domingo, 16 de diciembre de 2012

Avances y retrocesos

Nacional El gobierno de la Ciudad de México Avances y retrocesos en el país Por: Carlos Damián 18 de Septiembre, 2012 Marcelo Ebrard: avezado reformador en el D. F. México. – El último informe de gobierno de Marcel Ebrard da pie a una revisión de lo logrado hasta ahora en la capital del país en los pasados seis años, así como de las tareas pendientes y de las decisiones equivocadas. En primer lugar, en el Distrito Federal la izquierda gobernante refrendó abrumadoramente, en los comicios pasados, el respaldo ciudadano a tres lustros de gobiernos progresistas y con orientación social que, guste o no, han colocado a la entidad a la vanguardia del país y la han vuelto excepción en el entorno nacional, desgarrada por la violencia, la falta de políticas sociales y el poder patrimonialista. A los avances en materia de bienestar social de la administración anterior se suma, en ésta, una notable ampliación de las libertades y los derechos, particularmente por lo que hace a los de sexo y reproductivos. La despenalización del aborto y el matrimonio entre personas del mismo sexo son los principales logros. Por añadidura, la política social se heredó la administración de Ebrard ha sido preservada y ampliada, y ello ha permitido mantener un avance constante en los índices de desarrollo humano. Saldo positivo no menor es que el Distrito Federal ha podido mantener relativamente a raya a la delincuencia organizada. Hasta ahora, en el espacio capitalino, los enfrentamientos y los combates han sido excepción y no norma cotidiana, como ocurre por desgracia en otras entidades. Esta situación no sólo denota una mayor eficacia policial, sino también confirma la pertinencia de atacar a la criminalidad desde sus raíces mediante una política social resuelta y definida. El ciclo de gobierno progresistas en el Distrito Federal ha debido enfrentar la hostilidad y el acoso de dos administraciones federales –la administración de Vicente Fox y ahora la de Felipe Calderón- contra la ciudad y los gobernantes. La animadversión de los gobiernos panistas y del Legislativo dominado por el PAN y por el PRI, se ha manifestado en diversos ámbitos: el manejo malintencionado de los recursos hídricos por la Comisión Nacional del Agua, el golpe que significó para el Valle de México la súbita eliminación de la empresa que manejaba la electricidad: Luz y Fuerza del Centro y el constante golpeteo presupuestal y legislativo que ha impedido a la capital disponer de los presupuestos y del marco jurídico adecuados para su desarrollo. Por añadidura la urbe sigue llevando a cuestas el peso de su propio y enorme desarrollo gigante, y ello se expresa en fenómenos de contaminación, inseguridad, transporte y tránsito vehicular que no han podido ser resueltos. Especialmente preocupante es la inoperancia del transporte y de la vialidad, que cobra a los habitantes de la capital de México un desmesurado impuesto en tiempo y vida, y que no ha sido solucionada con la ampliación del transporte metropolitano, los corredores “cero emisiones”, el impulso al ciclismo, el desarrollo del Metrobús y la obra vial acumulada de dos sexenios, que es mucha. La izquierda política en el Distrito Federal Marcelo Ebrard va cerrando con éxito su responsabilidad política al entregar a la ciudadanía su sexto informe de actividades como jefe del gobierno capitalino, este buen éxito va abriendo camino a su a su máximo reto al sobrevivir políticamente durante cinco años, para alcanzar la candidatura a la presidencia de la república en conjunto con una amalgama de fuerzas, llamadas de “progreso”, con sus respectivos formas y contenido que se prefiguran en estos años. Este personaje fue educado en época del salinismo, bajo la tutela de Manuel Camacho Solís, este período que está por completar, a comparación de sus anteriores gobernantes como: Cuauhtémoc Cárdenas y AMLO, no lo hicieron, llevados por nuevas aspiraciones electorales que los llevaron a la separación de su cargo en esos años. Con este personaje político se han cumplido tres ciclos consecutivos del movimiento de izquierda en el poder, y a pesar del cuadro nacional de descomposición, el funcionamiento institucional en la capital del país es fluido y aceptable, en razón del tamaño de la metrópoli predispuesta al caos y los retos que han sabido sortear la violencia desbordada en otras latitudes, en virtud de esta aceptable seguridad se ha vuelto común mencionar en México, lo que antaño era difícil citar este grado de seguridad. Aunque es digno de mencionar que este personaje no era un hombre de izquierda, sino un reformista de origen salinista al que los avatares de la política han llevado al PRD, también impulsó reformas legales que su antecesor, AMLO, no quiso apoyar, tanto por cálculos electorales como por convicción propia en asuntos de sexualidad. Marcelo Ebrard se enfrentó a emponzoñados personajes de derecha como el cardenal de Guadalajara, Juan Sandoval Íñiguez. En el terreno personal cruzó con dignidad varios campos minados: el desierto al que fue lanzado por el grupo afín a Camacho luego del asesinato de Luis Donaldo Colosio, los linchamientos de Tláhuac cuando era responsable de seguridad pública en D. F. y la pantanosa resolución de la candidatura para presidente del PRD frente a un determinado AMLO. Aunque resulta zozobrante la manera en que acabó tomándose y saludando al Felipe Calderón a pesar de que había prometido evitar cualquier forma de reconocimiento al inquilino de Los Pinos. Ebrard es un personaje con falta de carisma, predispuesto a favorecer a dudosas empresas que suelen generar retribuciones no fiscalizables, regido por la filosofía Carlos Salinas-Camacho Solís de las concertaciones y de una cosmética de reformismo político, deja su oficina frente al Zócalo con claras intenciones de ocupar la oficina presidencial de Palacio Nacional, que da frente a la Plaza de la Constitución. En este punto resulta preocupante y lamentable el giro privatizador introducido por el gobierno de Ebrard en la construcción de vialidades. A diferencia de lo hecho en la administración anterior, que construyó obras de gran importancia y de uso gratuito, la actual optó por entregar grandes tramos de espacio público a una explotación concesionada y de paga, lo que implica sacrificar el interés público a intereses privados. Se distorsiona, con estas acciones, el sentido social del proyecto gobernante en la Ciudad de México. Cabe esperar que el nuevo gobierno sea capaz de restaurar en este punto, por convicción propia o por la presión social, la coherencia y la continuidad del proyecto político que se ha sostenido durante 15 años en el Distrito Federal. (La Jornada, economía y justicia social, p.p. 4-5, 19 de septiembre de 2012).

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