domingo, 16 de diciembre de 2012

Asilo digno

Nacional La rebeldía completa: Julian Assange Asilo digno Por: Carlos Damián 18 de Agosto, 2012 Persecución ominosa al informador México. – El gobierno ecuatoriano, presidido por Rafael Correa, anunció el jueves (16/8/12), la concesión de asilo diplomático al fundador de Wikileak, Julian Assange, quien se encuentra refugiado en su embajada en Londres desde el pasado 19 de junio. Como se recordará, hasta esa fecha el australiano estuvo casi dos años sometido a arresto domiciliario en territorio inglés, como consecuencia de una demanda de extradición de Suecia para interrogarlo por presuntas agresiones sexuales, sin que hasta la fecha exista contra él una sola acusación formal. El también directivo de Sunshine Press ha expresado su temor de que la extradición a Suecia sea sólo una coartada para entregarlo al gobierno estadounidense, el cual, sin investigación de por medio, lo ha acusado de colaboración con terroristas por la tarea llevad a cabo en Wikileaks, al dar a conocer cientos de miles de documentos secretos del Pentágono y del Departamento de Estado. Tales revelaciones han confirmado la comisión de crímenes de lesa humanidad por las fuerzas militares de Washington en Afganistán y en Irak, que ha documentado el permanente e ilegal injerencismo de Estados Unidos en prácticamente todos los países en los cuales mantiene representaciones diplomáticas. La decisión de las autoridades de Quito de dar protección al informador perseguido tendría que ser considerada un trámite rutinario de aplicación del derecho internacional –particularmente de las convenciones de Viena y de Caracas- y de las leyes ecuatorianas, ante la cual el gobierno británico no tendría que objetar la salida de Assange, mediante la expedición de un salvoconducto, de la sede diplomática hacia el aeropuerto, y de allí a Ecuador. Pero los amagos de Londres de impedir a toda costa la partida del periodista han generado ya una crisis diplomática que contrasta con la insustancialidad de la investigación por delitos sexuales, y la dejan ver como una coartada para llevar a cabo una tarea política mayor, la de cobrar venganza contra el australiano por haber evidenciado algunos de los aspectos más impresentables del poder público en decenas de países. Si algo corrobora esa presunción es el conjunto de atropellos perpetrados por Washington contra el soldado Bradley Manning, acusado de haber entregado a Wikileaks la documentación que prueba los crímenes de guerra cometidos por los invasores en Afganistán e Irak. Mientras los autores materiales e intelectuales de esas atrocidades permanecen libres e impunes, el hombre que presuntamente dio a conocer sus delitos ha sido sometido a torturas, largos períodos de aislamiento, y a la postre al juicio de una corte marcial que podría condenarlo a cadena perpetua. Se configura de esta forma un escenario poco usual, en el cual un gobierno democrático latinoamericano sale en defensa de los derechos humanos, la libertad de expresión y la integridad de un perseguido internacional, en tanto las autoridades de Washington, Estocolmo y Londres, que tanto se precian de promover la libertad, la justicia y la democracia. La información es un peligro El Reino Unido con descaro evitando en lo posible la legislación vigente y espíritu de la diplomacia contemporánea, se atreve a amenazar a Ecuador, que en ejercicio de sus facultades de soberanía ha decidido dar protección a un australiano al que el gran imperio del norte pretende castigar por haber cometido el gran pecado de dar a conocer al mundo los frutos del árbol tecnológico del bien y del mal, obtenidos mediante especializadas maniobras de tecnología de internet. A pesar de las amenazas de revocar el estatus diplomático de la embajada de Ecuador, e incluso entrar por la vía de las armas y hacerse del fundador de Wikileaks para someterlos a un juicio en Suecia relacionado con cuatro acusaciones por delitos sexuales (relaciones de sexo consensuadas con sus mujeres de la vida pública). Lo que visualizamos en este episodio, es la guerra del poder imperial contra las nuevas formas tecnológicas de información, que han roto las viejas formas de entendimiento y predominio de gobiernos opacos y medios de comunicación tradicionales. En México no somos una excepción y vivimos un escalamiento parecido, que en consonancia con el previsto retorno de añejas prácticas controladoras a Los Pinos ha ido abonando en los medios convencionales y en el ejercicio periodístico las certezas de la intolerancia a la crítica, la promoción pecuniaria del halago por sistema y la amenaza de la separación, la agresión y el exilio. Las razones del retroceso mexicano son las mismas del abuso de Londres: hacer que se vean los entretelones sombríos y violentos del ejercicio descarnado del poder crea conciencia de esos peligros y alienta la crítica y la oposición. El castigo a MVS, las presiones contra Carmen Aristegui y el veto a Carlos Slim forman parte de una guerra de poderes en la que el periodismo esta bajo fuego. Con Lydia Cacho fuera del país por nuevas amenazas, con periodistas muertos a los que en el estado de Veracruz ahora se pretende dar por ejecutados en función de que ellos mismos habrían causado la muerte de otros comunicadores. Fue la primera explicación de Felipe Calderón cuando jóvenes de Ciudad Juárez, Chihuahua, fueron asesinados, y es la eterna versión dada para explicar los supuestos “enfrentamientos”. Estos países que tanto presumen su sistema de justicia y sus libertades neoliberales son tan hipócritas que están participando en una concertación trilateral para aplicar en Assange un escarmiento a todo ciudadano de cualquier país del mundo que ponga al descubierto la turbiedad y la suciedad del poder, y en general, para preservar la opacidad y la impunidad de las acciones gubernamentales en casi todo el mundo. En cuanto a la amenaza inglesa, de recurrir incluso a un asalto al edificio diplomático de la legación ecuatoriana para capturar a Assange, denunciada anteayer por el propio Correa cabe señalar que tal despropósito no tiene fundamento legal y que su realización sería un acto de inadmisible salvajismo. Las autoridades de Londres no deben descender a simas de barbarie semejantes, lo procedente es que, a la brevedad, otorguen un salvoconducto a Assange para que pueda abandonar el territorio británico. Para lograrlo será fundamental la movilización de la opinión pública mundial, que tanto debe, en materia de transparencia, democracia y acceso a la información, a Wikileaks y a su fundador. (La Jornada, política, p.p. 6-8, 17 de Agosto de 2012).

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