miércoles, 27 de marzo de 2013

El avance económico mexicano

Nacional El avance sexenal es escaso y raquítico El avance económico mexicano Por: Carlos Damián 9 de Marzo, 2013 Una investigación oficial debería abordar la tortura y el fuero militar México. - Al parecer en todos los ámbitos se han dado cuenta de que la economía mexicana dista mucho de ser el “navío de gran calado” que han presumido desde Los Pinos, y que los “tesoros” hallados en el golfo de México, no menguan el debilitamiento de la economía mundial, y que las perspectivas de la iniciativa privada no pueden considerarse precisamente positivas. En la más reciente encuesta sobre las expectativas en economía del sector que corresponden a julio de 2011, el Banco de México cuenta que los principales factores que podrían limitar el ritmo de la actividad económica en los próximos seis meses son: la debilidad de los mercados externos y de la economía mundial, con 26 por ciento del total de las respuestas, inseguridad pública, con 22 por ciento; inestabilidad financiera internacional, 18 por ciento y la ausencia de cambios estructurales en México, 17 por ciento. En este contexto, tales analistas reducen sus estimaciones en materia de crecimiento para el año, 2011 y para el siguiente 2012, de tal suerte que en el mejor de los casos, y con las uñas, la administración federal de F. Calderón cerraría con una tasa anual promedio de “avance” no mayor al 1.9 por ciento. En el Congreso de la nación, el centro de estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados considera que los indicadores económicos nos muestra el un crecimiento moderado debido a la posibilidad de una menor demanda mundial, el nulo crecimiento de la demanda interna y un aumento en la volatilidad financiera que afecta a los precios de las materias primas, metales preciosos y energéticos. La violencia y el vocabulario Es inevitable asociar el intercambio de impresiones entre Javier Sicilia, las demás víctimas de la violencia y Felipe Calderón, con otro acto de trascendencia nacional, el diálogo entre el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y el gobierno federal en San Andrés S’akamchen de los Pobres. Las condiciones actuales son muy distintas a 1996, y sin embargo de ambos discursos se desprenden dos aprendizajes que vale la pena resaltar. El primero la gran distancia del gobierno y la esfera de la política oficial frente a las experiencias y los reclamos de la población. En San Andrés, el gran esfuerzo que el EZLN y sus asesores le dedicaron a hablar, interpretar y traducir la realidad de los pueblos originarios, sensibilizó a una sociedad que había olvidado a los pueblos indígenas, pero el gobierno se mostró incapaz de escuchar, renuente a ver al otro como igual, con tal perfidia que aún no se cumplen los acuerdos de San Andrés en materia de derechos y cultura indígenas. Esa misma intransigencia se reflejó en Chapultepec, que hizo del dolor un infame reporte de gobierno, que convirtió preguntas legítimas en un simulacro de rendición de cuentas, que respondió a la exigencia de justicia justificando el ataque frontal contra el crimen organizado y eludiendo los reclamos legítimos de las víctimas al echarle la culpa a agentes estatales y municipales o a gobiernos del pasado. Reiteró el presidente que la estrategia de guerra no es negociable. El intercambio que mejor evidenció el difícil encuentro entre el presidente y Salvador Campanur, de Cherán, Michoacán, pueblo que desde hace meses se protege de la ilegal tala de sus bosques por parte del crimen organizado, con mecanismo de autodefensa propia de los pueblos purépechas. Salvador describió la situación actual como parte de una larga política de exterminio, que si ahora llega al clímax porque el crimen organizado está pelando la montaña al grado de dejarla irreconocible, tiene una larga historia de represión, racismo y saqueo por parte de empresarios, paramilitares y políticos porque, “a la agresión del estado y sus cuerpos represivos, se suma una criminalidad que cuenta siempre con el cobijo de las autoridades y la impunidad del sistema de justicia”. La emergencia que vive el pueblo y la mayoría de los pueblos indígenas en el país tiene que ver con la sobrevivencia de la gente, con un peligro inminente a perder la vida humana y la vida social y cultural de sus comunidades. Frente a la compleja realidad dibujada por Chava, la estrategia mediática del presidente fue responder en purépecha que “juntos trabajaremos para resolver el problema”, y enfatizar también, le preocupan mucho que los bosques de su tierra natal, están desapareciendo y en su lugar en tiempo de lluvia algunas localidades indígenas se pierden entre el lodo y las montañas que se desgajan sobre estos pueblos indígenas en la sierra purépecha. El simulacro del gobierno para entablar un diálogo de sordos, y que han “peleado por fortalecer a la política forestal”, es una dura lección, hay otro aprendizaje que nos llena de nuevo aliento: la capacidad de la sociedad civil de crear espacios de diálogo donde emergen lenguajes novedosos y dinámicos que permiten imaginar otras formas de actuar, y abriendo caminos posibles. En San Andrés, la burla al “diálogo” por parte de los representantes del gobierno contrastó con las dinámicas entre el equipo de asesores del EZLN y debates en los encuentro de la sociedad civil. En el castillo de Chapultepec, las intervenciones de las dos partes apuntaron hacia un nuevo diálogo, un nuevo vocabulario, que como arma necesaria para buscar salidas a este callejón sin salida y tratar de salir de este encierro violento actual. Entre los temas que se deberían abordar en una investigación es sobre las muertes generadas por la “guerra” contra el crimen organizado; la violación sistemáticas contra los pueblos indígenas; el desacato de las sentencias de la Corte Interamericana e Derechos Humanos, la impunidad; la lucha de los pueblos indígenas en defensa de sus recursos naturales, la violencia contra las mujeres, hombres desamparados sociales, y la ausencia de un esquema de protección para los activistas sociales. Tal vez han separado la basura de la retórica oficial. Expusieron enfáticamente que ellos son las familias agraviadas, y que “no queremos más muertes”, expresando que fueron ellos y los que se han sumado a restablecer el criterio que distingue lo aceptable entre lo inadmisible. Otro elemento que aportó la construcción de un nuevo sentido común, el reclamo por todas las víctimas: Julián LeBarón. Todos los muertos son nuestros, todos nos confrontan al fracaso del modelo social en el que hemos sobrevivido cada día. “Ustedes nos dirán que esas víctimas son criminales, pero hay que ver quiénes fueron estas víctimas, donde vivieron, bajo qué condiciones, en qué les fallamos. Vean bien, nuestros rostros. Escuchen bien nuestras palabras. Pregunto si somos criminales, ya que somos las bajas colaterales”. Para finalizar, el pensamiento de Norma Ledezma, otro componente que ha dotado de palabra justiciera a este movimiento social: “no se puede construir la justicia sepultando el pasado”. La justicia se inicia con una afirmación colectiva que asume a todos los muertos como nuestros, establece un mandato, y afirma criterios, escuchándose un eco lejano, ¡ya basta de muertos, y de bajas colaterales! (La Jornada, política, p.p. 16-17, 12 de Julio, 2012).

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