viernes, 27 de enero de 2012

La sequía en el norte de México

Nacional
Los indios entre el hambre y el saqueo
La sequía en el norte de México
Por: Carlos Damián 21 de enero de 2012
Padre Pato: La emergencia alimentaria en la sierra tarahumara es recurrente
México. - Es dramático, sin embargo el rumor resultó en parte cierto y logró poner a la vista de todos una verdad que la mayoría conoce pero había olvidado a un sector de la población en miseria extrema: los pueblos indígenas de México, los tarahumaras (rarámuris) de de Chihuahua entre ellos, viven una hambruna crónica. Aunque muchos prefieren no verlo, pero esperan verlos con sus ojos como moscas fumigadas para poder hacerlo, pero hay demasiadas evidencias de ello, como la imposibilidad de acceder a las tres comidas diarias por falta de ingresos económicos, desnutrición crónica por la mala calidad de la comida que ingieren, crónicas enfermedades que ya se creían superadas, derivadas de la desnutrición y falta de higiene.

Son datos que resaltan siempre que algún personaje público quiere medrar con ellos, o para alarmarlos a todos como si fuera un caso excepcional, pero ahí han estado siempre. En el tiempo que fuera presidente Vicente Fox éste declaró a Coycoyán de las Flores, en el estado de Oaxaca, del municipio más pobre del país. Se dijeron muchos discursos sobre la situación, pero nada en concreto se hizo por ayudarlos a salir de la pobreza; otro tanto sucedió después con los municipios de Metlatònoc y Cochoapa El Grande en el estado de Guerrero, también de población mayoritaria mixteca.

Un herencia de resistencia histórica para no morir
La novedad ahora son los tarahumara y el mundo está viendo como están sufriendo la hambruna, la miseria, pero en esta situación pueden estar los nahuas de Veracruz, los tzetzales de Chiapas, los mayos de Sinaloa, o cualquier otro pueblo indígena de México. Todos ellos viven en la misma condición de pobreza, marginalidad, abandono, aislamiento, rechazo cultural y discriminación racial. Sobreviviendo como pueden y resistiendo para no desaparecer por inanición. Lo anterior no necesitas comprobarlo es cuestión de volver atrás en el tiempo. A inicios del año 2011, el ‘Consejo Nacional para la Evaluación de la Política Social (Coneval) presentó su informe de la evaluación de la política de desarrollo social en México, 2011’, con un apartado especial sobre la política de desarrollo y los pueblos indígenas.

El informe es breve y contundente, el informe asienta que ocho de cada diez indígenas en México (79%), se encuentran en situación de pobreza, lo cual quiere decir que no pueden satisfacer sus necesidades inmediatas: alimentación, salud y educación. También se afirma que 40 por ciento de ese porcentaje a reconocer que no cuentan con ingresos para satisfacer sus necesidades. La situación es dramática. De todo esto nada ha servido que México haya firmado el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), sobre derechos de los pueblos indígenas, realizadas hace 20 años; ni la reforma al artículo 2 constitucional de agosto de 2011, donde supuestamente se reconoció la autonomía de los pueblos indígenas y su derecho a decidir su propio desarrollo.

Los derechos que como pueblo los indígenas reciben del estado mexicano
Es digno de destacarse que el pueblo mexicano tiene derecho a la alimentación, educación, salud, al trabajo, a la vivienda y a un medioambiente limpio., pero la situación es diferente ya que el Estado no cumple con sus obligaciones de garantizar, promover y respetar los derechos humanos, sigue privilegiando los intereses empresariales frente a las garantías básicas de las personas. Esto se presenta disfrazando de proyectos infraestructuras y supuesto progreso, se ha dado paso a grandes trasnacionales de la minería, la alimentación y la construcción.

En la reforma constitucional, incluso el gobierno mexicano se comprometió a crear instancias de planeación y ejecución de programas de desarrollo; de igual manera se comprometió a que cada nivel de gobierno destinara una partida específica para la ejecución de esos programas. Nada ha sucedido, los programas siguen aprobando en las oficinas burocráticas de acuerdo a los intereses de quienes las dirigen. La pobreza de los pueblos indígenas contrasta con la riqueza que habitan, explotados por personas con intereses ajenos a los suyos. Éste caso extraordinario es el caso normal de los rarámuris, una población indígena que habita en la sierra de Chihuahua. Los desplazamientos de sus asentamientos ancestrales, que los colonizadores impulsaron para dominarlos, continuaron con la reforma agraria, bajo el argumentote formar “núcleos de población” a los cuales titularles la tierra.

Situación de emergencia nacional
Esta situación de emergencia, debe obligar al pueblo mexicano para atender la urgencia alimentaria sino para revisar a fondo las estrategias y políticas sociales, y la situación del campo mexicano por parte de los tres niveles de gobierno, y en especial, por parte del gobierno federal que es el que elabora las políticas nacionales. Desde hace más de 75 años que no habíamos tenido una situación tan grave como la que se está registrando actualmente por sequía, hambruna, inundaciones, helada y en general por el cambio en las condiciones climáticas. Se tiene que después de 20 años de luchas sociales se reconoció el derecho a la alimentación en la Carta Magna. El 13 de octubre de 2011 se publicó en el Diario Oficial de la Federación, la adición de un párrafo tercero al artículo 4, y un segundo párrafo de la fracción XX del artículo 27.

Se destina una gran cantidad de recursos económicos al agro mexicano con resultados deficientes, pues no se ha incrementado la productividad. Los programas se han vuelto peligrosamente asistenciales, destinados a crear beneficios sociales sin llevar aparejada la necesaria generación de capacidades. Sólo 17 % de los recursos del programa Especial Concurrente se destinan al desarrollo rural; ello es insuficiente para solucionar problemas como la falta de infraestructura, la concentración de tierra por grandes empresas agroindustriales, así como práctica de comercialización ventajosa para intermediarios en detrimento de pequeños productores.

Por eso hasta nuestros días las poblaciones indígenas de Baqueachi y Choreachi siguen defendiendo sus tierras en los tribunales agrarios. Pero no es el único despojo que sufren los indígenas: la irracional explotación forestal que en nada los beneficia, ahora se une la explotación minera -que este sexenio ha sembrado a todo lo largo de la nación mexicana-, y el proyecto turístico ‘Barranca del cobre’ de los cuales ellos ven correr la contaminación y la basura que van dejando estos depredadores extranjeros. Esta miseria no acaba porque nos desgarramos las vestiduras, sino cambiando la relación de colonialismo, por otra parte son pueblos que pueden diseñar su propio desarrollo, y por último aceptar su autonomía como organismo colectivo social, y reconocer los acuerdos de San Andrés que hace 15 años no se han cumplido. (La Jornada, política, p. p. 4-6, 14 de enero, 2011).

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