miércoles, 27 de marzo de 2013

El caramelo retórico

Nacional Los siete enanos emocionados El caramelo retórico Por: Carlos Damián 12 de Marzo, 2013 El Presidente por la vía de la retórica crea un mundo infantil México. - El secretario de Hacienda, Ernesto Cordero (EC), crea un mundo de fantasía que el micrófono oficial machaconamente presume a diario y celebra “tasas de crecimiento económico, las más altas del país”. Pero alguien susurró en su oído: “serás lerdo, Ernesto, que el sexenio de Calderón no empezó en 2010, sino a finales de 2006, y lo que tú calificas como tasas históricas en realidad se cuentan ente las más bajas, y son equiparables con las registradas en la década perdida (los años 80).” Pero el sordo Cordero siguió con su crónica de fábula, y aplaude sus “grandes logros” de los dos gobiernos panistas al hilo y exigiendo a los blanquiazules “refrendar la presidencia de la República en 2012”. Aunque Vicente Fox, en pleno proceso electoral de 2006, dijo, “no se debe cambiar de caballo a mitad del río”. El amigo insistió, “No seas terco, que tu patrón prometió una tasa anual promedio de crecimiento económico no menor a 5 por ciento en el sexenio, y en los hechos, si las cosas van bien, alcanzará 1.9 por ciento, casi una tercera parte de lo ofrecido, y en el colmo de los resultados, se oyó una voz que dijo; ¡No inventes! Nada ni nadie lo hizo reconsiderar. En el éter como acostumbra. Ernesto Cordero continuó con su cuento de la lechera, y de la manga se sacaba “triunfos”, “logros”, “tasas históricas”, “avances nunca antes vistos”, y conexos que hacían reír a la audiencia. Pero llegó el OCDE, que le apestó su fábula, pues en el mejor de los casos el “crecimiento” mexicano durante Calderón no pasará de una tasa promedio de 1.9 por ciento, por abajo del 2.3 por ciento de su antecesor, el personaje de las ideas cortas y la lengua larga, y la menor en ocho décadas. Al mismo tiempo advirtió sigue siendo alta en el país, y es necesario fortalecer el potencial de crecimiento a largo plazo. “Debe aumentar su resistencia ante futuras crisis y garantizar que los niveles de vida se aproximan más a la media de los países integrantes de la organización”. De hecho subraya que México es un país caracterizado por su lento crecimiento económico y alta desigualdad. Como al parecer tiene problemas auditivos, Ernesto Cordero no registró nada, y todavía se aventó la puntada de asegurar en público que “hemos avanzado mucho, pero no hemos terminado porque es un proyecto de país humanista donde la familia es el centro de la política pública que todavía no hemos concluido”. Pero aparece la CEPAL, con mala leche que la caracteriza, donde apareció un letrero luminoso en la parte superior, que decía, hablar mal de México, es delito de lesa progenitora, según el inquilino de Los Pinos, y nos informa que casi 16 millones de niños mexicanos (cuatro de cada 10), “viven en situaciones de pobreza, con privaciones económicas y sin disfrute de pleno de derechos, que según convenciones internacionales, todo infante tiene derecho”. Lo anterior sin considerar el brutal efecto que en ellos provocó la crisis de 2009, y sus secuelas ni que el número total de pobres en el México real supera. Oficialmente, las 54 millones de personas. El señor Cordero insistió en lo de “tasas históricas”, porque crecimos a 5 por ciento, lo cual significa que “estamos creciendo aun ritmo acelerado”. Olvidó mencionar un pequeño detalle: un año antes la economía mexicana se desplomó 6.5 por ciento, de tal suerte que el resultado de 2010 no alcanzó para cubrir el hoyo de 2009. Aferrado presumió la “fortaleza” y “liderazgo” económico mexicano. Ellos sin olvidar la promesa de Calderón de que en 2040 la mexicana “será la cuarta potencia mundial”. Pero el Banco de México le reviró, “México es una de las economías emergentes con menos posibilidades de convertirse en un centro de crecimiento, pese al potencial que tiene el tamaño de su mercado interno. En 2025 no estará entre los principales países emergentes (Brasil, China, India, Indonesia, Corea del Sur, y Rusia), y que supondrán la mitad de la economía global. Así durante esta década el país quedaría rezagado”. Sin embargo, el Cordero de Calderón se extendió, y dijo que la economía mexicana es abierta y libre a la competencia, pero la OCDE le recordó que existen sectores en los que la “concentración monopólica u oligopólica constituye un dique a la actividad económica: transporte aéreo, los autobuses foráneos de pasajeros, la banca minorista, los productos farmacéuticos y las telecomunicaciones. En telecomunicaciones, el precio que paga un usuario que utiliza de manera moderada los servicios de telefonía móvil excede en 30 por ciento el promedio de la organización. En las telefonías fijas para uso doméstico y empresarial los precios superan en 67 y 82 por ciento, en promedio a los de las 34 naciones que conforman el organismo. Los servicios bancarios son también mencionados como un sector de alta concentración en pocas compañías. Los intereses cobrados, dice, “son altos, si se ponen en una perspectiva internacional”. El problema según el emocionado funcionario, es que los mexicanos no entienden de qué se trata, porque “lamentablemente la recuperación económica no es algo que se sienta de la noche a la mañana, ése es nuestro compromiso, esa es nuestra obligación, a eso estamos destinando las 24 horas del día, que poco a poco la recuperación económica llegue a todos los bolsillos de todos los mexicanos, y hay que trabajar muy duro, para esto: hay que tener muy buena política pública”. La retórica del Cordero de Calderón nos considera tontos a los mexicanos, pero no considera que 30 años no sea precisamente un período pequeño que pueda caber en el cerebro del funcionario público que insiste en “la recuperación no se siente de la noche a la mañana”. En su discurso la cruel realidad la tira al bote de la basura, y aunque le ponga dulce al sesudo monólogo, es más fácil que el diagnóstico real fuera acompañado de las decisiones adecuadas para sacar del hoyo al país, en el que ha permanecido durante tres décadas. Si con muchos discursos han manufacturado un país de fantasía, la cruel realidad de 30 años lo documenta. Cortinilla musical En Sinaloa se ha construido una cortina de música, y el gobernador no ha metido orden en su gabinete; pero ha permitido que el poder fáctico se consolide y mantiene a la población amagada y vulnerable a la violencia, pero lanza una campaña en contra de la ejecución de piezas musicales relacionadas con el crimen organizado, y en lugares de reunión donde se surtan de bebidas alcohólicas. Esta campaña de humo la ha sostenido con buenas razones: para combatir la apología del delito, pero sin impedir que se sigan produciendo las infracciones que dan cuerpo a formas culturales que corresponden a una realidad social y económica, que podrá ser moral y jurídicamente condenada. En regiones norteñas veremos el reflejo de esta campaña en contra del crimen organizado como un débil intento de sosegar a futuros líderes a capos de las drogas. (La Jornada, política, p. 8, 19 de Mayo, 2011).

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