México. - Se han cumplido 70
años (06/08/45) del bombardeo atómico estadounidense contra Japón y es
Nagasaki e Hiroshima donde el episodio arrojó un saldo de 166 mil muertes más
otras miles de muertes a consecuencia
de la maldita radiación y que marcó el fin de la Segunda Guerra Mundial favor de los aliados, encabezados por
Estados Unidos, a la extinta Unión
Soviética y el Reino Unido. Al
encabezar el acto conmemorativo en esta gran urbe de la ciudad de Tokio,
Shinzo Abe, señaló que “en tanto que único país
golpeado por el arma atómica (…) tenemos la misión de crear un mundo sin
armas nucleares”, y añadió que su país
presentará este año en la Asamblea General de la ONU una nueva resolución
destinada a abolirlo. Se recuerda este trágico episodio que se repitió tres
días después en la población de Nagasaki y marcó el comienzo de la era bélica
a base de armas nucleares. Así se tiene a la Unión Soviética con capacidad
nuclear en 1949, el Reino Unido en 1952, Francia en 1960 y China adquirió su capacidad nuclear en
1964.
Tras el lanzamiento, conseguido el objetivo militar, los japoneses
capitularon, y los científicos de todo el mundo y en particular las
investigaciones japonesas, se dieron a la tarea de hacer anotaciones de los
efectos sobre la población civil. El
presidente Truman responsable de la decisión de lanzar armas atómicas y
después tratarlos como cobayos humanos para tener los efectos a corto,
mediano y largo plazo de la radiación. Esta población civil inerme fue carne
de cañón y se investigaron las alteraciones genéticas, alteración de
tipologías cancerígenas, malformaciones genitales, y enfermedades relacionadas con los letales
rayos gamma. El gobierno de Estados Unidos exigió una investigación a fondo y
detallada, pero siempre fue negada al público rotulándose como Top Secret.
Tendría que pasar una década para que se revelaran las investigaciones y nos
revelaran el horror atómico. Sólo han quedado sombras nucleares, lo cual nos
denuncia la desintegración inmediata de todos los seres vivos. Al explotar la
bomba con un gran destello de luz y calor encegueció a la población,
alcanzando este experimento atómico 4 mil grados centígrados, acompañado de
vientos huracanados de mil kilómetros por hora.
Décadas después de la carrera armamentista estos países fabrican estas
armas cada vez más peligrosas y precisas para transportarlas, y en forma
paradójica se emplearon millones de dólares sorteándose esta etapa sin
confrontación entre Moscú y Estados Unidos, llamado este periodo guerra fría. Esta etapa se caracteriza
debido a que las confrontaciones se llevaban a cabo en países periféricos,
como los de Vietnam y Corea, debido a que si hubiera un enfrentamiento entre
estos poderes globales se desataría la “destrucción mutua asegurada” (MAD,
por sus iniciales en inglés). No se
soslaya el hecho que el precario equilibrio constituye un crimen de guerra de
la historia universal y esta acción coloca al mundo frente a un ataque
deliberado contra la población civil sin interés geoestratégico y militar, en
la que la superpotencia utilizó el arma nuclear. Washington creó una serie de
argumentos que a la distancia nos parece inverosímil y absurda: que la guerra
habría tomado más tiempo y vidas americanas para derrotar a a Japón; pero es
el hecho que al bombardear Hiroshima y Nagasaki, esta nación estaba cerca de
la derrota, y al examinar la historia nos preguntamos cómo era posible que
las naves de guerra en el aire alcanzaban a Japón tan fácil y era porque
habían perdido la capacidad de
reacción de la armada y la fuerza aérea del país asiático.
Esta onda expansiva al desatarse recorría las ciudades bombardeadas,
donde los edificios y casas afectadas ardían y explotaban además de fundirse
los metales cercanos a la explosión y por primera vez la población civil era
el objetivo militar americano y producto del gran poder destructivo de la
fisión nuclear, las bajas civiles se contaban 70 mil muertos, y otras tantas
sufrían quemaduras radiactivas, caída del cabello, y en medio de la
desesperación los sobrevivientes no encontraban médicos, ya que en ese
momento de los 45 hospitales solo quedaban 3 centros médicos operando, y
finalmente en años recientes se calcula que en Nagasaki quedaron rebasadas las expectativas con
víctimas que contabilizaban pérdidas de 80 mil personas debido a los efectos
posteriores de la cruel radiación. Esta bienvenida a la muerte de la
población japonesa se vio reflejada en el bautizo que se hicieron a las
bombas lanzadas a la población civil. La primera fue llamada Little-boy
lanzada sobre Hiroshima el 6 de agosto de 1945, armada en el aire antes de
llegar a Japón, y explotando en el aire causando una mayor destrucción
humana. Después de tres días fue lanzada sobre Nagasaki, Fat-man, el 9 de
agosto de 1945, debido a la constitución de la bomba, gorda y peligrosa no
sólo para la población sino también para la tripulación que la llevaba. Estas
bombas de fisión nuclear tienen un doble efecto al tocar la atmósfera, se
desata el holocausto con la primera luz, y la segunda al aterrizar sobre el
objetivo militar, tiene un rebote en la superficie, amplificando su poder
destructivo, generando una onda de choque
que amplifica a su paso su poder, carbonizando, desintegrando y
desapareciendo sin resistencia cualquier ser vivo.
En este contexto de limpieza étnica, y que minimiza el Imperio del
Norte nos recuerda sin soslayar la parte en que intervino Alemania y
planificar la aniquilación de pueblos enteros por parte del Tercer Reich,
pero también se tiene que la parte de los aliados realizaban atrocidades
bombardeando sin misericordia a Dresde por la Gran Bretaña y Estados Unidos y
este último constituye un país que ha
lanzado bombas atómicas contra ciudades llenas de población civil. Sin embargo se ha apropiado del discurso,
“contra el terrorismo” y utiliza armas de destrucción masiva, aún más lo
emplea para hostilizar a naciones potencialmente peligrosas al imperio.
Semejante actitud da cuenta de un doble discurso bélico que resulta
reprobable y peligroso ya que enciende la carrera armamentista y la
continuidad del espíritu belicista entre Oriente y Occidente. En estos días
no se ha apagado la propensión de Washington a provocar a Rusia con
argumentos europeos colocando escudos antimisiles y en esta vía apoya a la
OTAN en áreas de influencia de la Rusia actual. Por lo que Moscú al responder
no profundiza sus acciones políticas de desarme atómico. En este contexto de
armamento nuclear se tiene algunos
países construyendo arsenales atómicos con la aceptación tácita de Washington
y Europa Occidental, pero no son hostigados ni investigados, y se menciona a:
Pakistán, Israel y la India.
El director y jefe del equipo, Robert Oppenheimer, fue uno de sus
críticos al describirse los horrores de los sobrevivientes, ganándose el odio
de las fábricas de armamento militar y fue etiquetado de comunista,
maldiciendo y cuestionando el uso del arma ‘disuasoria’. Lo que le ganó en
1954 ser sometido a juicio donde se le revocaban sus derechos a recibir
información científica que él mismo había ayudado a procesar. En esta carrera
nuclear se admiten a naciones como: Francia, Gran Bretaña, China, y corea del
Norte, además de las ya mencionadas. A pesar de la guerra fría en estos 70
años no se ha producido el lanzamiento de ojivas nucleares. Realmente si se
hiciere un consenso entre los poseedores de armas nucleares, tales como los
aliados de Washington y consultando al Consejo de seguridad de la ONU para
deshacerse de sus arsenales, y además llevar a cabo acciones enérgicas para llevar a Israel,
Islamabad y Nueva Delhi a llevar la destrucción de sus bombas atómicas. La
paz es una quimera. La guerra cubre todos los espacios de la vida cotidiana.
Esperemos que la memoria viva de Nagasaki e Hiroshima, realice el milagro
para que el imperialismo dude en matar para preservar sus dominios. (La Jornada, economía, p.p. 1 - 18, Agosto
7, 2015).
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