Internacional
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La estupidez institucional es peligrosa porque pone en
riesgo a la humanidad
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La estupidez
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Por: Carlos Damián 6 de Mayo, 2015
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El mundo no llega al abismo nuclear pero ha
estado muy cerca
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México. - La rebelión en la
granja es un escrito de George Orwell pero muy conocido pero la introducción
a su libro por entero y no fue publicado pero fue encontrado décadas más
tarde entre sus documentos inéditos, pero no se encuentra disponible para el público.
En ese ensayo preámbulo a su famoso libro señala obviamente en forma de
sátira maneja el concepto de enemigo totalitario, pero insta al pueblo inglés
a no creerse demasiado por eso, como expresa que en Inglaterra las ideas
impopulares se pueden suprimir sin el uso de la fuerza, y da ejemplos de lo
que se quiere decir aunque no son relevantes. Una razón señala, es que la
prensa es propiedad de hombres acaudalados que tienen todo el interés de que
ciertas ideas no se expresen. La segunda es una buena educación. Si se
pudiera ir a una buena escuela donde se infunde el conocimiento de que hay
ciertas cosas que no estaría bien decir. Esta situación sostiene Orwell, es
un gancho poderoso que va mucho más allá de la influencia de los medios. En
este contexto las escuelas no son precisamente un recipiente de buenas ideas
sino que la estupidez viene de varias formas.
Tal vez la estupidez proviene aunque no es la más sencilla de todas,
pero se podría llamar la “estupidez institucional”, este surgimiento en el
mundo es el más problemático de explicar.
Para ilustrarlo sería más sencillo enmarcar su funcionamiento dentro
del sistema que opera; pero es el marco mismo el que va de lo grotesco a la
virtual demencia. Se menciona un par
de ejemplos para dar un botón de muestra de lo que se menciona. Hace 30 años,
a principios de la década de 1980 cuando Reagan se encontraba en el
poder había un artículo que trataba de
la estrategia nuclear, y se refería a personas supuestamente inteligentes
diseñaban un curso de suicidio colectivo en formas que eran razonables dentro
de un marco de análisis geoestratégico. A través de los años hemos aprendido
mucho desde entonces. Veamos una revista The
Bulletin of Atomic Scientists, presenta un estudio de las falsas alarmas de sistemas de
detección automática que Estados Unidos y otros países usan para detectar
ataques de misiles y otras amenazas que pudieran percibirse como un ataque
nuclear. El estudio abarcaba de 1977 a 1983, y estima que durante ese periodo
hubo un mínimo de 50 falsas alarmas, y un máximo de 255. Esas alarmas fueron
abortadas por intervención humana, que evitó un desastre por cuestión de
minutos.
Se puede asumir que nada es sustancial y que nada ha cambiado desde
entonces. Pero en realidad se ha vuelto mucho peor, visto desde la
perspectiva en que trate el asunto públicamente. Para 1983 la guerra nuclear
era un gran temor, y se debía en parte a George Kennan, eminente diplomático
que llamó entonces “las características indefectibles de la marcha hacia la
guerra… eso, y nada más”. Se empezó
por los programas que el gobierno de Reagan emprendió tan pronto como llegó
al poder. Le interesaba poner a prueba las defensas rusas, así que simuló
ataques navales y aéreos a Rusia. Fue una época de gran tensión. Se habían
instalado misiles Pershing en Europa occidental, a un tiempo de vuelo de cinco a diez minutos a Moscú. Reagan
también anunció su programa Guerra de las Galaxias, que estrategas de ambos
bandos entendieron como un arma para
dar el primer golpe. En 1983. La operación Arquero Capaz incluía
una práctica que “llevó a fuerzas de la OTAN a una liberación simulada de
armas nucleares en gran escala”. La KGB, según nos enteramos en reciente
material de archivo, concluyó que se había puesto a fuerzas armadas
estadounidenses en alerta, y que tal vez había empezado la cuenta regresiva
para la guerra total.
El mundo todavía no ha llegado al borde del abismo nuclear; pero
durante 1983, sin darse cuenta, estuvo cerca de un modo escalofriante, sin
duda más que en cualquier momento desde la crisis de los misiles en Cuba, en
1962. Los Estados Unidos preparaban un primer golpe, y bien pudieron haber
lanzado un golpe preventivo. De hecho, tenemos a la mano un reciente análisis
de inteligencia estadounidense de alto nivel, el cual concluye que el temor a
la guerra era real. El análisis destaca que en el fondo estaba el recuerdo
persistente entre los rusos de la Operación
Barbarroja, nombre e clave alemán
del ataque de Hitler a la Unión Soviética, que fue el pero desastre militar
en la historia rusa y estuvo a punto de destruir al país por completo. El
análisis destaca que precisamente los rusos comparaban la situación. Todo
esto parece malo y parece que va de mal en peor, ya que hace como un año en
medio de estos acontecimientos graves
que amenazan la existencia humana en el planeta, el sistema de alerta
temprana de Rusia, que es similar al de Occidente, pero más deficiente. Se detectó un ataque de misiles proveniente
de Estados Unidos y envió una alerta máxima. El protocolo para los militares
soviéticos era responder con un ataque nuclear. Pero la orden tenia que pasar
por un ser humano. El oficial de turno, llamado Stanislav Petrov, decidió
desobedecer las órdenes y no comunicar la alarma a sus superiores.
Recibió una buena reprimenda oficial, pero debido a su incumplimiento
del deber, hoy estamos vivos para contarlo. Se sabe de un enorme número de
falsas alarmas del lado estadounidense. A pesar de la gran deficiencia de las
alarmas soviéticas se sabe que se están modernizando los sistemas nucleares.
El Boletín de Científicos Atómicos tiene el llamado Reloj del Día del Juicio, y en fecha reciente lo
adelantó dos minutos. Explica que el reloj “suena a los tres minutos para la
medianoche porque los lideres internacionales no cumplen su deber más
importante, que es garantizar y preservar la salud y vitalidad de la
civilización humana”. Tal vez estos líderes en lo individual no son tontos,
más sin embargo es su función institucional su estupidez es letal en sus
implicaciones. Al observar el registro desde el primer ataque atómico, y
parece ser el único, es un milagro que hayamos escapado de la tercera guerra
mundial. La destrucción nuclear es una de la mayores amenazas a la
supervivencia, y muy real. La segunda guerra mundial es la catástrofe
ambiental. (La Jornada, Noam Chomsky)
Se tiene a un grupo de servicios profesionales en Pricewaterhouse Coopers que en su estudio anual se publica una
serie de prioridades de los altos directivos de los consorcios privados. En
primer lugar de la lista está el exceso de regulaciones. El informe indica
que el cambio climático no figuró entre las primeras 19. Es de suponerse que
estos directivos no son tontos pero dirigen sus negocios con inteligencia.
Pero la estupidez institucional es severa y enorme, y amenaza literalmente la
vida de la especie. La estupidez individual tiene remedio, pero la
institucional es más resistente al cambio. En esta etapa de la sociedad
humana, en verdad pone en peligro nuestra supervivencia. Por eso debería ser
la estupidez institucional una preocupación primordial para la existencia
humana. www.stop-wylfa.org
Organización en contra de la actividad nuclear en Escocia. (La Jornada,
política, p. 2, 18 de Abril, 2015).
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jueves, 28 de mayo de 2015
La estupidez
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