viernes, 19 de octubre de 2012

La carestía de alimentos

Nacional Las medidas improcedentes del gobierno La carestía de alimentos Por: Carlos Damián 25 de Agosto, 2012 El proyecto del gobierno es importar cualquier clase de alimento al país México. – Ante la persistencia en los altos costos del huevo –cuyo precio en el país se ha incrementado hasta en cientos por ciento en algunos lugares-, y a la perspectiva de que ese fenómeno se traduzca en una nueva espiral inflacionaria –como reconoció el Banco de México-, el titular de la Secretaría de Economía (SE), Bruno Ferrari (BF), advirtió el pasado martes (21/8/12) que el gobierno federal está dispuesto a liberalizar las importaciones de ese producto, pues “no podemos permitir que por unos cuantos haya 115 millones de mexicanos que estén pagando huevo a esos precios”. Frente a las afectaciones que estos incrementos generan en los bolsillos de las familias y en la macroeconomía, el gobierno federal tiene la responsabilidad de adoptar las medidas pertinentes para disminuir el costo de dicho alimento y garantizar, de esa manera, su abasto. No obstante, un aumento en las importaciones de huevo, como el planteado por Bruno Ferrari, se apartaría mucho de representar una solución efectiva, antes bien terminaría por favorecer a los exportadores extranjeros y a las empresas importadoras, así como a los grandes distribuidores e intermediarios privados, no al conjunto de la población. Los alimentos no se encarecen son manejados artificialmente En los años recientes, sobre todo a raíz de la entrada del capítulo agrícola del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCN), han quedado demostradas las advertencias formuladas en su momento por los críticos de ese acuerdo de intercambio económico trilateral: las importaciones baratas y desmedidas de productos alimentarios, si bien tienden a frenar los precios a corto plazo, resultan desastrosas a la larga, pues se traducen en pérdida de soberanía alimentaria y desequilibrios en las balanzas comerciales; conllevan la destrucción y el abandono de los entornos rurales del país; extienden la pobreza entre los pequeños campesinos y productores, y colocan las necesidades de consumo de la población a merced de las fluctuaciones de los precios internacionales. Para colmo, en este caso la apertura indiscriminada de las fronteras al huevo foráneo no atacaría las causas originarias de la actual escalada en los precios de ese producto: en efecto, como han reconocido por separado la Unión Nacional de Avicultores y la propia SE, el presente encarecimiento no se debe a un déficit en la oferta, sino a presiones especulativas originadas en las cadenas de distribución. En tal circunstancia, el incremento en las importaciones del huevo propicia que, lejos de reducir los precios, éstos sean controlados más temprano que tarde no sólo por los especuladores nacionales, sino también por los extranjeros. En lugar de presentar como soluciones las mismas medidas que han llevado al país a la pronunciada pérdida de autosuficiencia alimentaria que hoy padece, lo procedente y necesario sería ensayar un viraje en las políticas vigentes en ese ámbito, y en general en las directrices económicas actuales, que son diseñadas por gobiernos extranjeros y organismos financieros internacionales. La carestía de huevo es una mentira lograda por intermediarios La Unión Nacional de Avicultores (UNA), cuyo titular Jaime Crivelli, dijo que tal carestía no existe, y la escasez se encuentra en todos lados. Supuestamente los intermediarios han manejado la carestía a partir de un brote de influenza aviar en los municipio s de Tepatitlán, y Acatic, Jalisco. También cuenta el aumento en los precios del maíz, y la pasta de soya que utiliza la industria avícola para alimentar a las aves. Sin embargo el Banco de México, tiene la versión que como hay mucho dinero circulando en el mercado, por lo que aumenta la demanda y el fenómeno presiona la inflación de éste y otros productos. Supuestamente lo están importando de Estados Unidos. No sabemos si se trata de otra venganza porque la gente le escamoteó el voto, pero gente del PAN, ha dejado que el bolillo y la telera que se vendían en 1.20 pesos por pieza ahora se venden a 1.50, lo que representa un aumento de 25 por ciento. La pieza de pan dulce cuesta 5 pesos, subió 50 centavos. Y es que 70 por ciento de la harina es de importación. En los días que han transcurrido de agosto han aumentado de precio, además del pan, los combustibles, la tortilla, y los restaurantes. En algunos postineros un desayuno compuesto por café, fruta, o jugo y huevos rancheros cuesta, cerca de ¡200 pesos más! Hasta el último día de su administración Calderón está esforzándose por honrar el titulo de “presidente del empleo”. Ahora es al África donde está llevando bienestar, dando ocupación a millares de agricultores que siembran maíz transgénico, gracias a que México se convirtió en su principal importador de maíz, de acuerdo con la información suministrada por el Servicio de Información Sudafricano de Granos. En la primera semana de este mes importamos 93 mil toneladas métricas de maíz blanco, pero en los meses anteriores, en la temporada que concluyó en abril ya teníamos comprado un millón 160 mil toneladas. África viene ahora a desplazar a Estados Unidos, debido a la sequía que ha devastado los campos americanos. En este contexto el deber del Estado es que pueda reinsertarse en los eslabones fundamentales de la cadena de producción alimentaria –empezando por el apoyo a los pequeños productores agrícolas-, restañar su capacidad de fijar precios de garantía y robustecer las cadenas de abasto popular. Dejar a su suerte las necesidades alimentarias de la población en aras de un fundamentalismo de libre mercado, acaba siendo mucho más costoso, sobre todo en países pobres como el nuestro, no solamente en términos económicos, sino también en cuanto a gobernabilidad, estabilidad política y paz social. (La Jornada, política, p.p. 6 – 15, 15 de agosto de 2012).

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