Internacional/ política
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Brasil ante el golpe de Estado por legisladores
corruptos y reaccionarios
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El poder de la corrupción
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Por: Carlos Damián Sept 14, 2016
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El escenario detrás de los telones en el teatro
de la democracia
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México. - Ante
el golpe de Estado pasivo que se consumó en Brasil la segunda quincena de
agosto., con la destitución del senado en contra de la presidenta Dila
Rousseff, el gigante entra en una difícil etapa de democracia. En realidad
las posibilidades de que Rousseff vuelva por la vía institucional a su
anterior puesto son prácticamente nulas, aunque su abogado pidió a la Corte
Suprema que suspenda los efectos de la decisión del Senado y ordene un nuevo
juicio, la medida parece un mero trámite para agotar el camino legal y se da
prácticamente por descartado que el máximo tribunal acceda a la petición.
Pero la perspectiva de una consolidación en el cargo del ahora presidente
Michel Temer tampoco parece probable, no solo por la ínfima popularidad de quien hasta hace poco era
vicepresidente, sino también por el programa económico antipopular que su
gobierno ha establecido desde que ocupó el puesto en calidad de interino, y
que incluye la pérdida de derechos laborales, el incremento de la edad mínima
para la jubilación y el recorte o la eliminación de los programas sociales
establecidos por las presidencias de Inazio Lula da Silva y la propia
Rousseff.
En la destitución del país más importante en el
Cono sur, tenemos a Brasil ante una inflexión terrible en el corto plazo,
donde los conservadores bien organizados imponen su agenda. En este contexto
tenemos que las políticas de la derecha reaccionaria aliada con el capital
financiero de Estados Unidos nos muestra un dinamismo poco usual a corto plazo.
Al hacer un análisis de esta acción en contra de la línea progresista que
sostiene el PT, nos remontamos a 1990, manipulado por el triunfo del Consenso
de Washington, el derrumbe del bloque socialista y el triunfo del
neoliberalismo en América. Tal vez estamos ante las pérdidas de las
conquistas sociales de los trabajadores, pero en realidad estamos frente a
una sociedad desigual, que busca generar más ganancias para los patrones y
las trasnacionales, generando el antiguo sistema de lucha de clases, y crea
un choque generacional y social entre generaciones. Este desenlace es global
y se avizora un futuro terrible para la humanidad. Sin embargo este suceso ya
se venía venir en México cuando los progresistas dominaban la región pero
esto ser revertiría por la creciente alianza entre la clase media y los más
ricos impulsada por la cultura consumista, conservadora y generando una
cultura que crea en los jóvenes una falta de cultura política.
El brusco viraje de la política económica con
respecto a los gobiernos del partido de los trabajadores (PT) es una de las
razones por las cuales se gestó la trama que culminó con la destitución de la
ahora ex presidenta. El otro motivo es el afán de buena parte de los
legisladores de ambas cámaras por sepultar la investigación -llamada Lava Jato.- que apunta a ellos como
partícipes en actos de corrupción y que la mandataria depuesta nunca intentó
detener. En el frente externo destacan, por un lado, la propuesta de la Unión
de Naciones Sudamericanas (Unasur) de celebrar una reunión extraordinaria para analizar los impactos
que tiene en la región la interrupción del mandato popular en Brasil, y que
en lo inmediato ha llevado ya a Ecuador, Venezuela y Bolivia a retirar sus
embajadores de Brasilia. Por el otro, el portavoz del Departamento de Estado
estadounidense, John Kirby, se apresuró a calificar el golpe de cuello blanco como “una decisión del pueblo
brasileño” y una actuación “de las instituciones democráticas dentro de su
marco constitucional”. Semejante pronunciamiento marca claramente el agrado
de Washington ante una maniobra legalista que no tuvo nada de democrática y
ante un proceso montado sobre una acusación sin substancia legal: la de que
el gobierno de Dilma Rousseff atrasó algunas trasferencias de partidas en el
contexto de reordenamientos presupuestales.
Se ha consumado en suma, el tercero de una serie
de golpes de nueva generación que empezó en junio de 2009 en Honduras, cuando
una conspiración oligárquica depuso al presidente Manuel Zelaya, y siguió en
Paraguay tres años más tarde, cuando el mandatario Fernando Lugo fue
desalojado del poder mediante un juicio parlamentario carente de pruebas en
contra del acusado. Como en esas acusaciones, la destitución de Dilma
Rousseff constituye la anulación del elemental principio democrático de la
soberanía del mandato popular y representa el gravísimo acceso al poder de
redes de corrupción oligárquica. Por otra parte estamos ante un escenario
político en la que la derecha reaccionaria es la indicada para mantener estado
de cosas y no tiene escrúpulos legalistas, tampoco está dispuesta a respetar
las democracias de la región, y pretende arrasar con los sistemas de salud y
educativos progresistas. En el cono sur está presente el movimiento Escola
Sem Partido, que agrede a la educación pública popular, pretende controlar al
docente en su totalidad, y desaparece el legado de Paulo Freire.
En este punto nos lleva a polemizar con respecto
a la educación, e instrucción, y se tiene un panorama que marca tendencias,
en la cual el magisterio nacional podría ser sancionada por “adoctrinamiento
ideológico”, si se aplicaran los proyectos de ley pendientes en el parlamento
brasileño. Se avizora en rigor un fuerte control de la libertad de expresión,
un impulso en leyes que olvidan la violencia que hay en contra de las
mujeres. Son estas las políticas de la derecha reaccionaria y conservadora
hacia la que transita la línea política de la oligarquía, y trasnacionales.
Se tiene en este siglo la tiranía abierta y se vuelca la violencia en contra
del pueblo como una norma para controlarla y domesticarla. Es así como
aparece en el escenario a Theresa May, primera ministra británica, asegura
estar dispuesta a usar armas nucleares aunque cueste la vida a inocentes (The
Guardian, 18/07/16); y en este contexto se tiene a Hillary Clinton que se
vuelca en expresiones agresivas colocando en perspectiva a Vladimir Putin el
“nuevo Hitler” , y todas estas no
son declaraciones furtivas, sino es el estado de ánimo de la derecha
reaccionaria, que está dispuesta a arrasar naciones enteras y terminar con
culturas enteras, como la están haciendo en Medio Oriente y Asia incluida.
Pero se perfilan dos fuerzas antagonistas para
que haya lucha, si en esta inflexión consideramos las luchas sociales y
juveniles en Brasil, las organizaciones sociales en disputa en Colombia, y el
surgimiento de las resistencias negras, la renovada fuerza de los campesinos
en Paraguay; la resistencia en contra de la siembra de soja en Argentina. En
este escenario también se considera el gobierno de Macri en contra de las
conquistas sociales, y prestaciones sociales de los trabajadores (Argentina); las movilizaciones sociales de
las mujeres en contra de la violencia que el estado no controla es descuidada
en contra de ellas (Perú, en agosto); y la tozudez de los movimientos
indígenas presentes en Bolivia y Ecuador. Movilizaciones sociales en Chile en
contra del fraude del sistema de pensiones(Afp), clave de un sistema
favorable a la acumulación de riqueza en el régimen después de Pinochet. Por
lo que nueve de cada 10 jubilaciones son menores a 220 dólares, reciben un 60
por ciento del salario mínimo, y en México las pensiones que reciben son una
miseria (Afores), y las nuevas generaciones no recibirán pensiones dignas. (La Jornada, política, p.p. 17-20, Septiembre
2, 2016).
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viernes, 30 de septiembre de 2016
El poder de la corrupción
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