miércoles, 6 de julio de 2011

DÍA DEL “SACERDOCIO CÍVICO”

Nacional
El festejo un invento del gobierno federal
DÍA DEL “SACERDOCIO CÍVICO”
Por: Carlos Damián 3 de Junio de 2011
Los legisladores reprochan la única opción para la juventud mexicana
México. - Para reivindicar el honor de los “buenos policías”, Genaro García Luna, titular de la SSP, anuncia que se decretó el 2 de junio como el día del policía, exactamente dos años después de la creación de la policía federal (PF). Explicó que sin menoscabo de la forma en que las entidades o instituciones dedican honrar a sus policías, la SSP federal está obligada a reconocer la labor que desempeñan sus integrantes y entregará en ceremonia distinciones.

Advirtió que esta labor no sólo compete al gobierno sino a la sociedad. Para convencer a la población, argumentó: “Sólo unidos lograremos que la policía deje de ser y parecer una ocupación desprestigiada y convertirla en lo que debe ser, una profesión honorable que goce del respeto de la gente, un verdadero sacerdocio cívico de quienes están incluso arriesgando su vida al servicio de los demás”. Insistió en que los estados deben profesionalizar a sus efectivos para que puedan poner término a la “presencia gallarda, generosa y patriótica” de las fuerzas armadas en labores de seguridad interna.

“Héroes Nacionales”
Diputados del PRI, PRD, y PT criticaron la celebración del Día del Policía decretado por Felipe Calderón, Arturo Zamora, Teresa Incháustegui y Pedro Vázquez coincidieron en que el reconocimiento a la Policía Federal (PF), “es un invento que no ayuda a revertir el problema de corrupción en esa corporación, Genaro García Luna debería renunciar y convertirse en empresario del espectáculo, porque ante los escasos resultados del combate a la criminalidad el gobierno ha determinado hacer teatro y tramoya”.

El diputado príista Arturo Zamora, integrante de la Comisión de Seguridad Pública, criticó acremente a Calderón. “La juventud de este país no puede tener como expectativa de futuro la de auto-cuidar a la sociedad o cuidarse ellos mismos. Me parece que sería muy trágico pensar que sólo tengamos esta expectativa, porque es una manera de reconocer que ya no hay otro tipo de personas en la sociedad que quieran formar parte de los cuerpos policíacos, por los riesgos que esto significa, y por la carencia de apoyos”.

De parte de Teresa Incháustegui, legisladora por el PRD, replicó ante la celebración presidencial: “Lo que debería haber son derechos laborales para los policías, porque están excluidos de todos los derechos” y prestaciones sociales. “Como no tienen otra regla más que lo que dicen los comandantes, entonces los agentes hacen lo que dice su comandante, y si ellos les dicen que hay que violar la ley, pues lo hacen”.

De acuerdo con el coordinador de la bancada de PT, Pedro Vázquez, “se debe reconocer a los elementos que trabajan honestamente por el bien de los ciudadanos, pero condenó las acciones ilegales de un sector importante de la PF que se encuentra confabulado con el crimen organizado. Esto puede ser una estrategia de Calderón para lograr tener algún beneficio mediático”.

Día del policía
Calderón reconoce la labor del titular del jefe de policía, Genaro García Luna, “porque ha sido clave para iniciar la transformación profunda de la PF en un cuerpo profesional dedicado a servir y proteger a la comunidad”. Poco oportuno resulta el reconocimiento a un funcionario que enfrenta, con fundados motivos, a las críticas de un sector amplio de la sociedad civil y de la clase política. Su mala imagen no sólo es consecuencia de un desempeño deficiente que se manifiesta en la crisis de seguridad pública que recorre el país como un caballo desbocado a consecuencia de las acciones de los grupos de la delincuencia organizada y de la desastrosa estrategia gubernamental para combatirlos , sino de una actitud sumisa hacia las autoridades estadounidenses, y lo más reciente, de la manifiesta infracción a la disposición constitucional que condiciona la aceptación y el uso de condecoraciones extranjeras al aval del Congreso.

En esta circunstancia el reconocimiento da un mensaje de insensibilidad para la población, la cual ha sido, a fin de cuentas, la principal afectada por el actual desastre de seguridad pública. Más grave aún: el encomio a la labor de un funcionario que acaba de protagonizar un desacato a la Carta Magna se convierte en un mensaje de desdén al marco jurídico, vigente y de falta de compromiso con la cultura de la legalidad, una de las consignas más recurrida de la administración de Calderón.

Mensaje equivocado
En el punto referente a erradicar el desprestigio que rodea a la carrera policial, cabe recordar que dicha percepción no es gratuita, sino que es el resultado de los numerosos casos de corrupción y complicidad con bandas delictivas, documentados en las filas de las corporaciones de distintos niveles, incluido el federal; de las recurrentes denuncias por violaciones a los procedimientos penales cometidos por integrantes de esas instancias, y de los constantes atropellos a los derechos humanos de ciudadanos nacionales y extranjeros en los que se han visto involucrados efectivos policíacos municipales, estatales y federales.

Ciertamente en un contexto de normalidad democrática de fortaleza institucional y de plena vigencia de la legalidad, el trabajo de policía puede ser una opción laboral y de desarrollo profesional como a cualquier otra; pero en la circunstancia nacional actual, la invitación a que los “jóvenes nacionales” se integren a esa carrera equivale a colocarlos a merced de la violencia generalizada y de las prácticas delictivas y corruptas que campean dentro y fuera de esas corporaciones, y a hacerlos partícipes, con lo anterior, de la descomposición institucional generalizada y del baño de sangre cotidiano que padece la nación.

En este camino, la política en curso contra la delincuencia se proyecta como un modelo de nación trastocado e indeseable, en el que se priorice la creación de plazas policiales por sobre la formación de nuevos profesionales. Más valdría, en todo caso, cambiar de estrategia de guerra de baja intensidad por otra opción. (La Jornada, política, p. 3, 3 de Junio, 2011).

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