sábado, 29 de agosto de 2015

Hiroshima

Nacional
El país donde comienza el terror atómico
Hiroshima
Por: Carlos Damián                                            10 de Agosto, 2015
Es Japón es donde se experimentan las primeras bombas  atómicas
México. -  Se han cumplido 70 años (06/08/45) del bombardeo atómico estadounidense contra Japón y es Nagasaki e Hiroshima donde el episodio arrojó un saldo de 166 mil muertes más otras miles de muertes   a consecuencia de la maldita radiación y que marcó el fin de la Segunda Guerra Mundial  favor de los aliados, encabezados por Estados Unidos, a  la extinta Unión Soviética y el Reino Unido.  Al encabezar el acto conmemorativo en esta gran urbe de la ciudad de Tokio, Shinzo Abe, señaló que “en tanto que único país golpeado por el arma atómica (…) tenemos la misión de crear un mundo sin armas nucleares”,  y añadió que su país presentará este año en la Asamblea General de la ONU una nueva resolución destinada a abolirlo. Se recuerda este trágico episodio que se repitió tres días después en la población de Nagasaki y marcó el comienzo de la era bélica a base de armas nucleares. Así se tiene a la Unión Soviética con capacidad nuclear en 1949, el Reino Unido en 1952, Francia en              1960  y China adquirió su capacidad nuclear en 1964.

Tras el lanzamiento, conseguido el objetivo militar, los japoneses capitularon, y los científicos de todo el mundo y en particular las investigaciones japonesas, se dieron a la tarea de hacer anotaciones de los efectos sobre la población civil.  El presidente Truman responsable de la decisión de lanzar armas atómicas y después tratarlos como cobayos humanos para tener los efectos a corto, mediano y largo plazo de la radiación. Esta población civil inerme fue carne de cañón y se investigaron las alteraciones genéticas, alteración de tipologías cancerígenas, malformaciones genitales,  y enfermedades relacionadas con los letales rayos gamma. El gobierno de Estados Unidos exigió una investigación a fondo y detallada, pero siempre fue negada al público rotulándose como Top Secret. Tendría que pasar una década para que se revelaran las investigaciones y nos revelaran el horror atómico. Sólo han quedado sombras nucleares, lo cual nos denuncia la desintegración inmediata de todos los seres vivos. Al explotar la bomba con un gran destello de luz y calor encegueció a la población, alcanzando este experimento atómico 4 mil grados centígrados, acompañado de vientos huracanados de mil kilómetros por hora.

Décadas después de la carrera armamentista estos países fabrican estas armas cada vez más peligrosas y precisas para transportarlas, y en forma paradójica se emplearon millones de dólares sorteándose esta etapa sin confrontación entre Moscú y Estados Unidos, llamado este periodo guerra fría. Esta etapa se caracteriza debido a que las confrontaciones se llevaban a cabo en países periféricos, como los de Vietnam y Corea, debido a que si hubiera un enfrentamiento entre estos poderes globales se desataría la “destrucción mutua asegurada” (MAD, por sus iniciales en inglés).  No se soslaya el hecho que el precario equilibrio constituye un crimen de guerra de la historia universal y esta acción coloca al mundo frente a un ataque deliberado contra la población civil sin interés geoestratégico y militar, en la que la superpotencia utilizó el arma nuclear. Washington creó una serie de argumentos que a la distancia nos parece inverosímil y absurda: que la guerra habría tomado más tiempo y vidas americanas para derrotar a a Japón; pero es el hecho que al bombardear Hiroshima y Nagasaki, esta nación estaba cerca de la derrota, y al examinar la historia nos preguntamos cómo era posible que las naves de guerra en el aire alcanzaban a Japón tan fácil y era porque habían perdido la capacidad  de reacción de la armada y la fuerza aérea del país asiático.

Esta onda expansiva al desatarse recorría las ciudades bombardeadas, donde los edificios y casas afectadas ardían y explotaban además de fundirse los metales cercanos a la explosión y por primera vez la población civil era el objetivo militar americano y producto del gran poder destructivo de la fisión nuclear, las bajas civiles se contaban 70 mil muertos, y otras tantas sufrían quemaduras radiactivas, caída del cabello, y en medio de la desesperación los sobrevivientes no encontraban médicos, ya que en ese momento de los 45 hospitales solo quedaban 3 centros médicos operando, y finalmente en años recientes se calcula que en Nagasaki  quedaron rebasadas las expectativas con víctimas que contabilizaban pérdidas de 80 mil personas debido a los efectos posteriores de la cruel radiación. Esta bienvenida a la muerte de la población japonesa se vio reflejada en el bautizo que se hicieron a las bombas lanzadas a la población civil. La primera fue llamada Little-boy lanzada sobre Hiroshima el 6 de agosto de 1945, armada en el aire antes de llegar a Japón, y explotando en el aire causando una mayor destrucción humana. Después de tres días fue lanzada sobre Nagasaki, Fat-man, el 9 de agosto de 1945, debido a la constitución de la bomba, gorda y peligrosa no sólo para la población sino también para la tripulación que la llevaba. Estas bombas de fisión nuclear tienen un doble efecto al tocar la atmósfera, se desata el holocausto con la primera luz, y la segunda al aterrizar sobre el objetivo militar, tiene un rebote en la superficie, amplificando su poder destructivo, generando una onda de choque  que amplifica a su paso su poder, carbonizando, desintegrando y desapareciendo sin resistencia cualquier ser vivo.

En este contexto de limpieza étnica, y que minimiza el Imperio del Norte nos recuerda sin soslayar la parte en que intervino Alemania y planificar la aniquilación de pueblos enteros por parte del Tercer Reich, pero también se tiene que la parte de los aliados realizaban atrocidades bombardeando sin misericordia a Dresde por la Gran Bretaña y Estados Unidos y este último  constituye un país que ha lanzado bombas atómicas contra ciudades llenas de población civil.  Sin embargo se ha apropiado del discurso, “contra el terrorismo” y utiliza armas de destrucción masiva, aún más lo emplea para hostilizar a naciones potencialmente peligrosas al imperio. Semejante actitud da cuenta de un doble discurso bélico que resulta reprobable y peligroso ya que enciende la carrera armamentista y la continuidad del espíritu belicista entre Oriente y Occidente. En estos días no se ha apagado la propensión de Washington a provocar a Rusia con argumentos europeos colocando escudos antimisiles y en esta vía apoya a la OTAN en áreas de influencia de la Rusia actual. Por lo que Moscú al responder no profundiza sus acciones políticas de desarme atómico. En este contexto de armamento nuclear  se tiene algunos países construyendo arsenales atómicos con la aceptación tácita de Washington y Europa Occidental, pero no son hostigados ni investigados, y se menciona a: Pakistán, Israel y la India.

El director y jefe del equipo, Robert Oppenheimer, fue uno de sus críticos al describirse los horrores de los sobrevivientes, ganándose el odio de las fábricas de armamento militar y fue etiquetado de comunista, maldiciendo y cuestionando el uso del arma ‘disuasoria’. Lo que le ganó en 1954 ser sometido a juicio donde se le revocaban sus derechos a recibir información científica que él mismo había ayudado a procesar. En esta carrera nuclear se admiten a naciones como: Francia, Gran Bretaña, China, y corea del Norte, además de las ya mencionadas. A pesar de la guerra fría en estos 70 años no se ha producido el lanzamiento de ojivas nucleares. Realmente si se hiciere un consenso entre los poseedores de armas nucleares, tales como los aliados de Washington y consultando al Consejo de seguridad de la ONU para deshacerse de sus arsenales, y además llevar a cabo  acciones enérgicas para llevar a Israel, Islamabad y Nueva Delhi a llevar la destrucción de sus bombas atómicas. La paz es una quimera. La guerra cubre todos los espacios de la vida cotidiana. Esperemos que la memoria viva de Nagasaki e Hiroshima, realice el milagro para que el imperialismo dude en matar para preservar sus dominios.  (La Jornada, economía, p.p. 1 - 18, Agosto 7, 2015).

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