domingo, 12 de septiembre de 2010

Irán y Brasil

Internacional
Disputa hegemónica del imperio del norte
Irán y Brasil
Por: Carlos Damián 7 de Septiembre, 2010
Por la soberanía de los pueblos
México .- Al resplandor que emiten los hechos que hacen historia, viene a nuestros recuerdos el 17 de mayo, donde Irán, Brasil y Turquía para resolver el conflicto en torno al programa nuclear iraní, ilumina las zonas que aún permanecen en las sombras. En este grupo de potencias emergentes y países de segunda línea no se encontraba ningún europeo al firmar el acuerdo en Teherán, lo cual se entiende las molestias que causó un acuerdo de tal magnitud, ellos no lo controlan.

Lo interesante en este caso es la reacción de la cancillería de la Casa Blanca, con Hillary Clinton secretaria de estado del país de las barras y las estrellas, que al pasar por alto el acuerdo, pretende avanzar en la política de sanciones, y en este escenario global se siente desplazado el imperio del norte, ya que no le pidieron permiso para tal acuerdo. En este tejemaneje de declaraciones muestra la creciente polarización entre Brasilia y Washington. El mandatario brasileño se siente decepcionado por la imposición, por parte de la ONU, de más sanciones al gobierno de Teherán a pesar del acuerdo alcanzado: canjear con Brasil el poco uranio enriquecido por porciones de ese metal suficiente para el uso del reactor nuclear iraní.

En este sentido las declaraciones del presidente de Brasil nos permiten ponderar el peso que ha adquirido su país como un actor importante en la diplomacia internacional. En primer lugar, la mediación brasileña en el conflicto entre Caracas y Bogotá constituye, un elemento doblemente valioso: por un lado, porque al mantener una equidistancia entre ambas partes, el mandatario se presenta como un interlocutor válido y deseable; por el otro, porque al plantear una vía de negociación alternativa a la OEA, contribuye a alejar el conflicto de la esfera de dominación geopolítica de Estados Unidos, y lo coloca en un escenario más democrático, igualitario y propicio para la negociación.

Clinton destacó que el acuerdo es “un intento por detener la acción del Consejo de Seguridad sin llegar a tomar medidas para abordar las preocupaciones internacionales sobre su programa nuclear” (The Guardian, mayo 17). En contraste Luiz I. Lula da Silva, dijo lo importante “es que nosotros podamos establecer una relación de confianza. No es posible hacer política sin tener relaciones de confianza” (Folha de Sao Paulo, mayo 17). El contraste es evidente y justo al revés Estados Unidos hace política, esgrimiendo el garrote por delante para manejar las relaciones diplomáticas entre países. Justo la actitud de un país desesperado y que ha perdido el liderato en su patio trasero, tragándose su orgullo y ver crecer como una gran potencia a Brasil, incluso hacerle sombra a la Casa Blanca en Medio Oriente.

En esta confrontación la prensa brasileña ha cerrado filas en torno al gobierno de Lula. En este teatro de conflictos diplomáticos, Lula da Silva hace llamados a prudente diplomacia para dialogar con Irán y su condena ante el recrudecimientos de las sanciones contra Teherán constituyen indicadores de la independencia que ha ido adquiriendo el continente sudamericano, excepción de Colombia y Perú- respecto a los designios de Washington y sus aliados. La cancillería envió el miércoles 19 una carta al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas explicando que el acuerdo de Teherán contiene los mismos términos que las potencias occidentales vienen exigiendo desde hace tiempo, y demanda que no se cierre el camino de las negociaciones. Por eso Amorim dijo que, “ignorar el acuerdo es despreciar la búsqueda de una solución pacífica y negociada” (O Estado de Sao Paulo, mayo 19).

Pero la confrontación tiene fondo entre Brasil y Estados Unidos con su punto álgido en esa región sudamericana: la defensa del petróleo encontrado en el Atlántico sur y la defensa de la Amazonia. Otro punto de fricción mayor con la Casa Blanca. Al mismo tiempo las declaraciones exhiben un punto de encuentro entre Brasilia y la república islámica, concordancia que no radica en la justificación de proceso armamentistas –como los que Occidente achaca a Teherán-, sino en la necesaria defensa de las soberanías nacionales frente a la hegemonía de los poderes imperiales en los ámbitos económico, político, diplomático y militar.

En suma, ante la postura expresada por Lula, es claro que Brasil desempeña, hoy día, un papel lúcido y constructivo en la solución de tensiones en el ámbito diplomático. La condición de interlocutor central y creíble que ha adquirido el gobernante brasileño coloca a su país en la posición de incidir positivamente en conflictos diversos que se desarrollan dentro y fuera del continente y cabe esperar que lo consiga. (La Jornada, opinión, p. 21, 21 de mayo, 2010).

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