domingo, 26 de agosto de 2012

El cuerno de la abundancia

Nacional
Belice crece más que México
El cuerno de la abundancia
Por: Carlos Damián 28 de Diciembre, 2012
México está en problemas económicos
México. - En 2011, Panamá, Argentina y Ecuador, con avances de 10.5, 9 y 8 por ciento, respectivamente, ocuparon tres primeros lugares latinoamericanos en lo que a crecimiento económico se refiere. Muy debajo de ellos, en la posición 15 de 20 posibles aparece México con 4 por ciento. Del estallido de la crisis en 2008 para acá (incluida la estimación para 2012) esa tercia de naciones reportan una tasa anual promedio de crecimiento de 7.74 y 6.1, y 4.84 por ciento, en cada caso, mientras el “navío de gran calado”, (lea eufemísticamente versión de calderonlandia). A duras penas ha promediado 1.56 por ciento en el período, el mismo durante el cual Haití, de por sí arruinado, fue devastado en 2010 por un terremoto, y aún así registró un crecimiento anual promedio de 3.24 por ciento.

El “avance mexicano” en el mundo
En el balance, a todas luces México sobresale entre los países, y entre los que menos resultados tienen como nación en América Latina, no obstante tiene todo tipo de riquezas no sólo para sobresalir regional e internacionalmente, sino para que sus habitantes vivieran en condiciones infinitamente mejores a las actuales. Lamentablemente, toda esa riqueza y todo ese potencial ha sido nulificado –claro socialmente hablando- por una clase político-empresarial depredadora, que concentra para sí el usufructo del prácticamente inagotable patrimonio del país, aderezado con un modelo económico-social tipo apartheid. México debería reportar tasas de crecimiento como las que ahora registran naciones como Panamá, Argentina y Ecuador, y sus habitantes gozar de niveles de bienestar cercanos a los de naciones desarrolladas, pero la realidad es cruel y a duras penas alcanza 1.5 por ciento como promedio anual, con ganas de empeorar.

Reporta un “avance” incluso inferior a países como Honduras (2.24 por ciento tasa anual promedio en el último quinquenio, Belice (2.44), Haití (2.22), y Guatemala (2.58). Eso sí, puede “presumir” que supera el comportamiento económico salvadoreño (0.6 por ciento en el lapso señalado). Lo peor de todo es que el problema económico no se limita a un sexenio, sino que acumula tres décadas cuando menos, durante las cuales el comportamiento económico mexicano ha ido de mal en peor, al igual que el bienestar de los mexicanos. De ahí la urgencia de replantear el modelo económico, de encontrar nuevas rutas, porque de no hacerlo el país, irremediablemente, caerá al precipicio, y ahora está muy cerca del borde.

El rescate occidental
A finales de 2008, el gobierno estadounidense, con George W. Bush todavía en la Casa Blanca, abrió sus arcas de par en par para “rescatar” al sistema financiero especulativo que provocó la crisis. Miles de millones de dólares pertenecientes a los contribuyentes se desviaron para atender las urgencias económicas y cubrir los excesos de los grandes corporativos sectoriales, pero ni de lejos se logró atemperar el desplome económico desde la gran depresión de los 30. Tres años después, con la crisis irresuelta y comprobada el fracaso de la mencionada política de “rescate” del anterior inquilino de la Casa Blanca, los gobiernos de la eurozona decidieron proceder exactamente de la misma manera en la que lo hizo el junior Bush.

Enormes recursos monetarios que parecían las cataratas del Niágara de procedencia pública para “salvar” a los corporativos privados, mientras a los dueños de ese dinero, los ciudadanos, les recetaban las draconianas políticas de “ajuste” con el indeleble sello del Fondo Monetario, aderezadas con una sobredosis de gas lacrimógeno y cualquier cantidad de puntapiés y bastonazos a los que osaban manifestarse en contra de las medidas implementadas por el gran capital. En ese período frágil, durante el cual el río de dinero público se desbordó en beneficio de los barones, creció el hambre, la pobreza, el desempleo, la desigualdad, a la par que el nivel de bienestar y las fortunas de los banqueros “rescatados”, los del norte de México y los de Europa.

El bienestar de millones de habitantes de este planeta azul se fue por el tubo del sanitario, junto con la dignidad de los serviles gobiernos que optaron “rescatar” a los causantes de la crisis y hundir más a quienes nada tuvieron que ver con su gestación, pero que fueron obligados a pagar la factura. Este año es de la continuidad, de la crisis económica, más hambre, más sed, más pobreza, más desempleo, y desde luego más fortuna, y más bienestar a quienes hundieron al país, a occidente, y para la élite de siempre. Habrá más sacudidas económicas, más “rescates” con recursos públicos; más ajustes del Fondo Monetario, más gobiernos serviles, porque ninguno de ellos está dispuesto a corregir un milímetro las reales causas de la crisis (la depreciación practicada por la banca, y por el sistema financiero-especulativo).

En esta circunstancia habrá más indignados, más Ocupa Wall Street, más primaveras árabes, mas movimientos sociales del 32, y todo esto simple y sencillamente hasta que reviente la bola de pus. Cómo olvidar que en 2008, reseñaba David Brooks en La Jornada el rescate estadounidense que tanto aman al capitalismo y comienzan a inyectar grandes cantidades de dinero del erario federal al realizarse con el gobierno de George W. Bush, anunciando “mecanismos” de hasta 800 mil millones de dólares en nuevos préstamos y adquisiciones de deuda para buscar descongelar los mercados de crédito para los consumidores y rescatar el “libre mercado” de la peor crisis desde la gran depresión, en lo que ya es la intervención estatal en la economía más costosa de la historia. “Con esta iniciativa, el gobierno de Estados Unidos ya ha invertido y/o comprometido más de 5 billones de dólares en 22 programas para rescatar la economía americana, y según algunos cálculos el total podría llegar a 7.5 billones, equivalentes a la mitad del producto interno bruto de Estados Unidos en 2007 o casi el doble del costo estadounidense desde la Segunda Guerra Mundial”. (La Jornada, economía, p.p. 2-18, 27 de Diciembre, 2012).

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