domingo, 25 de noviembre de 2012

Los rostros de la barbarie

Nacional México y España Los rostros de la barbarie Por: Carlos Damián 26 de Septiembre, 2012 La salvaje reforma y más miseria en México México. – Mientras en la ciudad de México (25/9/12) cientos de sindicalistas, activistas sociales y ciudadanos comunes protestaban contra la reforma laboral, en Madrid, una convocatoria lanzada en redes sociales para realizar una “cerco” al Congreso de la nación ibérica, en reclamo por los programas de austeridad de Mariano Rajoy, ésta derivaba en enfrentamientos entre manifestantes y fuerzas del orden, con saldo de decenas de heridos y detenidos. Más allá de la coincidencia anecdótica en la fecha, ambos sucesos tienen como denominador común el descontentos social hacia gobiernos y representantes populares que no han podido o no han querido abandonar la ortodoxia neoliberal que desde hace una décadas ha arrasado entornos sociales en diversos países de América Latina entre ellos México, y que ahora reproduce el esquema en naciones europeas como España, colocadas en situación de crisis económica y fiscal. En conjunto esta agresión a los trabajadores por quienes deben procurar el bienestar de sus respectivos poblaciones es la presión ejercida desde las cúpulas de un poder económico aferrado a los principios neoliberales de alta rentabilidad, supervivencia de los más fuertes y depauperación programada del grueso de la población en beneficio de unos cuantos. Puesto en situación de crisis, como ocurre en la nación con estabilidad macroeconómica, como las que supuestamente imperan en nuestro país, el capital no vacila en sacrificar a las mayorías para defender sus propios intereses financieros y económicos, y para ellos se vale de la sumisión de autoridades y legislaturas; así ha ocurrido en España, con el aval a medidas de austeridad y recortes presupuestarios que se traducen en pérdidas sociales en materia de educación, salud y bienestar en general, y así sucede también en nuestro país, donde las bancadas legislativas discuten una reforma laboral, que facilitará la explotación de los trabajadores. En España donde ya se aplicó la iniciativa, los bancos trataron de estimular el mercado de manera artificial, facilitando el acceso a tarjetas de crédito, lo cual sólo empeoró la crisis, pues el salario y el empleo no se han recuperado y no pueden sustentar un nivel de consumo basado en un poder ficticio. Nosotros consideramos que esta reforma va a tener para el país, “graves en extremo y en pocos años vamos a estar en una delicada situación crisis social de desempleo y en medio de una profunda crisis política. No se trata de ser catastrofista sino de reflexionar en lo que ya hemos visto: nos obligan a llevar una situación peligrosa y a una reforma laboral sin sentido, cuando los demás países ya vienen regresando, precisamente por las graves crisis sociales que han acumulado, producto de reformas similares”. Los legisladores mexicanos están dando “un paso al vacío y lo hacen por consigna: no analizan, ni miden los efectos que van a provocar, no sólo para la clase trabajadora, sino para el país”. Lo que en realidad requiere “es una reforma patronal de fondo” para cobrarles impuestos. “En el exceso, pretenden que sea el empresario quien decida si le estallan la huelga o no. Entonces, reglamentan para impedir que se ejerzan los derechos constitucionales, deberíamos fijarles salario por hora y contratos a prueba a diputados, senadores y legisladores en general, lobistas, empresarios, periodistas afines al régimen y al presidente también”. En los hechos, “se trata de una contrarreforma laboral. Si ahora con la vigente LFT hacen lo que se les pega la gana, enviando golpeadores a tomar instalaciones, minas, amenazando a los trabajadores, generando pocitos que llaman minas donde se suicidan los mineros, imponiendo contratos de protección, sindicatos blancos, evadiendo obligaciones legales y tantas otras cosas, entonces, ¿Qué más harán con la nueva reforma laboral? Ante tal situación se espera que este país sea inhabitable. La reforma laboral nunca fue de consenso, fue impuesta por “el presidente del empleo”. El Congreso es irresponsable, no mide consecuencias, y el país está en manos de la élite del dinero, del poder fáctico, y de los corporativos de televisión. A pesar de que tenemos más empresarios corruptos que líderes sindicales corruptos nadie a ellos los tocan: no pagan impuestos, no trasparentan su situación fiscal, nunca reportan utilidades, no invierten en seguridad, higiene, capacitación para los trabajadores, y por sus negligencias criminales mueren miles de trabajadores. Se da mucha importancia a la transparencia sindical, pero nada dicen de la suciedad en la clase empresarial, protegida y apapachada por el gobierno, no sólo le han dado lo que ha querido sino que ahora tienen una política y una ley favorables, un esclavismo disfrazado para explotar la mano de obra como en campos de concentración, como lo hacen empresas de Germán Larrea, Alonso Ancira y Alberto Bailleres. Se debería impulsar una gran reforma hacendaria para patrones, personas con una enorme fortuna personal, y gravar impuestos a la bolsa mexicana de valores; que cambie la mentalidad de esclavistas, que sean solidarios con sus trabajadores y también con México. La reforma no está dirigida a los líderes corporativos como: Joaquín Gamboa Pascoe, Víctor Flores, y otros; que se bajan los pantalones para mantener sus privilegios. A la vista tenemos un futuro delicado que refleja el gran resentimiento y el odio de clase social que Calderón nos mostró. Ellos son un ejemplo nítido con el perverso, entreguista y corrupto Javier Lozano. Esta reforma laboral va a legalizar la informalidad y agudizará la precariedad laboral que enfrenta la mayoría de la población. A la luz de los elementos mencionados, las situaciones de España y México constituyen, en el momento actual, dos expresiones de la persistencia y el avance de un modelo económico y social depredador impuesto con el apoyo de autoridades que no gobiernan para sus ciudadanos, sino para un puñado de intereses económicos y financieros, y que representa, en suma, una forma moderna de barbarie y un retroceso de la civilización y convivencia. (La Jornada, economía, p.p. 26-38, 26 de septiembre de 2012).

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