martes, 27 de julio de 2010

La carta de Zapata

Nacional
Zapata en la ruina de la República
La carta de Zapata
Por: Carlos Damián Julio 9, 2009
Carta fechada el 17 de marzo de 1919 dirigida a Venustiano Carranza, presidente de México
México.- En la carta pública dirigida a Venustiano Carranza el 17 de marzo de 1919, fue el último documento rubricado por Emiliano Zapata donde planteaba “verdades amargas” sobre la situación del país, este documento enfureció a Carranza que ordenó al General Pablo González acabar con el héroe de la Revolución y al zapatismo en “plazo brevísimo y sin reparar en los medios”.Zapata comienza su carta: “Como ciudadano que soy, como campesino conocedor de las necesidades del pueblo humilde al que pertenezco; como revolucionario y caudillo de grandes multitudes, he aprendido a escudriñar en sus intimidades y conozco de sus amarguras y de sus esperanzas; con el derecho que me da mi rebeldía de nueve años encabezando huestes formadas por indígenas y campesinos; voy a dirigirme al ciudadano Carranza, por vez primera y última”. (sic)La historia trágica de la revolución para Zapata“No hablo al Presidente de la República, a quién no reconozco, ni al político, del que desconfío; hablo al mexicano, al hombre de todo sentimiento, quien creo imposible no conmuevan las angustias de las madres, los sufrimientos de los huérfanos, las inquietudes y las congojas de la Patria. Voy a decir verdades amargas; pero nada expresaré a usted que no sea cierto, justo y honradamente dicho”.“Desde que el cerebro de usted germinó la idea de hacer revolución, primero contra Madero y después contra Huerta, cuando vio que aquel caía más pronto de lo que había pensado; desde que concibió usted el proyecto de erigirse en jefe y director de un movimiento que con toda malicia denominó “constitucionalista”; desde entonces pensó usted primero que nada en encumbrarse, y para ello, se propuso usted convertir la Revolución en provecho propio y de un pequeño grupo de allegados, de amigos e incondicionales que lo ayudaron a usted a subir y luego lo ayudasen en disfrutar del botín alcanzado”.“Nunca pasó por su mente que la Revolución fuera benéfica a las grandes masas de esa inmensa legión de oprimidos que usted y los suyos soliviantaban con sus prédicas. Sin embargo, para triunfar fue preciso pregonar grandes ideales, proclamar principios, anunciar reformas, todo para engañar y oprimir. Pero para poder evitar que la conmoción popular se volviese contra el que la utilizaba; para impedir que el pueblo, semi-libre y sintiéndose fuerte, se hiciera justicia por sí mismo, se ideó la creación de una dictadura a la que se dio el nombre novedoso de “dictadura revolucionaria””. (sic)La ruina de la República“Se encontró luego la fórmula apropiada; se pronunciaron palabras sugestivas; eran precisas, indispensable, la unidad de dirección y de impulso, la cohesión entre los revolucionarios, la energía y la prontitud para ejecutar. Todo eso tendría cabida en una asamblea deliberante, se otorgó a un solo hombre, que fue usted, y desde entonces usted fue el único amo en las filas del constitucionalismo. Para hacer triunfar las reivindicaciones libertarias de la Revolución, se necesitaba un dictador. Los procedimientos autocráticos eran inevitables para imponer una sociedad refractaria a los principios nuevos. En otros términos, la fórmula de la política llamada constitucionalista, fue esta. “Para establecer la libertad hay que valerse del despotismo””. (sic) Que costo de la revolución democrática.“Sobre estos sofismas se fundó la autoridad de usted, el absolutismo y la omnipotencia de usted. ¿Cómo y en qué forma ha hecho usted uso de esos exorbitantes poderes, que habían de traer el triunfo de los principios? Aquí es preciso, para no pecar de ligero, analizar con calma y pasar una revista retrospectiva a los hechos desarrollados durante la ya larga denominación de usted. En el terreno económico y hacendario, la gestión no puede haber sido más funesta.” (sic)La mitología de ZapataBancos saqueados; imposición de papel moneda para luego desconocer con mengua de la fe pública los billetes emitidos; el comercio desorganizado por estas fluctuaciones monetarias; el crédito perdido en el interior y en el extranjero; la industria y las empresas de todo género, agonizando bajo el peso de contribuciones exorbitantes, casi confiscatorias; la agricultura y la minería, pereciendo por falta de garantías y de seguridad en las comunicaciones; la gente humilde y trabajadora, reducida a la miseria, al hambre, a las privaciones de toda especie, por la paralización del trabajo, por la carestía de los víveres, por la insoportable elevación del costo de la vida.”En materia agraria, las haciendas cedidas o arrendadas a los generales o favoritos: los antiguos latifundistas de la alta burguesía reemplazados por terratenientes que gastan charreteras, quepí y pistola al cinto; los pueblos burlados en sus esperanzas. Ni los ejidos se devuelven a los pueblos despojados; ni las tierras se reparten entre las gentes de trabajo y campesinos. En materia obrera, con intrigas con sobornos con maniobras disolventes, y apelando a la corrupción de líderes se ha logrado la desorganización y la muerte efectiva de sindicatos principal baluarte del proletariado”. (sic)“Para allanar esa obra sólo hace falta que usted cumpla con su deber de patriota y de hombre, retirándose de la “Primera Magistratura”, en la que ha sido usted tan nocivo, tan perjudicial, tan funesto para la República”. Entrega de la primera parte de la carta pública. (La Jornada, cultura, p. 4a, Agosto 08, 2009).

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