domingo, 10 de marzo de 2013

La apertura comercial

Nacional El abrir puertas del comercio indiscriminado La apertura comercial Por: Carlos Damián 29 de Enero, 2012 El tesorito de México en aguas del Atlántico México. - En diversos medios del extranjero en particular en la revista británica ‘The Economist’ se insiste reiteradamente que México está por entrar en un período de prosperidad importante. Tal vez si examináramos los argumentos que se manejan pudiéramos ver en que se fundan estos voceros de la supuesta prosperidad mexicana: primero, el costo de la mano de obra en México es mucho más reducida que en China. Se podría añadir la vecindad que tenemos con el Imperio del Norte, que para muchos inversionistas resulta una circunstancia favorable, en definitiva los auspicios no podrían ser mejores. En esta línea de “prosperidad” todo indica que México mantendrá la estabilidad económica de los últimos años. Para nuestros antiguos gobernantes como José López Portillo, en aquellos tiempos declaraba que nosotros debíamos “administrar nuestra riqueza”. Salvo esta pifia del pasado, y aún suponiendo tales asertos como ciertos, tendríamos ante nuestros ojos una inédita posibilidad para el país sin precedente, y valdría la pena discutir algunos aspectos de sus eventuales consecuencias y de sus efectos sobre la política y la sociedad mexicana. El economista estadounidense, Joseph Stiglitz, profesor de la universidad de Columbia, declaró en la última reunión en Davos que México había superado a China en “competitividad”, y suponiendo esto significa que nuestro país podría encontrarse en una situación de anunciada prosperidad, que el anterior gobernante Calderón, nunca nos lo pudo explicar adecuadamente, y correctamente. Dragón Mart; el imperio chino en terreno mexicano El centro de estudios económicos del sector privado (CEESP) alertó ayer sobre la posibilidad de que el proyecto Dragón Mart en Cancún, México no se encuentra dirigido al mercado mexicano sino que sea, en realidad, un antecedente para triangular el comercio internacional, a fin de “crear un acceso preferencial al mercado de Estados Unidos”, y usar a nuestro país como trampolín hacia el Imperio del Norte, aprovechando la posición privilegiada en el TLCAN. En ese caso sostiene el organismo, “estamos en la antesala de una pérdida de capacidades productivas y creación de comercio”. El CEESP, frente a semejante perspectiva, pidió una investigación gubernamental urgente, a fin de desechar la posibilidad de que el proyectado centro de acopio, exhibición y distribución de la industria china en nuestro país sea una fachada de prácticas desleales de importación, pues “no podemos ponerle la mesa del libre comercio regional a una economía que no practica nuestros mismos principios sobre la base de una competencia real”. En el mismo documento el organismo privado afirma, sin embargo, que “el libre comercio, como generador de crecimiento, progreso material y bienestar de naciones, es un postulado no sujeto a mayor cuestionamiento”. Por lo que se puede ver, se olvida que los cuestionamientos mayores al modelo de libertinaje comercial impuesto por el neoliberalismo en la mayor parte de los países vienen señalando desde hace por lo menos tres lustros los desastres sociales y los peligros económicos que entraña la aplicación indiscriminada y acrítica de tal postulado; la competencia comercial real es imposible entre economías y sociedades tan dispares y asimétricas como las de Estados Unidos y México. Tal vez debido a esa situación desde los años 90 del siglo pasado la industria nacional resultó prácticamente aniquilada por la incapacidad de competir con los productos extranjeros; otro tanto ha venido ocurriendo con la producción agrícola y los servicios financieros, y el país padece ya los efectos negativos en el sector comercial de la apertura a fortiori que nos recetan los gobiernos liberales, comenzando con el de Carlos Salinas de Gortari, continuada por los de Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón, y ahora el de Enrique Peña Nieto. Además de a perceptible bonanza para ciertos sectores minoritarios, esos fenómenos han dado lugar a un drama social extendido y profundo: la devastación en el campo mexicano, en particular la agricultura, crecimiento desmesurado de la marginalidad en las ciudades y un incremento exasperante de las desigualdades sociales. El beneficio económico para México En México tal vez no se haya entendido a carta cabal la supuesta prosperidad, en otras palabras: el ahorro en el costo de la mano de obra, que tanto aprecian los inversionistas, los potenciales inversionistas como en China, implica un estricto control de los sindicatos, y no debe haber la mínima posibilidad de debilidad, porque el juego de cartas se derrumba. Como los anteriores gobiernos emanados del PRI, el gobierno de Peña Nieto ha entrado al manejo férreo de los sindicatos, es consciente de tal situación, por lo que en el fondo de la cuestión, se vislumbra, con las reformas a la ley federal del trabajo, apenas con débiles voces fueron objetadas por círculos de trabajadores. En esta perspectiva se espera que el río traiga agua y no solamente ruido; desde luego se afectarían los derechos de los trabajadores, y por ende el agravamiento de las tensiones sociales, e incidiría en la lucha de clases. Que podríamos aventurar que este gobierno como el anterior de Calderón se está haciendo notar el odio hacia las clases sociales menos favorecidas de México. En esta línea de prosperidad no descartaríamos el incremento de la delincuencia, debido al derroche de la sociedad más dispuesta al gasto. Todos tenemos como ilusión un país próspero, pero no a cualquier precio. Aunque en esta línea económica veríamos a México como propiedad de los inversionistas, no nacionales sino extranjeros, y el desequilibrio y la injusticia representaría el rostro de nuestro país bananero. (La Jornada, política, p.p. 6-20, 28 de Enero de 2012).

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