viernes, 27 de febrero de 2015

Je suis Charlie

Nacional
Decisión equivocada del mundo musulmán
Je suis Charlie
Por: Carlos Damián                                       18 de Enero, 2015
Los hijos mataron a los hermanos 
México. -   La Comisión permanente del Congreso de la Unión condenó los ataques ocurridos la semana pasada contra el semanario francés Charlie Hebdo y legisladores de distintas bancadas –excepto PRI y PVEM- señalaron que México también debe hacerse cargo de resolver los cientos de asesinatos  y agresiones contra periodistas mexicanos. En tribuna la diputada Nelly Vargas (MC) sostuvo que según datos de la CNDH, desde 2000 en México han sido asesinados 97 periodistas; en 10 años otros 22 están desaparecidos, y desde 2006 se han reportado 42 atentados contra instalaciones de medios de comunicación. Angelino Canal (Panal) resaltó que los hechos ocurridos en Francia “deben ser un llamado de atención para México” para abordar los ataques y los periodistas con toda responsabilidad. Este escrito es con motivo de la tragedia del semanario Charlie – Hebdo (C-H). Esta tragedia obliga a repasar una de las frases de la revolución francesa y más republicana: legalidad, igualdad y fraternidad. El pueblo de París salió a las calles, por millones el domingo 11 de enero y esta manifestación fue en solidaridad con los periodistas asesinados y en defensa de la República y de los derechos y libertades  sin distinción de religión, profesión, nacionalidad, sexo y profesión.

Los asesinatos de los periodistas de C-H han impulsado globalmente el debate sobre la libertad de expresión y sus límites. Para algunos la libertad debe ser irrestricta, ya que es un gran éxito en la construcción de sociedades horizontales. En cuanto a otros dicen que esta libertad debe tener un reglamento para refrenar la lengua de aquellos que blasfeman a Dios, y en su caso insultan y se burlan de otras religiones. Sin duda  profirieron palabras injuriosos en contra del profeta Mahoma. Los periodistas estaban conscientes que caricaturizaban y que millones de musulmanes se sintieron ultrajados, y burlados con el sarcasmo francés, pero reivindicaron su derecho al blasfemar contra representaciones y símbolos sagrados. Sus punzantes caricaturas no se quedaban en el terreno de lo político, invadían el terreno religioso, político, económico y sociocultural. Sus cartones y tiras cómicas estaban dirigidos hacia encumbrados magnates empresariales, políticos y reconocidos socialités. El humor de estos periodistas es ácido, con ironía mordaz y cruel que tiene ejemplos en distintas partes del mundo y su humor ridiculizaba a los  representantes de estos poderes en la sociedad francesa. Sin embargo tuvo repercusión y el salvaje atentado de la masacre en las instalaciones de la publicación francesa, es un caso límite. En este punto de quiebre pagaron un alto precio los periodistas que desnudaban con su humor los excesos de estos fanáticos islamistas, ya que al parecer los integristas se pusieron en acción el 7 de enero en París, apoyados por el gran movimiento religioso, económico y político de los creyentes del profeta Alá.

Con esta acción los ciudadanos de Francia impidieron que políticos y gobernantes de cualquier color hicieran suya la demostración con el mantra: “yo soy Charlie”. Estas palabras también toca nuestro corazón si recordamos el reciente mantra mexicano, “todos somos Ayotzinapa”, que mueve sentimientos, acciones y recuerda la violencia, desapariciones y miles de muertes hace que la sangre de nuestros muertos nos envuelve como un holocausto. En Francia se vive la consigna de un librepensador, han aprendido a prescindir de Dios y a detestar el poder y su gozo perverso. El amo de todo investigador, profesor y estudiante libertario es el saber. Esta retórica le da coherencia al raciocinio, los tranquiliza y la situación social lo legitima. Ellos han recibido una agresión, han sido blancos de un atentado y esta audacia que comparte una total insolencia, los ha herido, y ha herido a los periodistas que son autores de Charlie-Hebdo, ya que esta revista compartía los valores franceses, reírse de nuestra propia coherencia, con sarcasmo y burla. Todos estos franceses no han impedido que su trabajo cambie su punto de vista, y más allá de sus comodidades y contingencias materiales, que algunas veces no tienen, esto no impide tener vacaciones. Aunque vivan en medio de libros los intelectuales, los profesores que frecuentan a personas educadas, refinadas, elegantes y cultas.

Estos profesores consideran obvio a la libertad encabezando al pueblo (pintura de Eugène Delcroix, 1830) y Candide de Voltaire son parte del patrimonio  de la humanidad. En el Discurso de Dakar lo explico el presidente francés Nicolas Sarkozy en la Universidad de Dakar, Senegal, 2007; donde declaró que “el drama de África es que el hombre africano no ha entrado bastante en la historia”; ya es hora de que este grupo de ignorantes conozcan a Voltaire. Estos asesinos de Charlie han perpetrado una serie de muertes abominables, pero más terrible es que ellos hablen francés y con el acento de los suburbios de París, al escuchar lo que traman estos ignorantes, los trauma porque se parecen a nuestros alumnos, y al repasar sus palabras los hace sentir culpables, a pesar del compromiso cotidiano de estos profesores, investigadores no se sienten librados de este garrafal error. Tal vez han dejado de lado el compromiso de los valores republicanos, tal vez estos funcionarios de un Estado no cumplen con sus cotidianas obligaciones; los ciudadanos franceses es normal que se quejen del aumento de impuestos, son contribuyentes que pueden sacar de las exenciones fiscales, y que han permitido que el individuo prevalezca sobre lo colectivo;  estos ciudadanos franceses no intervienen en política y a veces se burlan de quienes lo hacen; tal vez estos investigadores, profesores y estudiantes han aprendido a prescindir de Dios y a detestar el poder y su gozo perverso, y tal vez son responsables de esta situación.

Los periodistas de Charlie-Hebdo son nuestros hermanos, y ciudadanos franceses y como hermanos los lloramos. Los asesinos eran huérfanos, criados en internados bajo tutela del Estado, aún así podemos considerarlos como hijos de Francia, y así estos asesinos han matado a sus hermanos. Se ha configurado un holocausto francés, y en cualquier cultura provoca un sentimiento de vergüenza y pena que ha provocado un sentimiento difícil: vergüenza y cólera. Con estos encontrados sentimientos se acusa a otros, pero es un escupitajo que se lanza al aire y se les devuelve y los ensucia. En ninguna parte del mundo ni los ciudadanos franceses hablan de esta vergüenza, nadie quiere asumir esta responsabilidad, y es del Estado al instruir a sicóticos, imbéciles y locos, que al final se convierten en juguetes de manipuladores perversos. En este contexto de instrucción se observa la responsabilidad de la escuela a la que se le privan los medios y apoyos económicos; se incluye la responsabilidad de una política urbana que estaciona a los esclavos modernos entre los cuales se pueden mencionar: los indocumentados, los migrantes sin nombre, aquellas personas que no tienen credencial de elector,  los que no tienen licencia de conducir, y hasta aquellos que carecen de dientes, y viven en alguna cloaca suburbana, (La Jornada, Adolfo Gilly),

Lo que mató a los periodistas fue la reacción fanática de los criminales del Isil. No creemos que el fanatismo sea un atenuante, sino el grave motivo que impide construir sociedades diversas, y que los franceses se consideran multiculturales. El itinerario de estos irreverentes que no respetan la jerarquía, y el sentido del humor francés. Del tintero sale a relucir un libro: How the idea of Religious Toleration Came to the West, de Perez Zagorin, Princeton University Press, 2003.No dejemos de mencionar a los políticos corruptos, a la impunidad de la que gozan a pesar de que son rateros de cuello blanco, los políticos actuales que nunca comprendieron que los valores se practican con el ejemplo. Abran los ojos y aumenten la visión de los ciudadanos franceses para que traten de comprender cómo se ha llegado hasta aquí y en consecuencia tratemos de construir una sociedad, laica, libre, culta, igual y más fraternal. (La Jornada, política, p.p. 2-17, 21 de Enero, 2014).

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