viernes, 12 de julio de 2013

Reforma a la política de drogas

Internacional La criminalidad nos demuestra que el consumo de drogas es una parte del conflicto social Reforma a la política de drogas Por: Carlos Damián 13 de Julio, 2013 La neurociencia y la evidencia nos deben guiar a la solución del problema México. - Cuando termina el mes de febrero las demostraciones populares tumbaron al gobierno de derecha de Boiko Borisov (BB), Ivan Krastev, comentarista liberal, que decía: “La gente no quiere nuevas elecciones, sino cambios”. Sin embargo a tres meses de las dramáticas protestas que se han extendido por todo el país de Bulgaria, los ciudadanos no sólo tuvieron que conformarse con las elecciones recién hechas, del pasado domingo 12 de Mayo sino se resignaron con el regreso de BB. El viento de los cambios se respiraba en la calle y de repente dejó de soplar, y de acuerdo al ánimo imperante que llegó con el soplo del viento frío, es poco probable que vuelva pronto para desvanecer los problemas que acechan a Bulgaria. Esta rebeldía del pueblo comenzó con los altos precios de la luz, que parecía una sola gota de la tormenta que amenazaba: este país es el más pobre de la Unión Europea (UE), con un sueldo de apenas 520 dólares, que se volvía insoportable a veces. La situación económica no parecía tan mala si la comparamos con Grecia, con déficit y deuda pública bajos, y en Bulgaria BB mantiene la “disciplina fiscal”, dosificando sus estrictas políticas, las “grandes cifras”, no han frenado las miserables condiciones de vida, ya que 22 por ciento vive en la pobreza y el otro 49 por ciento están a un paso de caer en la miseria económica. Cuando la desesperación se vuelve cotidiana y se junta con la indignación por el aumento de la corrupción, con vínculos con el crimen organizado, la enajenación ciudadana, de pronto enfrente de la cara de los ciudadanos la situación estalló. Vientos de cambio Durante las protestas callejeras siete personas se prendieron fuego como bonzos; se incrementan los suicidios, todo junto se manifiesta como una relación dramática con la pobreza y situación social. En los mítines los activistas sociales demandan mejoras económicas, cambios estructurales: asamblea constituyente, reformas en el sistema electoral, volverse a nacionalizar la red eléctrica nacional. Sin embargo los manifestantes se lograron controlar y sus postulados se quedaron en el aire. La gente no confía en los políticos, en el Estado, y ni siquiera en el libre mercado. Debido a la incapacidad de la construcción de un liderazgo alternativo debido al hartazgo popular ciudadano. En este contexto social la ultraderecha trataba de cubrir con su posición política en contra de los turcos y en contra de los gitanos, era preocupante. Con la participación ciudadana más baja después de la caída del comunismo (50 por ciento) y la falta de una mayoría que evidencian la solución no podía pasar por las urnas electorales y el impasse sigue. Se puede considerar que la UE impuso a BB como ejemplo para otros mandatarios del bloque. La situación reventó porque se han implementado todas las recetas, sobre lo cual Europa no dice ni una palabra. Tal vez algunos países aún se oponen a que Sofía sea parte del acuerdo de Schengen sobre el libre tránsito, culpando a los migrantes por el desempleo, impidiendo buscar cambios incluso a nivel individual. En esta información no se puede creer que los ciudadanos tengan alguna razón para sentirse orgullosos. Se vislumbraba en algún momento de la apertura a la UE como una palanca del desarrollo institucional y un catalizador de cambios. En estos días pocos ciudadanos creen que la UE sea una vía de bienestar o fuente de valores a seguir. La solución para el mercado energético era: más privatización y desregulación. En Europa la crisis estalló por eliminar alternativas y consolidar el “consenso liberal”, convirtiendo esto en una exclusiva herramienta disciplinaria de mercado. Tal vez en este consenso el peligro para la democracia proviene de sus supuestos defensores. Si seguimos a Rosa de Luxemburgo, que decía que la verdad sobre el capitalismo se refleja no en el centro, sino en sus márgenes, la verdad sobre la convulsionada Europa se ve mejor reflejada en sus países periféricos. Tal vez Europa sea capaz de defender hasta cierto punto de los golpes del Capital Global ante las cuestiones de la transparencia y la democracia, o tal vez sea parte del problema. Una reforma a la política de drogas En la pasada cumbre de Cartagena, el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, hizo una declaración: “Tenemos la obligación de ver si estamos haciendo lo mejor que podemos o si existen otras alternativa que puedan ser mucho más eficaces. Una solución podría ser: ‘todos los consumidores irán a la cárcel’. En el otro extremo está la legalización de las drogas. En un punto medio, podemos encontrar políticas más prácticas”. Tenemos ahora una información más extensa que hace veinte años sobre la complejidad del problema. Han desaparecido las diferencias entre países “productores” y “consumidores”: el consumo de cocaína ha disminuido considerablemente en Estados Unidos, mientras la demanda de esta droga se está incrementando en naciones situadas en América Latina. Los avances en el campo de la neurociencia y el incremento de la alopatía que sólo han ocultado sin solucionar el tema de la drogadicción. Tenemos que considerar que la adicción a las drogas, la miseria y falta de educación son el motor de la violencia, la inestabilidad social y la criminalidad en nuestro hemisferio, en el sentido de que es una enfermedad crónica del cerebro y se puede prevenir y tratar con resultados positivos. Sin embargo el fracaso político del Plan Colombia demuestra que la aplicación correcta de la ley y los esfuerzos juegan un papel crucial en la lucha contra el crimen organizado y en la protección de la seguridad pública, aunque ha aumentado la cantidad de droga producida y contrabandeada, no se puede solucionar sólo con arrestos y meter a los principales capos a la cárcel. Tal vez haya un punto medio en este contexto social y adictivo que no podemos ver, debido a nuestro punto de vista de criminalizar el consumo de la droga y no verlo como una enfermedad del sistema económico – político, y de la adicción cotidiana del ciudadano común. Debemos verlos con sentido común, basados en ciencia y evidencia, y evidentemente sin apartarnos de la salud pública y la seguridad ciudadana. El imperio del Norte anuncia una estrategia, que aborda el desafío de las drogas como un tema de salud pública, no sólo como un tópico de orden público. También rechaza las estrategias simplistas que sobre las drogas se discuten en nuestro hemisferio. El gobierno de Estados Unidos ha enfocado su estrategia sobre la prevención y tratamiento, en lugar del encarcelamiento y represión del aparato policial. Barack Obama ha metido en esta estrategia más de 10 mil millones de dólares en el presupuesto para destinarlo a prevenir y disminuir el consumo de drogas en el país de las barras y las estrellas. En este contexto de una nueva estrategia, ofrece apoyo para acceder a tratamiento contra adicciones. La ley de reforma de Salud no es sólo retórica, ya que brindará cobertura de seguro médico, por abuso de sustancias, a cerca de 60 millones de estadounidenses. La evidencia nos demuestra que no es sólo legalizar las drogas, sino tratar el problema individualmente al especializarnos al tratar individuos con adicción, y verlo como un problema mundial. Debemos guiarnos por la neurociencia y la evidencia basada en investigaciones científicas más recientes. Esta es la esencia de la política contra las drogas para el siglo XXI. (La Jornada, Mundo, p.p. 12- 20, 10 de Junio, 2013).

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