En resumidas cuentas la apuesta de la FAO tiene fondo obscuro y no precisamente garantizar a los pueblos la alimentación que necesitan. Lo procedente para garantizar la alimentación de los pueblos de América sería impulsar un viraje en el modelo de producción alimentaria, promover apoyos gubernamentales al desarrollo rural y los pequeños productores agrícolas, ya que las grandes trasnacionales, no podrán resolver los problemas de desabasto de comida en países pobres. (La Jornada, sociedad y justicia, p. 33, 28 de febrero, 2010).

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