jueves, 29 de octubre de 2015

Perseguido por Maras

Internacional/Centroamérica
Huyen de sus países a causa de la pobreza y la violencia, “si vuelven los matan”
Perseguido por Maras
Por: Carlos Damián                                            22 de Octubre, 2015
De los huidos de Centroamérica, sólo uno de cada cinco consigue el estatus de residente
México. -  Alicia Vázquez nunca ha estado en la ciudad de México pero allá quiero ir: “Es una ciudad grande. Nos dicen que por la central de Abastos hay donde que vivir. Alicia y Chuy Benavides Saldaña, sus esposos viajan acompañados por su hijo de 10 añitos de edad”. En cuatro pases dibujan el panorama aterrador que los sacó de El Salvador: se incluye a pandilleros de Maras atacando su barrio vestidos de soldados y  policías, la prohibición de usar el pelo teñido de rubio o vestirse de amarillo o rojo, el peligro de muerte. Alicia y Chuy trabajaban en un hospital en Ciudad Delgado. Él estudiaba ingeniería en sistemas. Salieron de su país para preservar sus vidas luego de que una pandilla los amenazó directamente. Con 300 dólares en el bolsillo ellos eran de los “pudientes”. . En promedio, los migrantes que se aventuran por la antigua ruta del tren salen de sus países de origen con entre sesenta y ochenta dólares. De las historias que circulan en las casas refugio, la número 72 es la más afortunada. En el Naranjo, pueblo de Guatemala, tomaron una lancha que los acercó a territorio mexicano.

Refugio #72, en Tenosique, Tabasco
La pareja originaria de la nación-estado de El Salvador, guarda como un tesoro el documento que ampara su estancia en México como solicitante de refugio, con la firma de un funcionario del Instituto Nacional de Migración, en Acayucan pueblo de Veracruz, lugar adonde no pueden ir sin arriesgarse a ser detenidos. El documento que portan les permite moverse, cuando mucho hasta Villahermosa. Hace poco fueron al municipio de Emiliano Zapata, donde el gobierno mexicano construye un búnker que brilla todas las noches y obliga a los vehículos a meterse a un laberinto para ser revisados. Alicia habla de un país impenetrable, y dice: “Ya vimos los retenes”. A ellos no les interesa Estados Unidos, por su sistema social, económico y con muchos requisitos para ser residente americano, y han decidido ser mexicanos, aunque saben que es difícil en estos tiempos ya que el imperio del Norte impulsa a México a cerrar su frontera del sur, recorriendo su frontera sur con el rio Grande, hacia México mediante su Iniciativa Mérida. En el refugio 72, en Tenosique Tabasco, le han informado que el gobierno federal acepta muy pocas solicitudes de refugio.

Esta lentitud burocrática para los centroamericanos tiene su explicación, debido a la escasa cantidad de burócratas en todo el país con apenas tres oficinas: Tapachula, Acayucan y el Distrito Federal. En nuestro país se tiene la Comisión Mexicana de Ayuda de Refugiados (Comar) recibió el año pasado 2 mil 137 solicitudes concedió refugio sólo en uno de cada cinco casos. La pareja anteriormente citada  sabe que tiene que esperar, confiar y rezarle al santo de su devoción. “México es un país muy grande y hay lugares donde se puede vivir, nuestro país es muy pequeño y no tenemos donde escondernos de la injusticia”. En otra historia, se tiene a  Fita que estuvo a punto de morir en Progreso, Yoro, Honduras. Cuando se le recuerda el nombre del golpista Micheletti (Roberto), suelta una carcajada recordando la matanza en esos tiempos. Tiene 24 años, las cicatrices de 18 tiros que ordenó el jefe de una pandilla Mara y recuerda su breve historia de sexoservidora. El pandillero lleno de tatuajes le dijo con ronca voz: “serás mía o de nadie”, ante de dispararle a sangre fría.

Se ha terminado el sueño americano
En Yoro se dedicaba al servicio más antiguo del mundo; “al sexoservicio y en el día vendía lotería (diaria)”. Tardó tres días en recorrer el infierno de los migrantes para poder estar en territorio mexicano, apenas cruzan la frontera Sur con 60 kilómetros que separan el pueblo de Tenosique de la línea fronteriza, y cuando llega a este pueblo mexicano la asaltaron y le arrebatan lo poco que le quedaba en su faltriquera. Pero en estos tiempos del lado mexicano, realiza labores artesanales al hacer florecitas de fantasía para venderlas en las calles, mientras espera que las cicatrices de la violencia sean argumento suficiente para que México le otorgue la condición de refugiada. Esta chica está haciendo tiempo en el refugio 72 con su documento: una solicitud de asilo que guarda con celo y cariño. Esta chica tiene un tío en Estados Unidos, pero no lo buscará porque quiere quedarse aquí, donde conoció a otras personas transgénero que supone están felices en Monterrey.

Coque Echeverri (CE) lleva pocos días en el albergue de los jesuitas y asume tareas de líder. Los migrantes en este refugio todos los días vienen y se van lo que hace que los liderazgos duren poco. CE y dos amigos salieron juntos de Coyagua, en las inmediaciones de Tegucigalpa, por amenazas de las pandillas. De palabra fluida y piel blanca explica cómo funciona la casa refugio que describe el clima de persecución que desde el golpe de Estado padecen activistas, estudiantes y maestros de honduras. Nos platica la historia de cómo junto con sus amigos hicieron un documental sobre el rechazo a las órdenes de los Maras: “en la película dijimos que no nos doblegarían y lo subimos a YouTube”. Eso fue suficiente para que un día después nos cayeran los pandilleros, pero a la mañana siguiente ya estaban en la frontera conservando la vida. “Tuvimos que bajar el documental de las redes de las amenazas. Por eso ahora estoy esperando que me manden el CD, para presentarlo como prueba en la solicitud de refugio que tengo en la Comar”, dice Coque. Aunque aclara que ya no quieren ir a la “pesadilla americana”, lo “que quiero es quedarme en México, me brinda la oportunidad, y me iré a vivir a la Ciudad de México”, (La Jornada, Arturo Cano).

Para el investigador Alex Olayo, es una persona que ha recorrido las rutas migratorias durante un año, y nos comenta que es mayor la cantidad de centroamericanos que huyen de la violencia y de las amenazas de reclutamiento de los pandilleros dueños de vidas y de haciendas. Se ha topado con familias enteras que huyeron por las amenazas de las pandillas que reclutan a sus hijos de 9 años sin importar las quejas de los padres, y de la sociedad. El jesuita dice que el número de migrantes huidos de su país aceptados en condición de refugiados, “es ridículo frente al grueso de solicitudes” y el gobierno está pasando por encima de la Convención de Cartagena, de la que México es firmante. “La decisión es discrecional: se suele pedir a los migrantes  que documenten cómo los están amenazando”. “Dame una prueba de que mataron a tu pariente”, les dicen, “cuando la convención establece que la fuerza de las pruebas no tiene que recaer en el solicitante”. Una vez que rechazan la solicitud del migrante, naturalmente se queda en México en situación irregular que regresar a un lugar donde le espera la muerte. Para Ramón Márquez, director del refugio 72 la casa en Tenosique, Tabasco ha dejado de ser una estación de paso para convertirse en “campo de refugiados”. Cada vez se queda más gente y por más tiempo. “El estancamiento es preocupante porque al no haber un plan de inserción van a aparecer conflictos, tensiones, y discriminación”. Será por eso que el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados, con oficinas diplomáticas en el Distrito Federal y en Tapachula, está comenzando a abrir una sede para casos prácticos, en Tenosique Tabasco, México. (La Jornada, politica, p.p. 4 – 5, Octubre 21, 2015).

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