Nacional /Historia 2/2
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Implícita la guerra fría con los gringos.
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General Villa en 1916
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Por: Carlos Damián Marzo
14, 2016
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Francisco Villa muerto por el carnicero de la
revolución: Alvaro Obregón
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México. -
La historiografía no se limita a hechos concretos, la persona que se
dedica a esta actividad busca signos, acciones, intenciones que no se
expresaron en su tiempo claramente, y no dejaron huella profunda en ese
momento, pero el investigador busca las huellas de la historia nacional y
local, como un eco, no se escucha plenamente, y esto es lo cierto que
encuentra el historiador aquello que no aparece de manera concreta. Es de
vital importan cia para América Latina el ataque a Columbus que realizó el
centauro del Norte, Francisco Villa, con “los dorados”, el 9 de marzo de
1916. Es la primera vez en la historia
de Estados Unidos que un general mexicano con 480 soldados amenazó y cumplió
al reclamar a los judíos que le habían vendido el embarque de armamento
fallido y había perdido por tal razón varias batallas cruciales. Aunque ya
muerto los gringos lo hayan decapitado con cobardía para estudiarlo con
rencor y odio racista Wasp. Con esta acción los yanquis sintiéndose
humillados, declaran la guerra fría, dándole apoyo militar a Venustiano
Carranza en el combate de Agua Prieta, Sonora. Wilson demuestra claramente
sus intenciones, al reconocer a Carranza el 5 de noviembre de 1915, pero
Villa lo denosta al publicar un extenso manifiesto declarándolo “traidor a la
patria”, y anticipa que no se va a consolidar su gobierno vendido a los
“yankees”. Villa reconoce que nunca ha
buscado puestos políticos, ni sus jefes del ejército “los dorados”.
Al continuar con el relato del general Villa,
escribe: “A medida que continué mi
avance hacia las plazas situadas a lo lardo de la frontera en Sonora, las
fuerzas regulares de Carranza se movilizan por territorio americano con el
objeto de atacarme y ocuparlas antes que yo. En Nogales, con un cinismo y
descaro que hace estallar en cólera, los soldados americanos, al acercarse
las fuerzas regulares de Carranza, y aprovechándose de la confusión, hicieron
los americanos fuego sobre nuestras tropas. Al encontrarme en Hermosillo supe
que el enemigo, contaba con la ayuda de los americanos, y se movilizarían por
territorio americano para tomar Ciudad Juárez. En base a lo anterior traté de impedirlo,
ya que me perjudicaba mi aprovisionamiento, me dirigí al estado de Chihuahua
a través de la Sierra Madre. Por muchos motivos que me encontré en el camino
me rezagué y al llegar supe que Ciudad Juárez estaba en poder del
enemigo. Aunque contaba con fuerzas
aguerridas y en buen número para emprender una enérgica batida en contra del
enemigo y arrojarlo fuera del estado, que ha sabido ser heroico cuentas y
cada vez que lo reclama el bienestar del país, quise tratar este asunto en
junta de generales para estudiarlo detenidamente.”
Carta de Villa a Zapata
“En dicha reunión todos los generales y jefes del
ejército que están a mi mando quedamos convencidos plenamente de que el
enemigo común para México es actualmente Estados Unidos y de que la
integridad e independencia de nuestro país está a punto de perderse, si antes
todos los mexicanos no nos unimos y con las armas en la mano impedimos que la
venta de la patria sea un hecho. Porque ya ha de conocer usted los tratados
que Carranza celebró con el gobierno de Washington. En ellos se compromete a
ceder a Estados Unidos la bahía Magdalena por el término de 99 años, así como
los ferrocarriles del Istmo de Tehuantepec y Nacionales, y las concesiones
solicitadas en la zona petrolífera. Además los ministros de Hacienda,
Gobernación y relaciones Exteriores del gobierno mexicanos deben ser
nombrados a gusto de la Casa Blanca. A cambio se le hará un préstamo a
Carranza de 500 millones de dólares, que cubrirá con los impuestos que
recauden en las aduanas terrestres y marítimas y con las fuentes del ingreso
público, para lo cual deberán ser nombrados interventores por el gobierno americano.”
“Por todo lo anterior verá usted, y en tales
circunstancias y por las razones antes expuestas decidimos no quemar un
cartucho más con los mexicanos, nuestros hermanos. Prepararnos y organizarnos
debidamente para atacar a los americanos en sus propias madrigueras y
hacerles saber que México es tierra de
hombres libres y tumba de tronos, coronas y traidores. Con el objeto de poner
al pueblo al tanto de la situación y para organizar y reclutar el mayor
número posible de gente con el fin indicado, he dividido mi ejército en
guerrillas, y cada jefe recorrerá las distintas regiones del país que estime
convenientes, mientras se cumple el término de seis meses, que es el señalado
para reunirnos todos en el estado de Chihuahua con las fuerzas que se haya
logrado reclutar y hacer el movimiento que habrá de acarrear la unión de
todos los mexicanos. Como usted es mexicano honrado y patriota, ejemplo y
orgullo de nuestro pueblo y corre por sus venas sangre india como la nuestra,
estoy seguro de que jamás permitirá que nuestro suelo sea vendido y también
se aprestará a la defensa de la patria. Como el movimiento que nosotros
tenemos que hacer así los Estados Unidos sólo se puede llevar a cabo por el
norte, en vista de no tener barcos, le suplico me diga si está de acuerdo en
venirse para acá con todas sus tropas y en qué fecha, para tener el gusto de
ir personalmente a encontrarlo y juntos emprender la obra de reconstrucción y
engrandecimiento de México.”
Cuidado con el gringo
“Pudiendo desafiar y castigar a nuestro eterno
enemigo, al que siempre ha de estar fomentando los odios y provocando
dificultades y rencilla entre nuestra raza. El señor general don Eduardo Ocaranza, persona de mi aprecio y
estimación, es el comisionado para hacer llegar esta carta a sus manos y por
el mismo conducto ruego contestarme. Deseando tener el placer de darle pronto
un estrecho abrazo, me repito de usted compañero, atento amigo y seguro
servidor. Francisco Villa”. Esta carta se publicó en 1979, la edición estuvo
a cargo de la Sociedad Chihuahuense de Estudios Históricos. El doctor Rubén
Osorio fue el encargado de la traducción, (La Jornada, Jesús Vargas). José
Doroteo Arango Arámbula, nació el 5 de junio de 1878, en una pequeña
población llamada La Coyotada, perteneciente al municipio de San Juan del
Río, Durango. Villa tuvo una infancia pobre y carente de instrucción básica,
tuvo en su infancia trabajar en el rancho y obligado a pagar las deudas del
padre. Al fallecer su progenitor se hizo cargo de la familia trabajando de
arriero en la hacienda “El Gorgojito”, propiedad de Agustín López Negrete.
Villa logró sorprender al dueño de la hacienda hiriéndolo al ultrajar a su
hermana de 16 años, en 1894. Al huir de la justicia, permaneció escondido en
la sierra, y el hambre lo obligó a reunirse con el grupo de bandidos
encabezados por Ignacio Parr, cambiando su nombre a Francisco Villa. Al
combatir en la Revolución Mexicana se cambió el nombre a “Centauro del
Norte”. Al iniciar el evento revolucionario en 1910, se unió a Francisco
Villa para combatir al eterno líder conservador Porfirio Díaz, destacando en
varias batallas contra el gobierno federal. Al colocarse Francisco I. Madero
en la silla presidencial, se puso a las órdenes del general Victoriano
Huerta, y desconfiando del centauro del Norte le condenó a muerte por
insubordinación, enviándolo a la penitenciaría de Lecumberri, estando de
junio a noviembre de 1912.
Hasta diciembre fue trasladado a Santiago de
Tlatelolco, prisión en la que aprendió a leer y escribir. Al tener la
oportunidad de escapar fue a Estados Unidos, regresando al ser asesinado
Madero, y encontró como presidente a Huerta (1913). Con Venustiano Carranza
se unió al “Ejército constitucionalista”, y se hizo del mando de Chihuahua,
formando la “División del Norte”. Cuando entra a la ciudad de México, lo hace
junto a Emiliano Zapata en 1914, pero rechaza de forma automática la
autoridad de Carranza. Sus mejores triunfos fue la toma de Zacatecas, Torreón
y Ciudad Juárez. Con el general Álvaro Obregón sufrió la grave derrota de
Celaya, y tuvo que aceptar retirarse al estado de Chihuahua. Una de sus
mejores y festejadas batalla fue el ataque a la ciudad de Columbus, Nuevo
México, logrando el odio racista Wasp, lo cual impidió muchos años que México
no colocara su nombre en letras de oro en la Cámara de legisladores, debido a
que reconocerían la deuda de los yanquis. Al ser derrocado Carranza en 1920,
el general Adolfo de la Huerta le exige deponer las armas. Al aceptar la
amnistía firma el Convenio de Sabinas, 1920. Posteriormente recibe en
propiedad el Rancho de Canutillo de 25 mil hectáreas, cerca de la población
Hidalgo del Parral, Chihuahua, que la habitó y trabajó junto a sus antiguos
compañeros de armas, Los Dorados. (La Jornada, sociedad, p. 30, Marzo 12, 2016).
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lunes, 28 de marzo de 2016
General Villa en 1916
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