domingo, 2 de octubre de 2011

El capitán México

Nacional
Este país vive el surrealismo y una salvaje sofisticación de la tortura
El Capitán México
Por: Carlos Damián 5 de Agosto, 2011
La distopía
México. - A lo lejos una montaña es nada más un perfil plano que se recorta en el horizonte. Cuanto mayor es la distancia, más simple es la mirada y, a vista de pájaro una ciudad es tan sólo una retícula de calles encontradas. Perdón por la reflexión obvia. En las inmensas megalópolis erizadas de rascacielos y bloques de viviendas de este siglo XXI. Los edificios te ocultan la verdadera dimensión y proporciones de la ciudad y a pie de calle no eres capaz de distinguir ni su geografía, ni sus arterias, ni su forma, ni sus límites.

México en la lejanía de la historia
A México y Brasil eran saludados a comienzos del año 2000 como los dos grandes modelos de potencial económico, solidez institucional y riqueza cultural de América Latina, con esa imagen saludable y vitalista que proyectaba el país. En esta lejanía y difuminada vitalidad de México se percibe el holocausto y el olor a pólvora visitado por la muerte y la desolación, apareciendo cadáveres de ahorcados que cuelgan de los puentes viales con los testículos en la boca. Cabezas de humanos que cuelgan de los muros de las plazas públicas, en otras se les ve con sentencias en cartones que llevan humor negro mexicano. Un holocausto para paralizarnos políticamente por medio del terror, y liquidarnos como cultura y como nación.

A la inoperancia y el fracaso de la guerra emprendida por el gobierno federal contra el narcotráfico, después de cuatro años se une la certeza de percibir que todo la parafernalia de guerra es con el fin de diezmar a los mexicanos, para despojarnos de nuestras riquezas naturales, del petróleo y del gas natural, arrebatarnos la poca soberanía que nos queda, colocarnos un gobierno cívico- militar y dotar por medio de los programas de “rápido y furioso” y “traficante de armas” de fusiles de asalto, a los cárteles del narcotráfico para que se enfrenten y no tengan miedo con el ejército, para prolongar el conflicto militar que huele a mercader, a traición, y a crimen de odio.
Los caminos y pequeños pueblos en el norte de México están dominados por el crimen organizado, la migración, la trata de blancas, los casinos, y los antros están dominados por carteles de rusos, mexicanos y la cosa nostra de Italia. Los bancos, las casas de cambio, y las casas de bolsa están al servicio de estos corporativos criminales de negocios internacionales, manejando 50 mil millones de dólares anuales producto de la droga que es la economía del país. La actual legislatura está amarrada de pies y manos con la “Iniciativa Mérida”, tratado bilateral con un país que nunca ha sido confiable como socio comercial.

Al salir de la pesadilla nos despertamos
Los legisladores que supuestamente son representantes de los ciudadanos son corresponsables de esta pesadilla sangrienta, no han podido impedir la privatización de Pemex desde 2008, tampoco podemos meter en este saco universal de la culpa, a los que trabajando eficaz pero discretamente han frenado la aprobación de la lesiva ley laboral, las modificaciones a la ley de Seguridad Nacional (Morena), y a la agresiva reforma política, que pretende perpetuar en el poder a la clase política apátrida y mercader. La mayoría de los legisladores han entretejido intereses con todas las expresiones neoliberales del círculo de intereses de Carlos Salinas (CS), usurpadores de la representación popular.

Aunque nos repugnen los políticos del sistema no podemos renunciar a la política, tampoco podemos estigmatizar al poder legislativo como el poder fáctico lo hace a diario. Es hora de organizar al sector combativo del pueblo que aún no es sumiso para ganar el congreso, para arrebatarle el poder al conjunto formado por la oligarquía que nos gobierna y los carteles de narcotraficantes. Tenemos que impulsar el voto ciudadano y empujar a los escépticos porque la única manera de cambiar al sistema político y social. No queremos rapar a CS principal cabeza del movimiento oligárquico. Tal vez para sentar las bases de un régimen parlamentario que ponga en marcha un proceso de liberación nacional.

El combate de Javier Sicilia
La respuesta de la sociedad civil mexicana es vigorosa y espontánea (anteriormente fue en 1985) y reconforta comprobar la valiente y solidaria reacción de Javier Sicilia al asesinato de su hijo, así como el aplomo y determinación con la que muchos periodistas y ciudadanos están dispuestos a esquivar el plomo. Por un lado, tenemos el problema para acabar con el narcotráfico reside en el inmenso mercado estadounidense que proporciona consumidores de droga, por el otro, un mortífero y sofisticado arsenal de guerra con un complejo sistema de telecomunicaciones propiedad de los cárteles.
De la ira de ciudad Juárez, de la rabia de Monterrey, por tenerlos como objetivo del crimen organizado para controlar a los ciudadanos y de la huída de su gobernador que se fue al Valle de Texas a vivir. Del terror que viven en Veracruz por la creciente violencia del Cartel de los Zetas, la Marina y el Ejército. Del miedo que paraliza a los migrantes que van de Chiapas a Estados Unidos, y del nerviosismo de los ricos que están pensando en una nueva recesión que amenaza a Estados Unidos y agudizará un nuevo estallido social. No es hora de darle la espalda a la política, ni al pueblo de México. (La Jornada, visiones, p. 2, 16 de Julio, 2011).

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