jueves, 21 de abril de 2011

México con hoyo por sistema neoliberal

Nacional
Corte de caja, tres décadas después
México con hoyo por sistema neoliberal
Por: Carlos Damián 3 de Enero, 2011
Distribución del ingreso a favor del capital
México. – En diciembre se suele utilizar para hacer un recuento de los daños cometidos por la clase política, el siempre fracaso de los ratoncitos verdes en el futbol, y todo lo demás que por cuestiones de espacio no podemos mencionar. Este tipo de ejercicios mentales son suficientes y necesarios. Pareciera que los empresarios y comerciantes se despiertan de un plácido sueño pues ahora se pronuncian a favor de que se impulse y fortalezca el mercado interno, porque el país no puede soportar el raquitismo económico que lo ha caracterizado por tres décadas, y en este contexto se hace un corte de caja de esos 30 años que se ha vuelto una gran poza económica, política y social.

El 2010 se ha vuelto más de lo mismo. Veamos las cifras, México creció a una tasa promedio anual de 5.8 por ciento de 1959 a 1970, algo que hace tres décadas ni se registra. Este enorme crecimiento se produjo por dos razones fundamentales: “en primer lugar, por las implementaciones políticas activas que fomentaron exitosamente la industrialización, elevaron la demanda de trabajo y el salario real de los trabajadores (el sector industrial creció 6.4 por ciento en promedio anual de 1939 a 1958, 8.6 por ciento de 1959 a 1970); en segundo por el crecimiento de una clase media urbana que demandaba cada vez más bienes y servicios y dinamizaba el proceso de industrialización. En una palabra, el crecimiento económico experimentado por México durante estas tres décadas se explicó por el crecimiento del mercado interno”.

En esta continuidad no faltan los tecnócratas que llevaron un apresurado proceso de apertura y liberalización económicas, bajo el falso argumento de que las exportaciones y la inversión extranjera generarían un rápido crecimiento. “Al amparo del consenso de Washington, las reformas emprendidas incluyeron apertura económica, desregulación de la inversión extranjera, control del déficit fiscal, adelgazamiento del Estado y privatizaciones, eliminación de subsidios, reformas a la seguridad social y flexibilización laboral, así como control salarial para abatir la inflación”.

A pesar del éxito Inicial que el nuevo modelo tuvo en la promoción temporal de las exportaciones y la estabilidad de precios, no ha contribuido al crecimiento ni al bienestar. El cambio de ‘línea’ implicó la pérdida del poder adquisitivo que experimentó el salario desde la década de los setenta; tampoco las reformas asociadas al TLCAN tuvieron impacto deseado en cuanto a la convergencia salarial entre México y Estados Unidos. “En 1980 el salario manufacturero en el país representaba el 39 por ciento del salario pagado en Estados Unidos; en 2007 sólo 17 por ciento, 53 por ciento menor que hace 30 años. En 1990, el salario mínimo mexicano, medido en dólares, representaba nueve veces el salario en China; 15 años después, se redujo a sólo dos veces, y ahora se aproxima a uno”.

El país se ha dedicado más de tres décadas en la implementación del modelo industrial exportador, construido a partir de patrones de especialización productiva, escasa profundización tecnológica y desintegración de la producción nacional, exactamente lo contrario de los denominados países Bric’s. “En la instrumentación del modelo aplicado en México el mercado interno se parte en dos: un sector formal vinculado al crecimiento exportador y otro informal sin relación con el mercado, mientras que, en contraste, los Bric’s después de la crisis financiera de 2008 se han fortalecido gracias a su mercado interno. He ahí, dos alternativas y sólo un buen resultado”.

El nuevo modelo económico llevó a México a especializarse en la producción exportadora con mano de obra no calificada, en una palabra perdedores. En los hechos lo que los tecnócratas destrozaron al país con sus teorías inteligentes. No sólo no crecieron las remuneraciones al trabajo, sino que, por el contrario, aumentaron las retribuciones al capital: en 1994 la masa salarial representó el 35.26 por ciento del ingreso total de nuestro país para descender en 2009 a solo el 29.3. En México el excedente empresarial representó el 61.6 por ciento del ingreso total en 2009. Lo anterior se confirma con la pérdida de 75 por ciento en el poder adquisitivo del salario mínimo mexicano de 1976 a 2010, resultado de un aumento en los precios de 26 por ciento en promedio anual, contra 21 en el salario mínimo nominal.

“En suma, la redistribución del ingreso está creciendo, sí pero del lado del capital y no del trabajo”. Finalmente tenemos una brutal pérdida del poder adquisitivo no registrada en ningún otro caso nacional, representa una reducción real del bienestar de las familias mexicanas, pero también la pérdida efectiva de la demanda agregada de bienes y servicios, con las respectivas oportunidades de inversión y empleo. Con este espacio terminamos las tres décadas de retraso de desarrollo potencial, y si acaso otros seis años de recuperación, con estos actuales gobernantes con falta de cerebro. (La Jornada, economía, p.p. 26, 15 de Diciembre, 2010).

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