sábado, 30 de abril de 2016

Desigual funcional

Nacional / Economía
Grupos privilegiado influyen en salarios: Moody’s
Desigual funcional: México
Por: Carlos Damián                                             Abril 29, 2016
Se agrava disparidad en el ingreso por acciones del gobierno que privilegia al uno porciento
México. -  José Alfredo Coutinho (JAC), director para América latina de la consultoría especializada Moody’s Analytics, es reconocida como una empresa líder en asesoría a inversionistas la realización de análisis de riesgo y la “calificación” de bonos gubernamentales, esto se afirma debido a la disparidad del  ingreso y no es la “existencia de una clase capitalista sino la existencia de privilegios y la  forma en que el gobierno asigna los contratos a grupos privados, que son los factores que aceleran la acumulación de riqueza en pocas manos y dejan fuera al resto” de la población. Asimismo, consideró que el sistema político nacional está integrado “por un reducido grupo de privilegiados y la clase política”, y señaló que los salarios de los pertenecientes al sector privilegiados de la población se basan “en factores como el nivel de educación y sus amistades con los dueños del capital”, así como por las recomendaciones políticas”. Es la descripción precisa de una oligarquía. Entre las cifras mencionadas por el ejecutivo destaca la ínfima participación de los salarios como proporción del producto interno bruto (PIB); apenas 20 por ciento y muy por debajo de Chile (35 por ciento), Canadá (50 por ciento), y Estados Unidos (55 por ciento).

La remuneración que recibe el conjunto de trabajadores en México representa una cuarta parte del valor de los bienes y servicios producidos en el país en un año. En Estados Unidos y Canadá, los principales socios comerciales, la proporción se eleva hasta 55 por ciento del valor de las economías. La baja participación de los trabajadores en los dividendos de la economía pone de relieve que el problema de la distribución del ingreso está más relacionado con los privilegios de la élite económica y política que con las habilidades de los asalariados. La disparidad del ingreso en México “no es resultado de que los ricos sean más productivos, sino consecuencias de un sistema político integrado por un reducido  grupo de privilegiados económicos y la clase política”, apuntó JAC.  Los trabajadores en México son pagados, en su mayoría, de acuerdo con las habilidades que tienen, tanto físicas como para desempeñar su labor. Mientras tanto, las clases privilegiadas reciben ingresos basados en factores como el nivel de educación “y sus amistades con los dueños del capital, así como las recomendaciones políticas”.

De ello se desprende que los castigados ingresos de los sectores populares representen una parte minúscula del quehacer económico y los ingresos de los mejores pagados dependen no tanto de la cualificación, sino de su pertenencia a una élite político-empresarial y de sus vínculos sociales y familiares. No es de sorprender, por ello, que el mercado interno se encuentre deprimido y desarticulado, un factor que impide y seguirá impidiendo tasas mínimas satisfactorias del crecimiento económico. No es de sorprender que estas familias, tengan al frente de empresas e instituciones, a muchos tontos directivos ineptos, llegados a su cargo por recomendación o compadrazgo  El tipo de organización de la desigualdad permite comprender a cabalidad la disfuncionalidad económica en que se encuentra sumido el país y la persistente incapacidad de la clase política y empresarial para detonar una reactivación  económica al ritmo que el país requiere, si no para mejorar las condiciones de vida de la mayoría de la población, al menos para evitar que empeoren. El hecho es que a lo largo del ciclo de gobierno neoliberales, 46 años de sufrir a estos ineptos y torpes directivos y gerentes de empresas, por esto México no ha sido capaz de crecer al ritmo necesario ni siquiera durante un año; que en ese período el poder adquisitivo de los salarios no ha cesado de disminuir, y las inveteradas desigualdades se han convertido en una factura social cada vez más inocultable. Por lo demás, ese lapso coincide con el florecimiento de las organizaciones delictivas, la generalización de la violencia y la inseguridad, la creciente desintegración social y la crisis de derechos humanos que padece la nación.

Las disparidades ya mencionadas en la distribución del ingreso son explicadas generalmente  a partir de factores económicos, políticos y sociales. Sin embargo, pueden ser agravadas por acciones del gobierno que promueven privilegios para algunos grupos la existencia de obstáculos a la libre competencia, incluido un bajo  grado de desarrollo, también explican la inequidad artificial. Cuando un país trata de ampliar su apertura económica, pero ésta es acompañada por la concesión de privilegios y el uso del poder, la acumulación de riqueza se concentra en pocas manos. La desigualdad en la distribución del ingreso en México puede ser explicada por todos estos factores”. La distribución del Ingreso es mejor en las economías con mayor grado de libertad y justa competencia. En sentido inverso la distribución del ingreso es más desigual en países de menor grado de desarrollo y larga tradición de proteccionismo e intervención gubernamental. Similarmente en Estados Unidos el conjunto de remuneraciones pagadas a los trabajadores  equivale a 55  por ciento del valor de su economía, medido por el producto interno bruto (PIB). Esa proporción es de 50 por ciento en Canadá y de 25 por ciento en México. La menor participación del salario de los trabajadores mexicanos en la economía, respecto de lo que ocurre en Estados Unidos y Canadá, los otros integrantes del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), nos “ilustra una disparidad en el ingreso que favorece más al capital en el país menos desarrollado”.

El ingreso promedio de la décima parte de familias más pobres en México  cabe 25 veces en el ingreso promedio del 10 por ciento de las familias más acaudaladas, de acuerdo a datos de la OCDE. Para el promedio de las naciones que integran esa agrupación, la relación es nueve veces. El problema detrás de la forma en que se distribuye el ingreso, no es la “existencia de una clase capitalista, sino la existencia de privilegios y la forma en que el gobierno asigna los contratos a grupos privados, que son los factores que aceleran la acumulación de riqueza en pocas manos y dejan fuera al resto”. “Si loa desigualdad en la distribución del ingreso se ha agravado en las décadas anteriores, no ha sido por las leyes inherentes del modelo económico, sino más bien a consecuencia de regulaciones inconsistentes fuertes que aseguren  las mismas oportunidades para todos y la aplicación de las leyes por igual”. La redistribución del ingreso, aseguró, no debe ser entendida como la expropiación de riqueza a los más acaudalados, pero sí como la creación de un sistema fuerte que asegure que las reglas son válidas para todos, que promueva la igualdad de oportunidades y garantice el acceso de todas las personas a la justicia.  

No deja de resultar paradójico que la señal de alerta provenga, de consultorías claves para la operación  del neoliberalismo financiero. Esta situación que sufre México con su sistema económico y social fue operada por un grupo político-empresarial oligárquico, antidemocrático y opaco, por lo que esta situación se traduce en una disfuncionalidad grave y abismal. La situación es terrible y el resultado social está a la vista por lo que la nación lleva un rumbo de ingobernabilidad, barbarie y desarticulación enorme. Es urgente que el ciudadano entienda el peligro en que se encuentra inmiscuido y se emprendan cambios en el terreno de políticas sociales y económicas para reducir esta desigualdad que lacera al pueblo mexicano. (La Jornada, economía, p.p. 2-22, Abril 27, 2016).

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