sábado, 28 de abril de 2012

Una reforma tonta

Nacional
Reforma de musulmanes
Una reforma tonta
Por: Carlos Damián 20 de Marzo, 2012
El país de las reformas absurdas
México. - El senador de la República aprobó el pasado miércoles, 14 de marzo, en comisiones la reforma al artículo 24 de la Constitución, que establece que “toda persona tiene derecho a la libertad de convicciones, éticas, de conciencia y de religión, y a tener y adoptar en su caso la de su agrado”, y que “esta libertad incluye el derecho de participar, individual o colectivamente, tanto en público como en privado, en las ceremonias, devociones o actos de culto respectivos”.

Es pertinente recordar que la citada modificación al texto de la Carta Magna es innecesaria en estricto sentido legal: en contraste de lo expresado por el senador panista Sergio Pérez Mota, en el sentido de que la reforma avalada es imprescindible para “evitar que caigamos en un estado laicista” en el que “se pueden coartar libertades esenciales” en materia de creencias religiosas, éstas están protegidas por la Constitución, cuyo artículo 24 señala actualmente que toda persona “es libre para profesar la creencia religiosa que más le agrade y para practicar las ceremonias, devociones y actos de culto respectivos”, como coincidieron los representantes de todas las fracciones parlamentarias, incluida la del PAN.

La vianda para el Vaticano
A lo largo de la aprobación por el legislativo en el milagroso acomodo de la letra constitucional mexicana a los piadosos deseos de expansión de los intereses vaticanos, gracias a las acciones que han emprendido los ritos unidos que veneran a la Santa Muerte y al predicador Enrique Pena de lo que otros le escriben y como marioneta lo hacen decir con teleprompter acompañado de una gaviota. También están presentes las parroquias unidas en busca de presentar a Benedicto 16 la vianda de concesiones que como santa promesa viniera a impulsar el voto en cualquiera de las dos opciones de derecha, con vocación y urgencia se le solicita.

La real opción es la de Josefina Vázquez que es muy bien vista en las alturas eclesiásticas y por sus virtudes divinas, su discurso como de rosario y su permanente sonrisa abnegada y promisoria a la vez. Es candidata de la derecha verdadera por un devoto promotor de la extremaunción masiva, suministrador sacramental de fuego y dolor, carcomido por pensamientos malignos en busca de sostenerse en el poder presidencial, para no caer en tentaciones alcohólicas relacionadas con el fruto de la lectura de las notas de guerra. Desnudo de pretensiones intelectuales y comprometidas fervorosamente a aportar sus monjes de cámara para aprobar juntos como monjes rebeldes del PAN-PRI las buenas nuevas del articulado constitucional a los primeros pasos clericales. Para convertirse en legiones del Cristo redentor, Ratzinger y sus nativos acólitos aliados.

Reforma a la constitución innecesaria
Además de lo innecesaria de la reforma de acuerdo a diversos legisladores, el dictamen de reforma sobre libertad religiosa acusa severas “incongruencias” y deficiencias en su redacción, y con esto da cuenta de impericia, descuido y falta de rigor inaceptable en el trabajo legislativo (clásico haragán legislativo): si toda ley está sujeta, por principio, a la interpretación con el consecuente riesgo de lecturas facciosas y desviaciones del espíritu originario de las normativas, el aval a enmiendas confusas e incongruentes, como la comentada, alimenta el riesgo de que se vuelva imposible su cabal cumplimiento. Tal situación es particularmente preocupante en el ámbito de la regulación de las distintas confesiones y de la relación entre éstas y el Estado Mexicano, marcado por las sistemáticas violaciones de la jerarquía católica a los principios que restringen su intromisión e en asuntos políticos.

Pero lo más preocupante de la mencionada modificación legislativa es la falta de discernimiento que mostraron los senadores encargados de analizarla al incluir, como parte de la “libertad religiosa”, la realización de actos de culto en el espacio público. Por más que esas ceremonias se den en los hechos desde hace tiempo, su reconocimiento en el marco legal del país, es contraria a una consideración elemental: la esfera pública, en tanto escenario de la interacción social cotidiana, debe ser accesible a todos los ciudadanos, y ello implica, mantenerla al margen de cualquier sesgo confesional.

Un pueblo caótico
La necesidad de que el Estado regule el espacio público en su laicidad y de que la realización de los actos religiosos quede constreñida a los templos no obedece, a un afán anticlerical alguno, sino a un reconocimiento de la pertinencia y la importancia de preservar un ámbito neutral para todas las personas, independientemente de su credo, y fanatismo. Ante la falta de razones válidas y de peso para la reforma mencionada, y en vista de los efectos políticos y sociales nocivos que pudieran desprenderse de ella, la única explicación posible a la luz verde legislativa otorgada es un inadmisible afán de dar gusto al alto clero católico ante la inminente llegada al país de Benedicto XVI.

Así pues a reserva de esperar a que la citada reforma sea o no avalada por el pleno, ésta difícilmente ayudará a construir una sociedad mas justa y libre, sino por el contrario, fortalecerá la confusión reinante y el poder de la jerarquía católica en el país, que en estos años ha perdido muchos seguidores católicos (80%) y se sumará a las pocas decorosas muestras de abandono del carácter laico del Estado mexicano frente al Vaticano. El mundo nos verá como un pueblo fanático y caótico. (La Jornada, economía, p.p. 4 - 8, 31 de Enero, 2012).

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