miércoles, 27 de marzo de 2013

La democracia mexicana

Nacional Ella está entre la supervivencia y la muerte La democracia mexicana Por: Carlos Damián 10 de Marzo, 2013 Una investigación oficial debería abordar la tortura México. - No pensemos mucho sobre la democracia mexicana, ya sabemos que es una miseria y que aún no ha logrado materializar nuestros sueños más ocultos e inmediatos, que son un fruto desde 1977, no podemos albergar un sueño oscuro de cavernas de autoritarismo oficial, porque si no hay condiciones en este largo andar, tenemos el riesgo de que no haya condiciones y el futuro está resultando, cada vez más difícil de enfrentar, y posiblemente mucho más lejano e imposible de alcanzar. En este contexto los partidos son los que asumen el riesgo de ser culpados por las desviaciones que el proceso democrático experimenta; ellos son los responsables de que la ciudadanía esté perdiendo la fe en las instituciones, y desde luego en las elecciones, y el escenario político en un pantano repugnante, apestoso a podrido, y posiblemente con una nostalgia húmeda, un retorno al pasado del filoso dinosauro. Mucha de esta culpa son los partidos, y ellos no la pueden negar, son ya conocidas sus personajes oportunistas, cleptómanos, corruptos y la impunidad entre ellos es total. Peor es su responsabilidad en el desempeño del poder cuando ganan y se imponen sus criterios, ineptitud, fobias, su odio de clase trabajadora y su capacidad de odio hacia el ciudadano. En esta línea de información es suficiente ver los doce años de desastre nacional, como se han destruido sueños, destruyendo perspectivas de desarrollo, ha llenado de lodo la política, ha corrompido a la sociedad y entregado el poder del estado a los poderes fácticos, y a la religión católica. Una característica especial es su poder para desvirtuar y corromper la participación ciudadana en las elecciones. Uno de sus íconos fue Vicente Fox (VF), al generar un terrible daño a la democracia al coludirse con los poderes de la iniciativa privada para impedir la democracia funcionara con el clímax que debiera hacerlo y tal vez impulsar a otras opciones políticas que tuvieran el camino abierto. Ojalá mi madre se pudra si vuelvo a votar por el PAN Todas estas torpezas y ocurrencias no fueron de un tonto ilustrado, que condujeron a un poder que ejercieron con un prepotente abuso de poder. A cierta distancia el tiempo nos impulsa a observar a esta enorme conjura entre el pequeño club de la derecha, y los sectores conservadores de la sociedad que llevó al poder a Calderón. Hasta antes del 2000, los mexicanos tenían una sed de sueños, con una confianza en la democracia, sin embargo, la triste realidad nos despertó brutalmente, cuando VF nos recetó una serie de medidas impulsadas todas ellas para destruir nuestra confianza, nuestra fe en el Estado laico, apareciendo la confusión, el agua comenzaba a apestar a mierda, el crimen organizado se convertía en un gran corporativo, aparecía de la nada una familia corrupta parida por una divorciada, Martha Sahagún, que vino a enturbiar aún más la relación, entre el Presidente soltero y el ciudadano común. En México, la cultura de los sondeos sobre credibilidad, análisis de tendencias de opinión aún no son conocidos, y las encuestas, las estadísticas no muestran gran cosa, ya que sólo se trata de manejar a los ciudadanos en edad de votar. Tal vez engañar al ciudadano mexicano extremadamente, manipulable y pervertible, que parece estar dispuesto a confirmar una tendencia de mercado. En el Estado de México, tiene un índice muy alto de abstencionismo y la desconfianza surge con facilidad porque los ciudadanos no tienen los instrumentos legales e institucionales que conviertan esa desconfianza hacia las instituciones. Mucha de la credibilidad perdida la tienen los mismos representantes del Estado, y uno de los componentes es la experiencia de 2006, el recuerdo de un IFE que no opera adecuadamente, sometido al presidente y a los poderes fácticos, de un tribunal electoral que llegó a la desvergüenza de resolver que los empresarios y VF habían violado la legalidad, pero que ello “no alteraba “ los resultados de las elecciones, entre otras, que permanecen ahí, todas ellas ominosas para el futuro de la débil democracia, y después la debacle con Felipe Calderón en el 2006, que fue un gran mazo que destruyó los pocos sueños que aún quedaban. Sin embargo 2012, nos destruyó completamente quedando reducidos nuestros deseos, sueños, ilusiones, completamente acabados, y resignados, con ese rasgo fatalista del mexicano. Todo el mundo observó los abusos del poder del Estado del PAN, como el juicio de desafuero en contra de Andrés M. López Obrador, todavía no esperábamos el comportamiento sucio de instituciones como el IFE y el TEPJF. Lo que redundó en una miseria nuestra confianza en estas instituciones oficiales. Los partidos han llegado a ser una pesada carga, unos parásitos horribles al ciudadano con cultura política, resultando evidente en el caso de la Cámara de Diputados dominada por el PRI, como se están haciendo tontos en el caso del asunto de la elección de los consejeros del IFE, alegando que a su mayoría le corresponde proponer dos de los tres candidatos al puesto. Otro aspecto atemorizante es el uso que le están dando a los medios de comunicación. Es evidente a todos los ojos del mundo como las televisoras, la radio, y la prensa han apoyado una publicidad fastidiosa, con falta de igualdad, que nos pasma y nos llena de temor que podrá suceder en 2013, con las ridículas amonestaciones hechas por las instituciones del Estado en contra del dinosauro, ya no sabemos como se van a seguir haciendo las cosas en el futuro, por la confusión creada por el Estado. Como observa el ciudadano común, a las instancias del Estado no le preocupa nuestro proceso democrático, ellos piensan en el robo sospechoso, acorralar a quien está fuera de la esfera del poder, y alejado de sus manejos perversos. El ciudadano angustiado observa como lo dejan fuera de las posibilidades de participación en política, anulando la obtención de un buen trabajo y el respectivo ascenso de clase social, obligándolo a permanecer toda su vida en un rincón socioeconómico. Ciertamente el ciudadano fatalista ve anuladas sus posibilidades de participación social y política, viendo sus manos atadas, aislado, con una impotencia provocada por los grupos de poder. La oligarquía tiene el poder de comprar y aplastar a los oponentes, y por medio de los medios de comunicación pervertir a la débil ciudadanía sin ninguna cultura política, aunado todo esto al comportamiento de los partidos, que claramente transitan en la línea delgada del crimen y la ganancia monetaria, aunque los mexicanos esperan que las instituciones se corrijan a tiempo. Se proyecta una polarización fatal, que provocará escenarios de amarga violencia, y dificultades inesperadas que nadie controlará. A la gran mayoría de ciudadanos no les importa que el poder faccioso del Estado, la nula institucionalidad, el peso desmedido que tiene la oligarquía, y el poder fáctico, se agrupen. Nada hay más desesperanzador para el futuro de la democracia como el que el gran poder de las trasnacionales y el petit comité, esté en contra de la ciudadanía y dirija todas sus fuerzas en contra de ella. (La Jornada, política, p. 10, 13 de Julio, 2011).

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