viernes, 3 de febrero de 2012

Los mártires son producto de la fantasía de los fanáticos católicos

Nacional
El monto representa más del 50% del presupuesto de obra pública
Los mártires son producto de la fantasía de los fanáticos católicos
Por: Carlos Damián 28 de enero de 2012
No hubo mártires hubo huestes fanatizadas
México. - La anunciada visita del Papa Benedicto XVI en la última semana del año 2012 pretende capitalizarla el municipio de Tlaquepaque. El ayuntamiento alfarero promueve su arribo al Santuario de los Mártires, y en razón de ello, el Consejo de colaboración Municipal invertirá 176 millones de pesos en la pavimentación con concreto hidráulico de vialidades alrededor del inmueble. En el libro “100 mártires de la Historia de México”, de la historiadora Laura Campos Jiménez (LCJ) devela en un ensayo la falsedad de la Iglesia Católica al señalar que el clero nunca combatió con las armas en la mano durante la ‘Guerra Cristera’ , demostrando que los supuestos “mártires” hoy canonizados y para quienes se construye un santuario y el ayuntamiento de Tlaquepaque plantea una inversión multimillonaria en vialidades para dar accesos a sus feligreses , formaron parte de las huestes fanatizadas que asesinaron y violaron a cientos de personas inocentes al grito de “viva Cristo Rey”.

Al entrar a la UAG por Av. Patria en Gda. encontrarás un monumento a los fanáticos cristeros
José María González y Valencia, arzobispo de Durango y presidente de la Comisión de obispos mexicanos en Roma, Italia durante el conflicto cristero, dio a conocer a sus fieles las palabras aprobatorias de Pío XI respecto el levantamiento armado. “El sumo pontífice, os anima a todos, sacerdotes y fieles, a perseverar en vuestra actitud firme y resuelta. Os anima a no temer a nada ni a nadie, y sí sólo temer el hacer traición a vuestra conciencia”. Fue justo la publicación de las encíclicas pontificias del Pío XI y las cartas pastorales del episcopado mexicano lo que motivó a muchos sacerdotes católicos a incitar a sus feligreses a la rebeldía armada, desde el púlpito, los confesionarios y la promesa de indulgencias a quienes se diera de alta en el “ejército libertador”, los futuros “santos mártires”.

El presente ensayo recuerda la violenta respuesta del clero católico dirigiendo la furia de los fanáticos católicos hacia el pueblo mexicano asesinando, robando y violando a la gente inocente; haciendo una remembranza de los hechos que sucedieron en las cruzadas católicas al invadir el medio oriente en persecución de disidentes –musulmanes, judíos, cátaros- haciendo una hoguera para los herejes en este caso lo trasladaron su ciego fanatismo al gobierno mexicano, violando los preceptos bíblicos de, “amarás a tu prójimo como a ti mismo” o “no matarás” estuvieron ausentes en los discursos y sermones dominicales de los altos dignatarios durante el tiempo de la rebelión del movimiento cristero.

La rebelión cristera cobró la vida de profesores laicos considerados herejes
Hay algunos libros que relatan el fanatismo cristero como el de ‘Cristiada, crímenes de fe’ de Salvador Fausto Crotte, relata un asesinato en 1935 de la maestra rural María R. Murillo en Huiscolco, Zacatecas, apenas uno de al menos 200 crímenes documentados de maestros considerados “herejes” por no unirse a la revuelta por sentido común. También hubo sacerdotes que la hicieron de capitanes y empujaron a la gente común del campo y de los pueblos; por medio de sus sermones les lavaban el cerebro y ya fanatizados los dirigían desde el Vaticano. Entre los sacerdotes impulsados por su violento fanatismo sobresale José Reyes Vega (JRV) el “Pancho Villa de sotana”, famoso por su impulsividad y su gusto por las mujeres, fue sacerdote de Arandas y luego general cristero.

Existen muchos testimonios de los altos de Jalisco acerca de estos violentos crímenes de las huestes fanatizadas y dirigidas por violentos sacerdotes católicos, aunque valga la expresión, en estas latitudes se tenga por más importante la guerra cristera que la Revolución Mexicana, a la que muchos ciudadanos del occidente de México le huían como enfermedad venérea. El ‘Pancho Villa cristero’ en compañía de Miguel Gómez Loza y otros sacerdotes haciendo una gavilla asesina, participaron en el asalto al tren de la Barca, el 19 de abril de 1927, donde murieron cientos de pasajeros asesinados a balazos, pasados por arma blanca y muchos de cadáveres aparecieron carbonizados después del asalto criminal.

Entre estas anécdotas de la guerrilla cristera es conocida por mucha gente el hecho de que JRV, un asesino con sotana y cananas cruzadas en su pecho no se separaba de su arma ni de su Biblia, ya que cuando mataba a prisioneros “con una mano daba la absolución ‘in artículo mortis’ a los heridos y con la otra mano empuñaba su propia pistola, asestando el tiro de gracia” mortal al profesor laico. Otros cómplices de la gavilla asesina eran los sacerdotes Aristeo Pedroza y Jesús Ángulo, sin embargo para lograr el máximo alineamiento de seriedad y disciplina de la tropa metía el miedo en el cuerpo a los novatos fanáticos como si estuviera en alguna pandilla de criminales narcotraficantes.

Esto lo realizaban matando a algún personaje destacado de la tropa, y se menciona a Victoriano Ramírez alías ‘el catorce’, enviándolo a ejecutar por órdenes de Aristeo Pedroza para frenar las actitudes rebeldes del ‘catorce’. Después al término de la guerrilla premian a Jesús Ángulo por los servicios al clero católico enviándolo a Villahermosa, Tabasco, ungiéndolo obispo de esta ciudad. En esta sarta de crímenes contra el pueblo mexicano en nombre de Cristo y de la religión católica se menciona al autor intelectual de la sangre derramada en el tren de la Barca, al arzobispo de la ciudad de Guadalajara, Francisco Orozco y Jiménez junto a otro asesino de sotana, Miguel Darío Miranda que después sería arzobispo de México.

En esta lista de criminales del holocausto mexicano a principios del siglo XX, se incluye a: Gabriel González, Enrique Morfín Carranza, José Espinosa. Clemente García, Miguel Guízar Morfín, José María Martínez, Miguel Pérez Aldape, Enrique Ochoa, Leopoldo Gálvez, Francisco Carranza, Jesús Anguiano, entre otros asesinos. Entre la lista de cómplices se encuentra el cardenal, José Garibi Rivera apodado ‘Pepe dinamita’, también llamado Mariano Reyes, nombres usados por la curia mexicana para esconderse de sus fechorías y hechos criminales. Estos criminales fueron perseguidos por el ejército mexicano pero apoyados por la oligarquía de aquel tiempo en la que se discutía si la iglesia católica debería estar sujeta a las órdenes de un gobierno extranjero como el Vaticano, en Europa o ser sujeta a las leyes mexicanas y el dinero de la iglesia católica debía ser enviado para beneficio de los mexicanos en México. En ese tiempo reciente después de la Revolución mexicana se necesitaba el dinero para levantar las ciudades, caminos y puentes de México. (La Jornada, política, p. 5, 27 de diciembre, 2011).

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