martes, 27 de julio de 2010

Che Guevara

Nacional
El estilo Kapuscinski nos recuerda que el alma se expone en palabras
Che Guevara
Por: Carlos Damian 18 de Junio, 2010
Ryszard Kapuscinski: Che con un fusil al hombro
México. – Cuando tenemos en nuestras manos tantos libros y tantos géneros como escritores hay en el mundo nos llama la atención cuando el escritor nos gana, y nos identifiquemos con los personajes no limitándose a ser una cuestión de estilo, palpita la vida entre sus páginas. Siendo un muchacho Guevara viaja por el Amazonas en una balsa, quiere atravesar toda América Latina en bicicleta. Va a Bolivia por amor de una revolución.Va a Guatemala por amor de una revolución, finalmente llega a México, que tiempo atrás, también había sido escenario de una revolución. Allí conoce a Fidel Castro y juntos organizan el desembarco guerrillero a Cuba. Al alcanzar la costa caen en una emboscada. Es el 2 de diciembre de 1956. De los ochenta y dos milicianos sólo una docena queda con vida. Ni siquiera todos van armados con un fusil. Guevara está herido. Y aquella docena de hombres empieza la mayor epopeya de la historia reciente de América Latina.La naturaleza inquieta de Guevara no para de empujarlo hacia delante, pero la suya es una inquietud dirigida, su energía se concentra en la causa revolucionaria. Toda su vida es una constante búsqueda de un campo de batalla. Nacido en 1928, muere a los treinta y nueve años. Pertenece a esa generación de jóvenes latinoamericanos que, tras levantarse en armas, en los años cincuenta se alzan con su primera y maravillosa victoria. A partir de ella se creerán que la historia enseguida, y siempre, se pone del lado de las causas más nobles.Muchos han pagado por esa fe con sus propias vidas. Estaban convencidos de que las masas no hacían sino esperar una señal, de que el barril estaba lleno de pólvora y de que bastaba con una sola chispa. Y, según ellos, esa chispa no era otra cosa que un destacamento de guerrilleros entregados a la causa, dispuestos a todo. Poco a poco se le unirían voluntarios y el destacamento se volvería un ejército popular que tomaría el poder y haría la revolución.Al estilo Kapuscinski: La vida de Salvador Allende discurre por otra vía. Aunque también entregada a la causa, es una vida ordenada, regular, sin sacudidas. A sus veintinueve años, Ernesto Guevara lidera el frente guerrillero en Sierra Maestra, tiene el brazo en cabestrillo y ha burlado la muerte en una ocasión. A sus veintinueve años Salvador Allende se convierte en diputado al Parlamento y los amigos le auguran una carrera vertiginosa. Tiene treinta y un años cuando se hace cargo de la cartera de ministro de la Salud en el gobierno el radical Aguirre Cerda. Ingresa en una logia masónica. Funda el partido socialista. En 1945 es senador.Allende es cuatro veces candidato a la presidencia de la República: en 1953, 1958, 1964, y 1970. En veinte años es el único candidato de la izquierda a ese cargo. Toda la vida de Allende transcurre en Santiago, en el Parlamento, o en las provincias chilenas, adonde lo llevan sus largas campañas electorales, adonde lo llevan sus largas campañas electorales. El Parlamento de Chile: un edificio gris y feo, situado en el centro de la ciudad, calle de la Catedral. Aquí tiene Allende su despacho de senador. Estanterías desde el suelo hasta el techo, y en ellas, docenas de volúmenes de leyes y enmiendas a esas leyes, mil veces estudiadas, corregidas y aumentadas. En este edificio, Allende trabaja y lucha treinta y tres años, primero como diputado, después como senador. El edificio forma su mentalidad legalista su perfecto dominio del derecho, de la constitución, de la ley. De todos modos, la izquierda chilena siempre ha sido acérrima defensora de la Constitución y del Parlamento burgueses.Sólo aparentemente es una paradoja. La Constitución y el Parlamento garantizaban a la izquierda la libertad de actuar dentro de la legalidad, le brindaban la posibilidad de llevar su lucha política abiertamente. En 1969, durante el mandato del presidente Frei, el general Roberto Viaux quiso dar un golpe de estado y clausurar el Parlamento. Fue precisamente la izquierda la que lo salvó, la que salvó ese mismo Parlamento que durante el mandato presidencial de Allende se convertirá en el principal centro de oposición, provocación y sedición. Pero Allende, que durante toda su vida ha construido la autoridad del Parlamento, una vez jurado el cargo de presidente, no lo disolverá aún a precio de perder el poder y la vida. A menudo se oye la pregunta de por qué Allende no armó al pueblo y no empezó una guerra civil. (La Jornada, cultura, p. 6a -7a, 17 de Febrero , 2010)

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