martes, 27 de diciembre de 2011

La lucha de clases

Nacional
Las consecuencias de la guerra civil
La lucha de clases
Por: Carlos Damián 4 de Noviembre, 2011
México con triunvirato de gobierno
México.- Algunos ciudadanos en México se han escandalizado con las declaraciones de algunos funcionarios estadounidenses cuando han dicho que la llamada “guerra contra el crimen” es una guerra civil disfrazada, y que una de las facetas que presenta es la llamada “lucha de clases” en nuestro país. No se pretende ser en rigor intelectual, sin embargo en toda guerra civil en cualquier parte del mundo está presente una dosis de lucha de clases, y lo contrario; que en toda guerra civil se confrontan intereses de diferentes grupos sociales y sectores fácticos que tienen el poder.
Por otra parte en la lucha de clases no necesariamente la confrontación es armada sino que alude también a la batalla entre ideas y teorías contrapuestas. Naturalmente, en la sociedad burguesa se rechaza con horror que vivamos tales confrontaciones, que estamos divididos a tales extremos y que sea nuestro modus vivendi. Esta lucha de clases es evidente y no necesita ninguna demostración. Se puede ver en la confrontación armada entre militares y jefes de pandillas en el mundo de los carteles, el despojo salvaje que significa una distribución del ingreso cuyo 80% favorece al 10% de la población. Estas cifras no son el juego de cálculos matemáticos, sino que, definen formas de vida y posiciones sociales que significan en primer lugar explotación, desigualdad social-económica y realidad.
Estas distracciones que acaparan periódicos en ocho columnas el número diario de secuestrados y asesinados, y se pasa ‘sotto vocce’ la real estructura social y económica del pueblo en que se cometen tales crímenes, y su verdadera raíz: las tremendas desigualdades en el ingreso que significa el impresionante número de delitos que vivimos a diario. Estas desigualdades económicas se reflejan en la explotación de unas clases y sectores sociales por otros. En esta estrategia para combatir al crimen organizado es increíble que se pase por alto el fondo del problema, se encuentra en las desigualdades sociales y en los desequilibrios entre clases y grupos. Es extraordinario que el problema sea de salud pública, de lucha de clases y no hagamos nada por remediar tal situación.
Este problema que vive México en el holocausto y dolor tiene que ver más con la distribución de la riqueza, con su concentración, con la distribución de la riqueza, y con la explotación a que están sometidas unas clases sociales por otras, se pase por alto y en silencio el verdadero núcleo de la cuestión. Tampoco es extraño que los grandes medios de difusión guarden silencio sobre esta situación de la lucha de clases, y cuando se trata de explicar el fenómeno del “crimen organizado”, y los falsos verdaderos, sería equivalente a mencionar la soga en casa del ahorcado. En la estructura social de México y que ha derivado en guerra civil con un holocausto miserable, resulta natural que los verdaderos culpables no levanten la mano aunque sean señalados por la situación social, y es cierto que procuran pasar desapercibidos y procuren esconderse nombrando a otros.

Esta sociedad de engaño y fraude lo normal es el disimulo y el ocultamiento, donde la denuncia es censurada y criminalizada, premiado el adormilamiento social, el silencio cómplice, el corrupto, la impunidad, el ladrón de cuello blanco, el político mercader y apátrida; ya que pudiera causar un tsunami que derrumbara las estructuras sociales que están fuera de tiempo la realidad. Lo que estamos viviendo es sólo algo que estaba dormido y expectante para salir, es producto de las desigualdades sociales y comerciales. Es una guerra civil que es impulsada por presiones externas y mercados extranjeros que desean y ansían ser satisfechos, pero las mafias extranjeras quieren seguir dedicándose a suministrar estos insumos oponiéndose a los empresarios mexicanos que naturalmente son llamados por estos mercados que no han sido bien atendidos por sus paisanos.

En esta guerra civil que expone una descarnada lucha de clases, no necesita declararse porque estalla en un sinfín de puntos geográficos y sociales de nuestro horizonte, sin embargo si no vamos a la raíz del fenómeno social nos quedaremos a mitad del camino y la cuestión de fondo pasará desapercibida para los responsables. Esta combinación natural de lucha de clases y guerra civil en algunas zonas llegará a intensidades mucho más severas, y los mexicanos no hemos llegado a percibir esta capacidad explosiva. Seguimos dormidos, en silencio comprando y gastando como máquinas analfabestias dedicadas y sometidas por el sistema económico.
Defensores sociales
En México no existen las condiciones de seguridad para realizar la labor de defensa y promoción de los derechos humanos. La ONU considera que son defensores cualquier persona que promueven los derechos humanos, sin importar los antecedentes profesionales que tengan o si pertenecen a una organización civil. Tanto los defensores como los periodistas contribuyen con su trabajo a dar voz a aquellos que no la tienen, y a visibilizar los problemas de desigualdad, pobreza, discriminación, e injusticia.
Uno de los aspectos más graves es que se enfrentan a la impunidad con las que actúan las autoridades gubernamentales y personas privadas apoyadas por grandes empresas trasnacionales, que los descalifican, hostigan, amenazan y agreden. En los últimos cinco años las agresiones contra ellos y los periodistas han escalado de manera alarmante, sin que el gobierno federal, estatal o municipal dé respuestas satisfactorias. No hay medidas que protejan a los defensores de amenazas, agresiones y muertes que limiten e impidan su trabajo. Este problema es estructural y se detecta la falta de acceso a la justicia, la impunidad, la ausencia de investigaciones adecuadas, la corrupción y el desprecio del gobierno autoritario por los derechos humanos. (La Jornada, opinión, p.p. 18- 19, 19 de noviembre, 2011).

No hay comentarios:

Publicar un comentario