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Nacional 
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El número es mayor, al referirse a la ordeña de
  ductos en la República Mexicana  
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Desmantelamiento y claudicación  
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Por: Carlos Damián                                       20 de Febrero,
  2015 
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Los cañerías y la propaganda del gobierno federal 
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México. -   En un comunicado
  difundido ayer (17/02/14), por Pemex, informó su decisión de abandonar  las labores de transporte de petrolíferos
  terminados  - como gasolinas y diesel-
  mediante su red de ductos en el territorio. Según la empresa productiva del
  Estado, la determinación obedece al creciente robo de combustible en su
  modalidad de ordeña de ductos; en
  lo sucesivo sólo se transportarán a través de esas redes los petrolíferos no
  terminados, como forma de tratar de quitarle incentivos su sustracción ilegal
  y posterior robo que los legisladores no han tratado con dureza a pesar de
  tratarse de un estratégico energético nacional. Con independencia de las
  razones esgrimidas por la compañía Nacional, es inevitable vincular la medida
  anunciada ayer con el brutal recorte 
  presupuestario anunciado por la Secretaría de Energía hace unas
  semanas en el sector energético y particularmente en Pemex y la CFE, empresa
  nacional dedicada a la producción de electricidad, a consecuencia entre otros
  factores, del desplome en las cotizaciones internacionales del crudo, que ha
  derivado en una baja en las expectativas de ingreso de divisas al país.  
A ese factor coyuntural se suman otros, como la creciente importación
  de gasolinas y la falta de construcción de refinerías, que nunca pusieron en
  operación por orden de Estados Unidos debido a que en ese país faltaba el
  energético para hacer funcionar sus múltiples refinerías que han llevado a
  ese país a ser el imperio por excelencia. Estas refinerías han mermado la
  capacidad de abasto de combustibles por parte del Estado y de Pemex y han
  tratado de llenar ese hueco propagando una más de sus torpezas al anunciar
  que van a traer petróleo de Estados Unidos producto de la extracción de
  lutitas sumamente tóxico y se van a llevar refinados nacionales del país,
  como un pago a sus servicios. Las circunstancias descrita en suma, pone en
  perspectiva un proceso de reducción y desmantelamiento de las capacidades de
  Pemex, que no se explica sólo como resultado de los términos privatizadores y
  entreguistas de la reforma energética del gobierno federal y que fue aprobada
  durante la actual legislatura. Por el contrario dicho desmantelamiento ha
  formado parte de la agenda de las más recientes administraciones federales,
  incluida la actual: desde la reclasificación de los productos petroquímicos
  básicos –cuya producción estaba reservada al Estado- en secundarios  durante el gobierno de Miguel de la Madrid
  hasta la aprobación de la reforma energética de Peña Nieto, pasando por la
  creación del esquema Pidirigas durante el sexenio de Ernesto Zedillo y de los
  llamados “contratos incentivados de servicios” durante el período de Felipe
  Calderón.  
Petróleo mexicano de humor negro 
Se ha visto que dentro de Pemex –compromisos de transparencia, y
  apertura- y el gobierno todo es miel y sonrisas, pero en las turbias cañerías
  de la política nacional se observa todo en sentido contrario.  Esta situación embona perfectamente con la
  práctica gubernamental pero destaca el caso de la “reforma energética” y la
  cesión del petróleo nacional al capital privado. Cuando se presentó en
  sociedad el inquilino de Los Pinos en 2013, aseguró que uso de sus pilares
  –objetivo del Estado mexicano- era la “reforma” energética y convertir a la
  compañía propiedad del Estado en un consorcio transparente, y que tuviera las
  mejores “prácticas de transparencia de obras, las adquisiciones y los
  contratos de utilidad compartida con particulares”. Esta sospechosa
  iniciativa fue presentada por legisladores levanta dedos sin cerebro, sin
  ideales, y sin deseo de superarse en materia humana, pero promulgada con
  elegancia, y siempre acompañada de la música de fondo y la transparencia
  mexicana. En una segunda etapa (agosto de 2014), se promulgó y pasó lista de
  presentes con un ganchito para cada uno de los partidos que acudió a apoyar
  la ley reglamentaria de la “reforma” y el coro de nitidez se escuchó a todo
  volumen y en cada uno de los múltiples discursos vacíos que apoyaron a la
  venta de la gallina de los huevos de oro.  
El “compromiso” de los reformadores siempre fue la “transparencia” en
  materia energética, y como siempre se ha insistido e independiente de que el
  teatro de la abundancia se le desmorona al gobierno federal, por la fuerte
  caída de los precios del petróleo, desplome que ha “desestimulado” a los
  inversionistas mexicanos porque a las trasnacionales extranjeras no ha
  decaído su interés ni un ápice. Todas las organizaciones junto con el
  gobierno federal son los menos interesados en que se haga público el
  contenido de contratos, concesiones y conexos a la hora del reparto del
  pastel de oro negro antes propiedad de la nación. Esta situación ha resultado
  “una de las propuestas de modificación a la Ley General de Transparencia que
  formuló el gobierno federal (al Senado de la República), va en el sentido de
  evitar que se haga pública la información relacionada con la reforma energética.
  En este contexto el escrito que el PRI 
  y su cómplice PVEM presentaron ante las comisiones dictaminadoras –que
  incluye 82 cambios elaborados por el consejero jurídico de la Presidencia de
  la República- se proponen eliminar la 
  obligación de dar a conocer contratos, permisos, alianzas, y
  sociedades que el Estado suscriba con empresas nacionales y extranjeras en
  materia de explotación de petróleo”. (La Jornada, Andrea Becerril), o lo que
  es lo mismo exactamente lo contrario de lo que han bombardeado con publicidad
  a todo el territorio Nacional, estos sinvergüenzas.  
Gobierno
  mendaz y sinvergüenza 
Sólo se escuchó la voz de un par de senadores “advirtieron que es
  imprescindible que esa información sea pública, ya que los mexicanos tienen
  derecho a saber que ocurrirá  con los
  hidrocarburos, luego de la reforma que permite el regreso de las petroleras
  extranjeras al país y el riesgo de que las ganancias se las lleven las
  trasnacionales. El sector energético deber ser un ente obligado a abrir y
  proporcionar información sobre su operación y actividad, ya que nada
  justifica que las operaciones y decisiones que se tomen durante  el proceso de apertura y privatización sean
  omitidas de la ley de transparencia. La información que existe en materia de
  exploración, extracción, producción y refinación del petróleo debe ser
  pública; también la relativa a los contratos que se firmen en este
  sector.  La ciudadanía tiene todo el
  derecho de saber los ingresos, costos contribuciones, prestaciones,
  contraprestaciones que deriven del sector energético”.  Aprobada la ley reglamentaria de la
  “reforma” energética, Pedro Joaquín Coldwell, difundió que la legislación
  aprobada “garantiza transparencia en el otorgamientos de contratos a empresas
  privadas” pues “ni una sola institución va a otorgar contratos en solitario,
  ni de manera disfuncional”. Una gran mentira que después el gabinete de Pena
  Nieto desmentirá. 
El objetivo evidente de los sucesivos gobiernos neoliberales ha
  consistido en devaluar sistemática y deliberadamente la industria energética
  propiedad de la nación. Ahora, ante el incremento en el robo de combustibles
  de los ductos de Pemex –que ha generado pérdidas anuales por alrededor de 5
  mil millones de pesos- , el anuncio que se dejará de transportar esos
  productos equivale a una renuncia ´tacita del Estado a aplicar los recursos y
  medidas a su alcance para combatir ese fenómeno delictivo, empezando por el
  combate a la corrupción que campea en las oficinas de la compañía, y sin la
  cual no podría entenderse la implicación de dirigentes sindicales en la
  ordeña de ductos de terminados, como se dio a conocer hace unos días. El
  anuncio realizado ayer (17/02/15), por Pemex da cuenta, en suma, de una
  conducción corporativa que resulta doblemente agraviante para el país: por un
  lado, porque ha reducido y devaluado el patrimonio nacional y provocado una
  merma en los activos nacionales, y por el otro, porque constituye una
  abdicación tácita a la obligación irrenunciable del gobierno de combatir
  delitos como el robo de combustible en los ductos de la empresa. Se ha
  enviado de esa forma, un mensaje que desalienta a la sociedad y una señal
  equivocada a los inversionistas. (La Jornada, política,
  p.p. 2-26 Febrero 16, 2015). 
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viernes, 27 de febrero de 2015
Desmantelamiento
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